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Libia; cinco años de agresión, destrucción y justificación. Parte II

El peligro actual en Libia lo representa la posibilidad que Estados Unidos aplique sus crónicos Planes B e intervenga en Libia aun si las partes en conflicto llegar a un acuerdo y formar Gobierno.

Pablo Jofré

  Martes 5 de abril 2016 11:37 hrs. 
Libia

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El artículo del New York Times titulado Hillary Clinton, “Smart Power´and a Dictadors´s Fall” en su primera parte y A New Libya, With ‘Very Little Time Left’ en su Parte II escrito por los periodistas Jo Becker y Scott Shane a fines del mes de febrero de 2016, dimensionan en toda su magnitud el papel de primera línea que desempeñó la ex secretaria de Estado en fomentar el derrocamiento de Gadafi,  la destrucción de Libia y la apropiación de sus riquezas naturales.

Cómplice de Crímenes de Lesa Humanidad

Afirma el artículo que Hillary Clinton se empeñó en convencer a Obama de la necesidad de atacar Libia  “Her conviction would be critical in persuading Mr. Obama to join allies in bombing Colonel Qaddafi’s forces. In fact, Mr. Obama’s defense secretary, Robert M. Gates, would later say that in a “51-49” decision, it was Mrs. Clinton’s support that put the ambivalent president over the line”. Hillary Clinton muestra al mundo una cara de diplomacia activa, llamados al entendimiento pero, por otra parte alienta el bombardeo de Libia. Ese doble rasero tan característico de los políticos estadounidenses, sin distinción.

El análisis de esta aspirante a ocupar la primera magistratura revela, no sólo esa doble moral al que hago referencia, sino también un profundo enajenamiento en materia de sostener falsedades como si ello fuese la realidad sobre un país agredido. En Libia se financió la actividad separatista en aras de fragmentar al país en función de lo que la propia Clinton, en miles de correos dados a conocer por el Departamento de Estado que reveló el rostro real, sin maquillajes políticos y el real desempeño de Clinton en la agresión a Libia, que visualizan el fondo de la intervención, el derrocamiento de  Gadafi y su posterior ejecución.

Entre los documentos desclasificados resalta uno enviado en el mes de febrero del año 2011 –cuando comenzó la campaña de desestabilización contra Gadafi– enviado por el Oficial de la Secretaria de Estado John Godfrey donde se detalla la forma en que debe intervenir Estados Unidos en el proceso de cambio y apoyar a las fuerzas aliadas tras la caída del gobernante libio. Armas, fortalecer el accionar de grupos separatistas y comenzar un proceso de fragmentación del país en áreas de interés entre Washington y sus aliados. Y esbozando lo que se conoce en la actualidad como el Plan B: intervenir directamente si un eventual Gobierno de Unión Nacional hace un llamado a fuerzas internacionales para estabilizar el país.

Los correos de la Sra. Clinton daban a conocer también, según lo señala la Revista Foreign Policy Journal y numerosos medios internacionales que se han hecho eco de estos correos, los intereses cruzados entre Washington y sus aliados europeos, entre ellos la Francia de Sarkozy. En esos correos y en especial uno que bajo el asunto titulado “El cliente de Francia y el oro de Gadafi”  salen a la luz los objetivos del gobierno galo para intervenir en Libia y derrocar al que hasta entonces parecía ser “un buen amigo de Francia”: Obtener presencia para la explotación hidrocarburífera libia, reafirmar el debilitado poder militar francés en la zona evitando de esa forma que Gadafi ejerciera algún tipo de predominio en las antiguas colonias francesas del Magreb y el Sahel.

Igualmente se daba a conocer “la preocupación por las 150 toneladas de oro y plata que se supone Gadafi estaba dispuesto a utilizar para respaldar así una nueva moneda africana, que permitiría tener caminos de independencia  económica, sobre todo en el Magreb”. Difícil aceptar un argumento de ese calibre cuando el continente africano, en general representa tan sólo el 1 por ciento del comercio internacional y donde países como Marruecos, Libia, Túnez y Egipto, principalmente, en el norte africano tenían y poseen altísimos grados de dependencia con capitales trasnacionales.

La Sra. Clinton jugó un papel relevante en la agresión a Libia y es responsable de la actual situación, por más que Obama sostenga que los gobiernos de Francia e Inglaterra no hicieron bien su labor. Una guerra de agresión contra Libia, que ha significado la muerte hasta hoy de 140 mil personas. Una cifra enorme para una población total de 7 millones de habitantes representando el 2 por ciento de muertos sobre esa cifra. Proporcionalmente, si el Estado agredido fuese el país de  la Sra. Clinton ese 2 por ciento representaría 6 millones de víctimas estadounidenses. Sin embargo, la Sra. candidata ha evitado, cada vez que se le encara respecto a su papel contra Libia cuando ocupaba la cartera de Secretaria de Estado en el 2011, responsabilizarse de sus actos y asumir su papel como impulsora de esta masacre.

No existe juez en Estados Unidos o alguna Corte internacional, que llame a declarar a esta candidata por la responsabilidad que le cabe en crímenes de lesa humanidad o sobre las mentiras vertidas para intervenir como fue el pretexto que las fuerzas leales a Gadafi estaban a punto de cometer una masacre en Bengazi y era necesario establecer una Zona de Protección Aérea, como preludio del fin. La participación de HRC –Hillary Rodham Clinton– expresa la soberbia, la arrogancia, la mentalidad imperial y el carácter bélico de los políticos estadounidenses, con una política exterior inseparable de la práctica militarista. Hablar de Clinton es hacer presente la existencia del Complejo Militar-Industrial estadounidense y su tremenda influencia. Sumemos a ello el descaro y la desvergüenza de presentar “los logros en Libia” como parte de su acervo político internacional en materia de su aspiración a ser mandataria estadounidense”

Clinton señala que “aún es demasiado pronto para saber cómo evolucionará la situación en Libia”. Eso mientras las bombas siguen cayendo sobre Trípoli, Bengazi, Tobruk, sobre las regiones de la Cirenaica, Tripolitana o Fezzam. Eso, mientras el país se desangra internamente y vive bajo la amenaza de una intervención directa internacional, bajo el pretexto de combatir uno de los efectos de la guerra: la consolidación en suelo libio de grupos terroristas de raíz takfirí. Muchos de ellos con armas suministradas por el gobierno estadounidense y gobiernos europeos a las milicias que se alzaron contra Gadafi y que son la base de las bandas ligadas a Al Qaeda y Daesh. Cuestión conocida por los políticos occidentales enceguecidos por apoderarse del país norafricano. Clinton presionó a Obama para intervenir militarmente y en forma directa, bajo razones de adelantarse a la posibilidad que los gobiernos de Francia e Inglaterra siguieran adelante con su campaña y dejaran atrás a Washington en la carrera por esquilmar a Libia y controlar su riqueza hidrocarburífera y el propio territorio enclavado en medio del Magreb.

Barack Obama, en una entrevista concedida a la revista The Atlantic trata de desligarse de su responsabilidad en los hechos de Libia, calificando a David Cameron y Nicolás Sarkozy como políticos poco comprometidos con llevar a buen puerto la campaña militar en el país norafricano y haber actuado con desidia “Cameron dejó de prestar atención, poco después de la operación militar pues se distrajo en otras cosas mientras que Sarkozy sólo estaba interesado en darse importancia y quería tocar la trompeta de los vuelos que enviaba a la campaña aérea a pesar que nosotros habíamos acabado con las defensas aéreas y esencialmente establecimos toda la infraestructura”

DAESH como pretexto

Tras cinco años de intervención en suelo Libio el resultado de ese actuar de Estados Unidos, Francia e Inglaterra, fundamentalmente, de esa desidia, de esa visión imperial es desastroso: dos gobiernos, cada uno apoyado por fuerzas diametralmente opuestas: Uno en la región de la Cirenaica con sede en Tobruk –con la denominada Cámara de Representantes de Libia. Reconocido por la ONU y respaldado política y económicamente por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Egipto- Y el gobierno de la región de la Tripolitana con sede en Trípoli y denominado Congreso General Nacional, sostenido fundamentalmente por los gobiernos de Turquía y Qatar. A ellos se une un gobierno fantasma –Gobierno de Unión Nacional– presidido por Fayez Sarraj -criatura surgida en las oficinas de Washington y Bruselas, que aspira a agrupar en un solo ejecutivo el desgobierno libio.

Para organizaciones como Amnistía Internacional, tras este lustro de intervención de Estados Unidos y la OTAN en Libia “hay que pedirles cuenta a los miembros de esta Coalición por los horrores que se desarrollaron en Libia. La restauración del imperio de la ley debe ir acompañada de la justicia por los crímenes y la ayuda humanitaria”, señaló Said Boumedouha alto ejecutivo de esta organización que constata los efectos crónicos que suelen acompañar el juego de intereses políticos y económicos de las grandes potencias cuando al amparo de frases altisonantes como: democracia, fin de las dictaduras, defensa de los derechos humanos, suelen convertir a los países que están en su mira en un remedo de Estados, destruidos, aniquilados, fragmentados y a años luz de lo que alguna vez fueron. Tal es el caso libio, otrora considerado uno de los países con los mejores indicadores de desarrollo humano de África.

En este primer trimestre del año 2016, las líneas de trabajo de los gobiernos de las potencias occidentales parecen estar encaminadas a llevar adelante la propuesta del gobierno francés ante sus homólogos de la Unión Europea: establecer sanciones a dirigentes libios que están obstaculizando el proceso de formar el impotente gobierno de unidad nacional presidido por Sarraj. Se une a ello las especulaciones sobre la pronta puesta en marcha de una operación militar destinada a combatir a las fuerzas de EIIL –Daesh en árabe- en Libia, que  es ya una realidad evidente y amenazante, en un número de combatientes que crece día a día y que ha aprovechado el vacío de poder para ampliar su base de operaciones más allá de Sirte.

Es la nueva excusa que se está ofreciendo al mundo a través de los medios de comunicación afines, que suelen repetir como borregos estas ideas-fuerza elaboradas en los laboratorios de comunicaciones de Washington y Bruselas, bajo la premisa que la sociedad internacional puede digerir cualquier cosa que se le presente pues difícilmente podrá oponerse. Y en ese plano, Martín Kobler, Representante Especial de la ONU en la nación norafricana sostuvo ante el Consejo de Seguridad de la ONU que “Libia no tiene instituciones efectivas y este vacío político y militar está permitiendo que grupos terroristas y redes criminales –dedicadas al tráfico de inmigrantes– establezcan raíces profundas. Daesh se ha aprovechado de esto y está extendiendo su campo de acción hacia el occidente, el oriente y el sur del país constituyéndose en una amenaza urgente y creciente para el país”

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que la intervención militar en Libia será inútil y pidió a todos los países encontrar soluciones políticas para resolver la crisis de ese país. “La solución militar es inútil y poco concluyente en muchas de las crisis internacionales, y la comunidad mundial debe encontrar una solución para la crisis libia lo más pronto posible”, manifestó el titular de la ONU quien manifestó, igualmente, su profunda preocupación por la situación que vive Libia, advirtiendo que actualmente los países africanos se enfrentan al peligro del terrorismo organizado.

Por su parte el canciller Ruso Serguéi Lavrov en visita efectuada a Argelia a principios del mes de marzo sostuvo que la causa fundamental de la actual crisis de refugiados en Europa ha sido la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte –OTAN– “las consecuencias de la intervención en libia y los efectos en materia de inmigración es precisamente la disolución del Estado Libio. La intervención de la OTAN a partir del año 2011 es una acción ilegal que desestabilizó a Libia y a la región, particularmente a los países vecinos donde grupos extremistas están operando activamente.” Tanto Lavrov como el Presidente argelino Abdelaziz Buteflika declararon que es fundamental  solucionar la actual crisis en Libia donde bandas takfirí están ganando terreno, mismo que han ido perdiendo en Siria y eso requiere que los países tomen en cuenta y actúen conforme a las leyes internacionales y la Carta de las Naciones Unidas.

El peligro actual en Libia lo representa la posibilidad que Estados Unidos aplique sus crónicos Planes B e intervenga en Libia aun si las partes en conflicto llegar a un acuerdo y formar Gobierno. Así fue anunciado por el jefe de Operaciones Especiales del Ejército norteamericano, el General Donald Bolduc que en Dakar, la capital de Senegal aseguró a los medios de comunicación que los responsables políticos y militares del Departamento de Defensa de Estados Unidos están apostando por una intervención directa en Libia y han enviado los planes respectivos a la Casa Blanca para su análisis. Las próximas elecciones presidenciales pueden ser el marco adecuado para dar mayores índices de popularidad a quien se enfrasque en esta agresión.

Buldoc no dio detalles del mencionado Plan, pero se explayó sobre la necesidad de desplegar en una primera etapa de la intervención a Fuerzas Especiales, que preparen el terreno –operación que según denuncias efectuadas ya estarían realizando comandos de los Ejércitos de Francia y Gran Bretaña en clara violación del Derecho Internacional, tal como sucedió en Siria– para un despliegue posterior de fuerzas aliadas que combatan, en terreno a los grupos terroristas. Decisión surrealista pues, sintomáticamente, esos mismos países ayudaron a crear y desarrollar esos grupos terroristas a partir de la decisión de armas amílicas radicales en aras de derrocar  Gadafi.

En febrero pasado, Comandos franceses desembarcaron e Libia para apoyar la ofensiva del general Jalifa Haftar –que cuenta con la nacionalidad estadounidense-  dando inició a los planes finales de intervención en Libia y que tendrán, como primera misión tratar de detener la ola de inmigrantes con destino a Europa, a partir de las advertencias de la jefa de la Diplomacia de la Unión Europea –UE– que alertó sobre la existencia de 450 mil potenciales inmigrantes, desplazadas en Libia por la guerra y que podrían encauzar sus pasos hacia la fortaleza europea “El conflicto en marcha en Libia y la falta de ley permite a los traficantes operar con inmunidad. Estabilizar Libia constituye un paso crucial para impedir la pérdida de vida frente a las costas libias y en la ruta del Mediterráneo Central”. La excusa de Daesh ha sido lanzada, el pretexto migratorio ha comenzado a ser citado. Las elecciones presidenciales en Estados Unidos están a la vuelta de la esquina, en noviembre próximo y todo ello en modo alguno es un buen augurio para el cada día más disgregado, mutilado y destruido Estado Libio y una sociedad que malvive-

Articulo del Autor Cedido por Hispantv

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