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“Fuga en Santiago”: Un testimonio de rebeldía

El libro de Anne Proenza y Teo Saavedra se publicó por primera vez en Francia, en 2009, bajo el título "Les evades de Santiago" (Ediciones Seuil), y narra la voluntad y el coraje de los militantes del FPMR que en 1990 organizaron y ejecutaron un cinematográfico escape desde la ex cárcel pública.

Felipe Reyes

  Lunes 21 de marzo 2016 17:09 hrs. 
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La madrugada del 30 de enero de 1990, una sorprendente noticia despertó a los chilenos: 49 presos políticos de la dictadura se habían fugado durante la noche desde la Cárcel Pública de Santiago, a pocas semanas que Pinochet entregara la banda presidencial a Patricio Aylwin y se iniciara ese pacto de silencio llamado Transición.

Fuga en Santiago… nos relata, en la voz de los propios protagonistas de esta hazaña, la voluntad y el coraje de los militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) implicados en el ingreso de armas de Carrizal y el atentado a Pinochet en septiembre de 1986, que organizaron y ejecutaron un cinematográfico escape desde la ex cárcel pública. Una investigación que a ratos hace tambalear la línea ortodoxa que separa al periodismo de la literatura, que sigue la ruta trazada por el argentino Rodolfo Walsh en obras como Operación masacre (1957) y ¿Quién mató a Rosendo? (1968) –y que también se complementa al trabajo del periodista Juan Cristóbal Peña en su libro Los Fusileros (2007)– para construir un texto apasionante que en breves capítulos, y sin seguir una línea cronológica, nos entrega vívidas escenas, certeros diálogos y la voz de un narrador-detective que combina lo mejor de la crónica y toda la tensión de la novela de acción. En sus páginas asistimos a la vida cotidiana de “los terroristas” –de acuerdo con el vocabulario del régimen– al interior del penal, a los interminables minutos y horas en los que “el oído se aguza. Cada vibración adquiere un significado que hay que aprender a decodificar. Está el ruido de las comidas, el ruido de los pasos comunes de los guardias, el ruido de los pasos apresurados de una inspección sorpresiva, el ruido de las viejas cadenas Yale que oscilan en las rejas de hierro y por lo general anuncian la llegada de nuevos presos”.

Y es ahí donde germinarán las discusiones, discrepancias y acuerdos para concretar el plan y a las reuniones de planificación de la fuga. Un trabajo excelentemente documentado con planos de la cárcel, dibujos del túnel de 45 metros hacia el exterior y de los sistemas de ventilación empleados, todo elaborado por los mismos reos.

Sus autores, la periodista francesa Anne Proenza y Teo Saavedra, ex militante del MIR y ex preso político, logran trasmitirnos la asfixiante sensación de encierro de sus protagonistas, sus anhelos de libertad y la ineludible palpitación del escape, de cavar contra el olvido y la angustia de esas largas horas de reclusión en las que la única emoción posible es la desesperación. Un sentimiento que los empuja a recuperar la ansiada libertad, y les permite sobreponerse a la apatía, la derrota y la severidad de la tortura.

“La rabia por haber sido agarrado se aplaca bajo la tortura, el miedo y la incertidumbre. Cede ante esa terrible paradoja: uno se siente seguro entre estas cuatro paredes. Lo peor ya ha pasado (…) Entre la clandestinidad y la cárcel estaba eso [la tortura]. Todos los combatientes debían saber que eso existía, que irremediablemente se debían preparar, enfrentarlo, y la imaginación se quedaba corta”.

Una investigación que también nos permite indagar en aspectos humanos de los presos políticos, testimonios que dan cuenta de personas comunes y corrientes que se comprometieron en una lucha armada, y muchos casos sin la preparación adecuada y en absoluta precariedad, bastante alejados de la caricatura del guerrillero revolucionario latinoamericano tipo Che Guevara, con un habano y con una boina. Hombres que vivieron el rigor de su causa y, en muchos casos, debieron pagar el elevado precio de la clandestinidad.

“Un buen clandestino rompe con su pasado, con sus amigos. Olvida que tiene una madre que le dio el nombre al nacer, porque ahora se llama Juan, Diego o Manuel, poco importa. Debe olvidar que es hijo de un carpintero de Concepción para transformarse en el hijo mayor de un pescador de las islas del sur. Para sobrevivir, debe inventarse una vida que se parezca lo menos posible a la que tenía antes. A veces, para que el pasado y la tristeza no lo hundan, se queda dormido pensando que algún día será el quien quiere ser”.

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Estos hombres que habían combatido contra la dictadura, vieron eclipsada su lucha por las negociaciones a puertas cerradas que se sucedieron durante los meses posteriores al plebiscito de 1988 y en las que el supuesto “triunfo de la democracia” no fue otra cosa más que un burdo movimiento de la “muñeca negociadora” de las cúpulas partidarias de la Concertación de Partidos por la Democracia, que sepultaba las luchas populares y a sus anónimos combatientes. De esta forma, Fuga en Santiago… es un necesario testimonio de rebeldía de 49 hombres que desafiaron a Pinochet y lograron romper las cadenas de la dictadura.

Fuga en Santiago, Escape desde la cárcel pública
Anne Proenza y Teo Saavedra
Ceibo ediciones, 2015. 261 páginas.

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