Pareciera ser que al cardenal Angelo Becciu no lo salvará ni Cristo cuando, a partir de este martes, tenga que sentarse en el banquillo de los acusados durante meses, junto a otros diez individuos, todos juzgados por malversación de fondos, abuso de poder y soborno, en un hecho histórico: el mayor juicio civil contra un príncipe de la iglesia en el milenario devenir del Vaticano.
Como el Tribunal Vaticano resultaba pequeño para acoger a todos los partícipes en el proceso, desde las 9 y media de la mañana de este 27 de julio de 2021, una sala especialmente dispuesta en el ala de los Museos del Vaticano albergará a los diez acusados, a sus abogados, a los tres jueces y a los dos fiscales, quienes, que en los próximos meses, vivirán las alternativas de este macro-juicio.
Nada es menor en él, por cuanto el cardenal Angelo Becciu, de 73 años, fue, hasta el 24 de septiembre pasado, el tercer hombre más poderoso del Vaticano detrás del Papa Francisco y del Secretario de Estado. Y aunque él lo niegue con total convicción y sus abogados subrayen que el purpurado jamás ha tocado un centavo, igualmente ha sido acusado de malversación de fondos, abuso de poder y obstrucción a la justicia por incitar a funcionarios y subordinados a entregar falsos testimonios. En la fecha señalada, Becciu fue apartado de todos sus cargos y se vio obligado a renunciar a todas las prerrogativas ligadas al cardenalato. A todas excepto su título, porque éste es de por vida. Lo que lo convierte en el primer cardenal procesado civilmente en toda la historia del Vaticano.
Por su parte, la mayoría de los otros nueve procesados lo son por malversación de fondos, fraude y extorsión. Aunque otra de las características especiales de este juicio y que llaman la atención de los medios de comunicación, es que la Secretaría de Estado Vaticana será la parte civil del proceso. Y allí Becciu fue el número 2 durante 6 años, desde 2011 hasta 2017. Fue allí que comenzó a gestarse un tema que hoy ha desembocado en este juicio sin precedentes: el anómalo manejo de fondos por parte del equipo del cardenal Becciu, quien autorizó la operación para comprar un edificio en Londres usando fondos reservados de la Secretaría de Estado, lo que habría arrojado pérdidas por entre 88 y 174 millones de euros al Vaticano. Se trataba de una inversión no especulativa que pretendía transformar dicho bien raíz en un edificio de lujosos departamentos para alquiler. No obstante, lo que el Vaticano (siempre bien informado) esta vez no supo, fue que el edificio estaba no sólo hipotecado, sino vinculado a severas normas arquitectónicas relativas a la conservación del patrimonio arquitectónico londinense, por lo que era imposible reconstruirlo. De ese modo, entre 2014 y 2019, varios intermediarios se embolsaron sucesivamente millones de euros, primero revelando al Vaticano que no tenía el control del edificio a pesar de haberlo pagado para, después, cobrar jugosas y millonarias comisiones para cederlo. Las luces rojas se encendieron cuando la Secretaría de Estado le solicitó al poderoso Banco Vaticano un préstamo por “motivos institucionales” para pagar la hipoteca final del condominio londinense.
Otros antecedentes
El proceso iniciado este martes en el corazón de la Ciudad Eterna conlleva otros detalles asaz “curiosos”, por decir lo menos. Por ejemplo, entre los implicados está la italiana Cecilia Marogna, quien se presenta si más como “analista de servicios secretos”. Cecilia, supuestamente, estafó al cardenal Becciu, quien le pagó la friolera de 575 mil euros para liberar a misioneros secuestrados en diversos países. Pero… esa cantidad fue casi exclusivamente utilizada por la “analista de servicios secretos” para comprar artículos de lujo.
Otro ejemplo de la dolosa gestión de los fondos vaticanos fue el donativo de 225 mil euros de la Secretaría de Estado a la “Cooperativa social” de Antonino Becciu, hermano del cardenal. Dinero que, obviamente, no se empleó para los fines benéficos al que estaba destinado. Así, además de la supuesta “experta” en espías, junto al príncipe de la iglesia desfilarán ante el tribunal dos de sus ex colaboradores en la gestión de los fondos vaticanos, uno de ellos acusado de actuar en “Concordato” –término muy propio de la iglesia católica- con los intermediarios para seguir con la estafa y alzar lo más posible las comisiones en la compra del edificio inglés.
Pero esos intermediario tampoco se salvan del juicio terrenal, porque además estarán en el banquillo tres de ellos, así como uno de sus abogados, acusados también de “perjuicio patrimonial a alguien mediante engaño y con ánimo de lucro” (definición de la RAE para ”estafa). Pero no sólo ellos, porque también serán enjuiciados los dos principales responsables del departamento de vigilancia de operaciones financieras en el Vaticano, René Brülhart, ex presidente y de Tommaso Di Ruzza, ex director.
Por ahora, todos dicen ser inocentes. Ya veremos quien se confiesa primero ante los jueces nada celestiales que han de determinar sus culpas y aplicar penitencias a sus pecados.
(Imagen: RFI-AP-Gregorio Borgia)