Epílogo inesperado tuvo el vals "Estrellita del Sur"

El secreto revelado en mi último libro e informado en este diario electrónico sirvió para que Meche Pineda, inspiradora de la canción y Felipe Rueda, su autor, se contactaran después de 70 años.

El secreto revelado en mi último libro e informado en este diario electrónico sirvió para que Meche Pineda, inspiradora de la canción y Felipe Rueda, su autor, se contactaran después de 70 años.

Escribo en primera persona porque, sin proponérmelo, he sido partícipe de un suceso artístico y sentimental que durante largo años permaneció como una oscura leyenda que empañó las relaciones políticas entre dos pueblos hermanos. En 1948 el puerto de Iquique fue su escenario y protagonistas una hermosa nortina y un músico limeño. Ella, Mercedes Pineda Wilkinson, liceana de dieciséis primaveras; él, Felipe Coronel Rueda, joven integrante del cuarteto Los Mensajeros del Perú. El fiato entre ambos fue espontáneo y la relación hizo que él compusiera y le dedicara el vals que en una de sus estrofas afirma: No, no, no, estrellita del sur/ porque pronto estaré/a tu lado otra vez/. Palabras que de inmediato se interpretaron como alusión a la limítrofe Arica y que obligaron a su creador y al conjunto a emigrar buscando otros micrófonos.

Hace unos meses en la Sala Master, con presencia de Meche Pineda, esposa del comediante Daniel Vilches, presenté el libro La Estrellita del Sur y sus secretos. El acto, que fuera informado por distintos medios, tuvo especial cobertura por nuestra radio y este diario electrónico. Y fue, precisamente, debido al alcance internacional que posee la página que el periodista peruano Raúl Álvarez-Russi la leyó en Miami. Residenciado en Florida hace muchos lustros, telefoneó para comunicarme que su amigo Felipe Coronel Rueda, ya fallecido según algunos periódicos, gozaba de buena salud, domiciliaba en Buenos Aires, y que jamás había olvidado a su musa inspiradora iquiqueña.

Por cierto que el colega limeño estaba al tanto de la leyenda negra que siempre acompañó a la canción y, al igual que su creador, compositor de decena de otros títulos exitosos, desmentía que tuviera algún objetivo político. Empecinado en aclarar la situación, solicitaba lo pusiera en contacto con Mercedes:

-Colega Freire, no sabe la emoción que me dio saber que usted había ubicado a Mechita, la inspiradora de un vals criollo que ha dado la vuelta al mundo interpretado por cantantes famosos como Leo Marini o Alberto Castillo. Es una melodía que nació de la trasparente relación de jóvenes y destinada a fortalecer la amistad entre dos naciones hermanas. Por favor, pregúntele a ella si quiere conversar conmigo.

La heroína musical chilena, previa consulta a su esposo, accedió a la entrevista y desde entonces cundió el intercambio de e-mails y llamadas entre Santiago, Miami, Buenos Aires. Triángulo virtuoso que incluso dio surgimiento a un nuevo personaje: Estrellita, la hija de Felipe Rueda, hoy viudo, nacida de su matrimonio con una destacada artista de ascendencia italiana. Con nombre tan simbólico, más la complicidad de Álvarez- Russi, el miércoles 23 de agosto, día del cumpleaños 93 del autor, sin que él fuera advertido, Mercedes lo llamó por teléfono a Buenos Aires. La emoción contenida resonó en la cordillera. Pausas nerviosas silenciaron la línea. Hacía setenta años que no se escuchaban; por largos espacios el tiempo borroneó rostros; horizontes olvidados se hicieron realidad. Sus relojes se detuvieron: las mentes reprodujeron voces idílicas y figuras juveniles paseando por playas iquiqueñas.

El colega peruano, entusiasmado, me afirma que este es un milagro y acontecimiento artístico binacional histórico. Yo le respondo que es un prodigio tecnológico y una demostración de que la literatura sirve al acercamiento de los seres humanos.





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