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¡Bravo, madame!: El retorno de Leni Alexander

Música sinfónica y de cámara, piezas para cine y “teatro para escuchar” son parte del legado de la compositora chilena más importante del siglo XX, según algunos especialistas. Su figura será homenajeada en el Festival de Música Contemporánea que se realiza esta semana en la Universidad de Chile.

Rodrigo Alarcón L.

  Domingo 13 de enero 2019 11:43 hrs. 
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“¡Bravo, madame!”. La exclamación fue de Olivier Messiaen, estrechando emocionado las manos de Leni Alexander. Corría la década del ‘50, ella había pedido una opinión a su maestro sobre el Divertimento rítmico que había escrito y el compositor francés, uno de los músicos más relevantes del siglo XX, reaccionó con júbilo.

“Lo encontré tan lindo, me emocionó mucho”, recordaría Leni Alexander, décadas más tarde. “Lo cuento no para echarme flores, sino porque fue importante”.

La anécdota fue relatada por la musicóloga Raquel Bustos, quien ha sostenido que Leni Alexander es la compositora chilena más relevante del siglo XX. Y es una ínfima muestra del nivel que alcanzó la obra de la compositora fallecida en 2005, que esta semana será tributada durante el XIX Festival de Música Contemporánea de la Universidad de Chile, con la interpretación de tres de sus obras.

“Ella es una referencia en Chile. Tiene su estilo claro, una técnica muy evolucionada y un gran resultado sonoro,  lo que no siempre ocurre. Hay compositores que van cambiando y ella está cómoda en cada estilo”, dice el pianista y compositor Jorge Pepi, el nuevo director artístico del festival.

Los Tres cantos líricos (1954), el Concierto de cámara (1959) y la pieza para guitarra Meralo (1972) serán las tres obras en torno a las que se desarrollará el homenaje, pero la obra de Leni Alexander tiene un alcance infinitamente mayor.

Nacida en 1924 en Breslau (Polonia), hija de un abogado y una cantante de ópera judíos, Helene Alexander Pollak se mudó a Hamburgo (Alemania) en 1932, cuando su madre se casó por segunda vez. Era una quinceañera cuando debió emprender otro viaje, pero esta vez fue huyendo del régimen nazi y con un destino lejano: Chile.

En Santiago vivió entre la comunidad judía de habla germana, estudiando piano con Rudy Lehmann y chelo con Hans Loewe. Más tarde se sumergió en la sicología -el sicoanálisis y el sistema Montessori fueron intereses que mantuvo- y estudió composición con Fré Focke, un músico holandés que había aprendido de Anton Webern en Viena y en torno al cual se formó el grupo Tonus, que reunía a los vanguardistas chilenos de la época.

Fueron cinco años cruciales: “No solamente significaron clases de composición con un maestro excepcional. Sentí que se abrían puertas, cuya existencia me eran desconocidas hasta entonces. Detrás de aquellas puertas podría descubrir una música, una manera de pensar la música y escucharla, que desde ese momento fue una revelación para mí”, relató ella misma.

"Meralo" es la pieza que Luis Orlandini tocará en el Festival de Música Contemporánea. La partitura está dedicada al cubano Leo Brouwer. Fuente: Biblitoeca Nacional Digital.

Meralo es la pieza que Luis Orlandini tocará en el Festival de Música Contemporánea. La partitura está dedicada al cubano Leo Brouwer. Fuente: Biblitoeca Nacional Digital.

En 1952 tuvo otro encuentro determinante. A Santiago llegó Pierre Boulez, que entonces todavía no era una figura central de la música contemporánea, sino un integrante de la compañía de teatro de Jean-Louis Barrault. Leni Alexander, así como otros compositores chilenos, trabaron amistad con él e hicieron los primeros contactos con los experimentos electrónicos que se desarrollaban en Francia.

Andreas Bodenhöfer, uno de los tres hijos músicos que tuvo Leni Alexander (los otros son Beatrice y Bastián, más conocido como actor), recuerda ese episodio: “Boulez fue a almorzar a mi casa. Me acuerdo, porque mi mamá me dijo que me tenía que portar bien y comer bien, así que me esmeré”, cuenta entre risas.

Por supuesto, Boulez no solo visitó a Leni Alexander para almorzar. También vio algunas de sus partituras y le recomendó viajar a París para estudiar con Olivier Messiaen, prácticamente desconocido en Chile por esa época. Con una beca del gobierno francés, ingresó al Conservatorio Nacional y se empapó de la música que entonces estaba en boga en Europa, aprendiendo también de René Leibowitz y el italiano Bruno Maderna, en Venecia.

“Después de estar en Francia, irrumpió en la vanguardia en Chile”, dice el musicólogo Luis Merino, profesor de la Universidad de Chile, quien conoció a Leni Alexander y la caracteriza como “una persona sencilla y encantadora, que no hacía ostentación de lo que realmente valía”.

En el Chile de los ‘50, dice Merino, se pueden distinguir dos ámbitos musicales: el institucional y el de vanguardia, donde estaba Leni Alexander. “Ella ha sido una compositora muy importante para los nuevos movimientos y tendencias, desde esa década en adelante”.

Partitura de "Y el viento siempre hará desaparecer las nubes oscuras" (1975). Fuente: Revista Musical Chilena.

Partitura de Y el viento siempre hará desaparecer las nubes oscuras (1975). Fuente: Revista Musical Chilena.

“Pese a regresar a Chile, Leni Alexander prosigue sus viajes, con estadías cortas en Estados Unidos y Europa, estableciendo contactos y amistades con figuras clave de la vanguardia de su época, como John Cage y Mauricio Kagel”, ha relatado también la musicóloga Daniela Fugellie, quien ha caracterizado su historia como una “migración perpetua”.

“Ella siempre se sintió muy dividida entre su familia y su trabajo”, agrega Andreas Bodenhöfer. “Después del golpe militar en Chile siempre quiso vivir más tiempo en Europa, pero la mayoría de los hijos estaban acá, entonces ese era su dilema”.

El quiebre de 1973 no le fue indiferente a Leni Alexander, porque refrescó los recuerdos que guardaba de la “Noche de los cuchillos largos” en Hamburgo. Así se escucha en La vida es más breve que un día de invierno (1989), su primer hörspiel o “teatro para escuchar”, que estrenó en Colonia y luego también en Santiago.

Con doce actores, fragmentos de obras anteriores y canciones de gente como Mauricio Redolés y Los Cuatro de Chile, Leni Alexander presenta a un personaje llamado “Discha”, igual como la apodaba su padrastro, que es testigo del terror nazi. Esa experiencia luego se cruza con Chile: “Los recuerdos de juventud se van entremezclando con sonidos de aviones, protestas y quejas en español que recuerdan el bombardeo a la casa presidencial chilena y los días posteriores”, describe Daniela Fugellie.

No era un gesto casual. Ya en 1975 había compuesto una obra sinfónica, Ellos se perdieron en el espacio estrellado, que estaba dedicada a Víctor Jara y fue estrenada en París por la Nueva Orquesta Filarmónica, conducida por Juan Pablo Izquierdo. Años más tarde creó Chacabuco – ciudades fantasmas (1992), otro hörspiel, relacionado con ese centro de detención ubicado en el norte de Chile, donde se escuchan piezas de ella misma, una obra de Guillermo Rifo, versos de Neruda y Goethe y registros históricos.  

“Su compromiso político era evidente y eso es interesante porque no siempre la música docta salió de su encierro, por decirlo así, para abordar temas sociales”, explica Andreas Bodenhofer. “Siempre partió mucho de sus vivencias, entonces era normal que el arte se preocupara no solo de sí mismo, sino también de la sociedad en que se desarrolla”.

Los hörspiel, de hecho, son uno de los elementos distintivos de la obra de Leni Alexander. Según contó ella misma, fue John Cage quien le sugirió la idea, luego de escuchar una “suerte de radioteatro” que se titulaba Por quoi? A quoi? Pour quoi? (1971), interpretado con una cantante, una orquesta de cámara, voces de niños y electrónica.

Según Daniela Fugellie, “en su combinación de fuentes textuales y musicales de diversa procedencia, además de materiales documentales e históricos, los teatros para escuchar de Leni Alexander desafían las tradicionales separaciones entre música docta y popular, creación e investigación, documentación y ficción, ampliando de esta manera la composición musical a nuevas posibilidades, cercanas al paisaje sonoro”.

El formato radial, por cierto, no era ajeno para ella. No solo su música se presentó en emisoras chilenas y alemanas, sino que ella misma se dedicó a escribir libretos sobre los más diversos temas: la obra de Alban Berg, los cantantes callejeros chilenos, la relación entre Freud y la música y el repertorio de diversos países latinoamericanos fueron foco de su atención.

“Hizo muchísimos programas”, dice Andreas Bodenhöfer, sobre una de las múltiples vías para aproximarse a la creación y la vida de Leni Alexander. “Es solo una impresión, pero después que ella falleció no pasó mucho. Ahora hay como una revalorización de su música, ha vuelto a despertar un interés y eso es fantástico, porque hay muchas cosas que siguen siendo contemporáneas y vale la pena rescatar”.

Homenaje a Leni

El XIX Festival Internacional de Música Contemporánea se realizará entre el 14 y el 18 de enero. Las primeras cuatro jornadas serán a las 20 horas en la Sala Isidora Zegers (Compañía 1264, Metro Plaza de Armas), mientras que la jornada final está agendada para el viernes 18 (19:30) en el Teatro de la Universidad de Chile (Providencia 043, Metro Baquedano). La entrada es liberada. Más detalles, en este enlace.

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