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Mapocho Orquesta: “La música cambió nuestras vidas”

El grupo se presenta el próximo 4 de julio en Matucana 100, donde repasarán sus tres discos y anticiparán el álbum que editarán este año. El saxofonista Andrés Pérez habla acá de los orígenes del proyecto y de los conciertos que hacen para niños o maestros de la construcción.

Rodrigo Alarcón L.

  Martes 2 de julio 2019 18:25 hrs. 
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El 7 de noviembre de 2014, la Conchalí Big Band festejó sus 20 años de existencia con un concierto en el Municipal de Santiago. Valentín Trujillo, Daniel Lencina, Christian Gálvez y Ana Tijoux fueron algunos de los invitados en una jornada que fue de celebración, pero también de iniciación: esa misma noche se estrenó la Mapocho Orquesta.

Concebida inicialmente como una especie de “Conchalí Histórica”, la agrupación reunió a casi una veintena de músicos que se habían formado al alero del proyecto que Gerhard Mornhinweg inició en 1994, con estudiantes de escuelas y liceos del norte de Santiago.

Cinco años más tarde, Mapocho Orquesta sigue adelante y el próximo jueves 4 de julio habrá una nueva oportunidad para comprobarlo. Esa noche tocarán en el teatro principal de Matucana 100, con su alineación de 18 músicos -saxos, trombones, trompetas y percusiones- y un repertorio al que este año se sumará un cuarto disco.

“Vamos a estrenar algunas piezas que estamos preparando”, anticipó el saxofonista Andrés Pérez, director de la banda, en el programa Pasaje Nocturno. “Parte importante de un proyecto como éste es el ejercicio constante de ponernos incómodos, tener desafíos grandes. Este concierto también es una forma de sintetizar el esfuerzo cotidiano que hace la orquesta”.

Ese esfuerzo se ha manifestado en tres discos: Cicatriz (2016), el Mejor Disco de Jazz en los Premios Pulsar 2017; Viaje al interior (2017), junto al compositor Emilio Bascuñán; y Mapocho vivo (2018), registrado a la vieja usanza, con temas en directo.

“Nos quisimos dar ese lujo de grabar en vivo. A diferencia del primer disco, que es una historia de muchos temas, donde muchos componemos, la idea era reflejar lo rico que tiene el jazz del momento. El solo en un instante”, sintetizó Andrés Pérez.

“Cuando uno graba, tiene una sensación de ansiedad, de nervio, de concentración, una cantidad de cuestiones en la cabeza. Personalmente, es una de las cosas que más me gusta del jazz: no tener miedo a esa atemporalidad, registrar un momento que nunca se vuelve a repetir”, añadió el saxofonista, reconocible no solo en el mundo del jazz, sino también como productor o colaborador de figuras como Ana Tijoux.

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Más allá de la experiencia en el estudio, que el último disco se llame Mapocho vivo también es coherente con la historia del grupo, que no solo reunió a antiguos integrantes de la Conchalí Big Band, sino que también se vinculó desde el comienzo con el Colectivo Mapocho.

Localizada en los alrededores de la Estación Mapocho, la organización busca enlazar el trabajo de músicos y artistas con un barrio de interés histórico y con otros sectores de la ciudad. Así, por ejemplo, han organizado festivales de jazz en lugares como La Vega o el Matadero Franklin.

Por eso el río siempre está presente en el trabajo de Mapocho Orquesta. No solo como nombre, también como norte.

“Es increíble cómo en el río se detiene el tiempo, porque siguen ocurriendo las mismas cosas. Hoy, siglo XXI, sigue habiendo niños que duermen en la ribera del río. Hay una miseria que se esconde. El río cruza Santiago y tiene esa fuerza que arrastra todo: penas, alegrías, vivencias. Hay un sustento poético que da para mucho”, explicó Andrés Pérez.

Por otra parte, Mapocho Orquesta ha desarrollado una serie de conciertos educacionales en colegios de Santiago y otras ciudades, en el mismo espíritu que animaba los inicios de la Conchalí Big Band.

“Es que se trata de ser consecuente con la historia que uno vive”, justificó Andrés Pérez. “Claramente, la música cambió nuestras vidas, desde que tomé el saxofón por primera vez. No hay palabra que pueda graficar ni sintetizar esa sensación de encontrar la luz, de que todo tiene sentido. Vas descubriendo lugares fascinantes”.

En ese sentido, los conciertos educacionales buscan “llegar a las almas de los niños y niñas -y sus padres- y que realmente crean que es posible vivir de otra manera”, añadió.

En lo concreto, ¿cómo funcionan esos conciertos educacionales?

La dinámica es divertida. Tenemos un guion en que hay teatro, hay humor, hay baile. Bailamos pésimo, pero es parte de un juego. A mí me gustan los conceptos y ‘play’, en inglés, significa tocar y jugar. A nosotros nos enseñan a tocar música, pero el componente del juego es fundamental. Tocar y pasarlo chancho. Lo que hacemos es mostrar una parte de la historia de la música, qué elementos la componen y cosas como qué es el sonido. Hemos tenido niños de primera infancia, de educación básica y media. Hace poco también tuvimos conciertos para los maestros de la construcción y funcionó súper bien.

¿Cómo fue esa experiencia? ¿Dónde los hacían?

En plenas faenas. A los maestros siempre les llevan pachanga y está bien, pero me molesta un poquito que se encajona a la gente. Nosotros hicimos un concierto a las ocho de la mañana en punto, teníamos más sueño que rondín con anemia, pero funcionó bacán. Con pura música instrumental, con jazz. Son cosas mágicas que tiene la música.

De Mapocho a Matucana

Mapocho Orquesta se presentará a las 20:30 horas del jueves 4 de julio en Matucana 100. Las entradas tienen valores de $3.500 (preventa) y $5.000 (general).

Más detalles en M100.

Fotos: Facebook Mapocho Orquesta.
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