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“La Expropiación”: la épica de un proyecto colectivo

El debut literario del periodista Rodrigo Miranda (Santiago, 1974), pone en acción todo el simbolismo y la épica característica de la Unidad Popular como materia lingüística de una narración que reelabora la construcción del edificio de la UNCTAD III, pretexto narrativo de una novela que se introduce en las entrañas de uno de los hitos de ese proyecto político y social.

Felipe Reyes

  Lunes 26 de diciembre 2016 21:42 hrs. 
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El 3 de abril de 1972 se inauguró la sede de la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en el Tercer Mundo, más conocido como UNCTAD III. El edificio, emplazado en Alameda 277, fue diseñado por los arquitectos José Covacevic, Hugo Gaggero, Juan Echenique, José Medina y Sergio González, y había comenzado a construirse en 1971 por miles de voluntarios que lograron terminar la edificación en 275 días. “Chile está mundialmente comprometido”, alentaba el presidente Salvador Allende a los trabajadores ante el plazo de entrega de las obras, “es la palabra de la patria a través de sus trabajadores, técnicos y empresarios, y esa palabra tiene que cumplirse”. Y así fue.

Sus salones fueron decorados con numerosas obras de arte como un Tapiz collage de Roser Bru, un mural hecho por las Arpilleristas de Isla Negra, un mural de taco de madera de Santos Chávez, bancos y macetas de hormigón de Ricardo Irarrázabal, un mural en panel de madera de Mario Toral, la obra Escape de gas de Félix Maruenda, una escultura de hormigón armado de Federico Assler y una escultura en piedra “Puerta al Espacio” que donó Samuel Román, entre otras.

Una vez realizada la Conferencia, el edificio fue cedido al Ministerio de Educación y rebautizado como Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral.  

Con el golpe de Estado, el Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral pasó a ser la sede central de la Junta de Gobierno luego del bombardeo y destrucción de La Moneda 11 de septiembre. Tras el retorno a la democracia el edificio pasó a ser un centro de conferencias y la torre central la sede del Ministerio de Defensa, hasta principios de 2006 cuando un incendio destruyó prácticamente todo el edificio principal. La reconstrucción implicó una resignificación del inmueble, que volvió a ser un espacio dedicado a la cultura y las artes rescatando su primer nombre: Centro Cultural Gabriela Mistral – GAM.

En La Expropiación, primera novela del periodista Rodrigo Miranda (Santiago, 1974), pone en acción todo el simbolismo y la épica característica de la Unidad Popular como materia lingüística de su narración, y el episodio de la construcción del citado edificio como pretexto narrativo de una novela que se introduce en las entrañas de uno de los hitos de ese proyecto político y social que convocó a una parte importante de la población.

En breves capítulos ordenados como una cuenta regresiva del avance de la construcción, Miranda  elabora una epopeya ciudadana que ignoraba la tragedia que comenzaba a nublar el cielo revolucionario con potentes y bien elaboradas escenas (capítulos) cargadas de significado. Un país en blanco y negro que aún conservaba una idea colectiva enarbolada por un líder que pretendió instalar la bandera de la dignidad en una tierra de humillados. Esos que sintieron e hicieron suya la gesta a la fueron convocados, esos que “volteaban carretillas, acarreaban, pujaban, transpiraban. Enderezaban y soldaban las estructuras como máquinas (…). Entre todos, alzaban el techo siguiendo un plan. Los obreros levantaron las vigas de acero del techo sobre 16 pilares de hormigón (…). La empresa era enorme, un imposible. Un piso cada 50 horas”. Y ahí, en medio de la faena, una pareja de obreros concebirá “al hombre nuevo”, esa grandilocuencia semántica que degeneró (y degenera también al final de la novela) en lo que hoy conocemos como “el chileno medio”, esa composición – ética y moral – amorfa, esa entelequia fracturada y divorciada de cualquier épica política.

De esta forma, La Expropiación concluye como un certero Cross a la mandíbula, con ironía y certeza, trazando un sombrío pero verídico diagnóstico del triunfo de la humillación colectiva de un país. O el fin de uno y el comienzo de otro. La propuesta de Rodrigo Miranda expone una mirada desde el Chile actual a través del vínculo histórico que une épocas opuestas, imaginarios, lenguaje y sentido. La construcción de su edificio narrativo es contra el olvido y el bloqueo de la memoria de un país traumatizado. Junto a esa negación dolorosa, opera la negación estratégica, el silencio planificado por el Estado transitorio como receta para la estabilidad y táctica de blanqueo, la que impone la convicción de que es necesario renunciar al pasado por el higiénico futuro. Una escritura necesaria que nos interpelan como sociedad  y muestra a un autor que arriesga y proyecta una obra que se distingue por su escritura precisa y contundente.

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La Expropiación
Rodrigo Miranda
Editorial Sangría, 152 páginas.

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