La que iba a ser la final más importante en la historia de la Copa Libertadores de América, terminó siendo el “papelón” más grande que se haya visto en el balompié sudamericano desde que los ingleses arribaron a los puertos de este rincón del mundo con un balón de cuero bajo el brazo.
La serie de hechos que se desencadenaron desde que un energúmeno arrojó la primera piedra al bus que trasladaba al plantel de Boca Juniors rumbo al estadio Monumental de Núñez, solo podrían calificarse como “patéticos”, “bochornosos” e “incomprensibles”.
Pero detallemos todo lo que ha ocurrido. Primero la inentendible demora por parte de la Conmebol para suspender un partido que a todas luces ya no se podía jugar. Luego, el innecesario show de dimes y diretes entre uno y otro representante de River Plate y Boca Juniors, sin mencionar las presiones que provinieron desde la propia FIFA para que se jugara un partido donde uno de los dos equipos estaba estado de shock.
Luego, la decisión de Boca Juniors de no jugar y querer ganar la final vía reglamento. La clausura y posterior reapertura en solo unas horas del Estadio Monumental, la reprogramación del partido en una cancha neutral, la decisión de la Conmebol de no jugar el partido en Argentina y la incertidumbre que se instaló luego del anuncio hecho por el cuadro Xeneise de recurrir al TAS, lo que podría provocar que el eventual ganador de la final, meses después, tenga que entregar el trofeo al equipo rival si así el Tribunal lo determinase.
Pero lo peor vino después. Específicamente este jueves cuando la Confederación Sudamericana de Fútbol anunció que la final de la Copa Libertadores de América, el torneo que homenajea a Bolívar, San Martín, O’Higgins, Artigas, etc… se jugará en Madrid, capital del reino de España y en el estadio del equipo más monárquico de dicho país, el Santiago Bernabeú del Real Madrid.
La Copa de los libres de América ahora es parte del reino de España, es decir, de los colonizadores. Para a estas alturas ya nada debería sorprender respecto de cómo se maneja el fútbol actual. Porque lo que hizo la Conmebol no fue elegir un recinto que garantizara las condiciones necesarias para realizar un partido de este tipo, lo que hizo fue subastar un espectáculo, como quien rifa un bovino de carne que posteriormente será devorado por algún comensal.
Porque el país que se llevó la Copa fue España, pero pudo ser Estados Unidos, pudo ser Francia, Italia o incluso Qatar, país que solo fue desechado por las incomodidades que representa en los dirigentes realizar un vuelo tan largo. El fútbol sudamericano demostró ser una colonia, pero no de un Estado o Reino en específico, demostró ser una colonia del poder del dinero, de los petrodólares, de la “güita” como diría algún argentino que hoy se pega cabezazos contra la pared al ver cómo el espectáculo deportivo más importante de ese país hoy no les pertenece.
Lo concreto, es que el partido se jugará en España. Boca puede ganar, River Plate puede ganar, pero eso no garantiza que después de ese partido vayamos a conocer al campeón, esto porque el cuadro Xeneise recurrirá al TAS en caso de perder el partido lo que prolongaría el enfrentamiento por meses, aunque ahora en los salones de un tribunal en Suiza.
¿Se puede disfrutar un partido de fútbol con estas condiciones? Difícil, es de esperar que lo ocurrido en torno a lo que debía ser “la final de las finales” permita abrir un espacio a la reflexión sobre lo que es el deporte en la actualidad, pero ojalá lejos de las distorsiones que provocan las billeteras de las multinacionales.