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Tasas de interés y reactivación económica

La posición de “espera” en la que coincide el Banco Central y el GPM, aunque atentos a nueva información que pudiera recomendar cambios en los próximos tres a seis meses, tiene, por lo demás cierta “cancelación” por el lado del comportamiento del crédito bancario, en la medida que la Encuesta respectiva, correspondiente al segundo trimestre del 2016 y publicada por el Banco Central, da cuenta de una modificación en la tendencia en cuanto a la percepción de la demanda tanto de créditos de consumo como hipotecarios, respecto al trimestre anterior.

Roberto Meza

  Lunes 17 de octubre 2016 15:50 hrs. 
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En medio de un ciclo en el que la cotización del cobre se mantiene en mínimos ya por varios meses, que la demanda internacional por commodities sigue lenta y que el comercio internacional se ubica en uno de sus puntos más bajos de los últimos años, diversas voces han instado al Banco Central a bajar en, al menos, un cuarto de punto, las tasas de interés, de manera de estimular la demanda interna.

En efecto, dado que la inflación ha ido convergiendo más rápido de lo esperado hacia el centro de la banda (3 por ciento), y considerando que un ritmo más ágil de actividad no pareciera que provendrá muy pronto del comercio externo, sectores empresariales y políticos han llamado al BC a revisar su actual tasa de política monetaria (3,5 por ciento), en la esperanza de que una reducción, al abaratar el costo del dinero, estimule mayor gasto, consumo e inversión, provocando un impulso adicional a una alicaída economía que está creciendo a menos del 2 por ciento.

Sin embargo, el Grupo de Política Monetaria (GPM) de la Universidad de Chile ha vuelto a recomendar que el instituto emisor mantenga en 3,5 por ciento la tasa, respaldando la recomendación de cautela frente a un recorte como el proyectado por el mercado, dentro de los próximos 5 a 6 meses, considerando que los indicadores subyacentes muestran moderación en la tendencia inflacionaria, con expectativas anclas en torno al centro del rango meta en un horizonte de 12 y 24 meses

Esta moderada posición del GPM se explica, además, por un tipo de cambio que ha acotado su volatilidad en torno a 660 pesos por dólar, pero que podría dispararse en los próximos meses, debido a que los mercados financieros internacionales lo fortalecerán como consecuencia de un eventual incremento en la tasa de interés de la Reserva Federal de EE.UU., llevándolo más cerca de los 700 pesos y, por consiguiente, “importando” inflación debido a la consecuente alza de precio en pesos de los productos que Chile trae desde el exterior.

La posición de “espera” en la que coincide el Banco Central y el GPM, aunque atentos a nueva información que pudiera recomendar cambios en los próximos tres a seis meses, tiene, por lo demás cierta “cancelación” por el lado del comportamiento del crédito bancario, en la medida que la Encuesta respectiva, correspondiente al segundo trimestre del 2016 y publicada por el Banco Central, da cuenta de una modificación en la tendencia en cuanto a la percepción de la demanda tanto de créditos de consumo como hipotecarios, respecto al trimestre anterior.

Por de pronto, según el emisor, la proporción de bancos que percibe una demanda más débil disminuyó desde 50 por ciento a 21 por ciento para el segmento de consumo y de 58 por ciento a 33 por ciento para créditos para la vivienda. Destaca, además, que 14 por ciento y 17 por ciento de los bancos consultados en el trimestre percibieron un fortalecimiento de la demanda de créditos de consumo y vivienda, respectivamente.

En el segmento de grandes empresas, por su parte, persiste la percepción de una demanda debilitada, probablemente como consecuencia del fuerte endeudamiento de este sector, aunque en el segmento de pymes disminuyó tanto el porcentaje de bancos que percibe un debilitamiento de la demanda (desde 43 a 14 por ciento), como de los que consideran que la demanda se fortaleció (desde 21 a 14 por ciento). Asimismo, y como predijo la caída de nuevos proyectos y permisos de construcción, continúa la apreciación de una demanda por financiamiento más débil por parte de empresas inmobiliarias y constructoras.

Así las cosas, es la propia actividad financiera que parece mostrar que resulta aún innecesario reducir la tasa de interés, hecho que permite reservar este instrumento de política para momentos en los que eventualmente se requiera con mayor urgencia por problemas en las economías más desarrolladas. Al mismo tiempo, mantener el actual nivel de tasas, si bien, dada la inflación anual es aún “expansivo”, no desestimula un mayor ahorro, factor que no debe olvidarse en la ecuación para un país cuyas polémicas políticas están todas trabadas en la escases de recursos para solventar nuevas demandas sociales, entre ellas, educación, previsión y salud.

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