El desfile, fue, obviamente, presidido desde la tribuna de honor por el líder norcoreano, Kim Jong-un, y éste no habría pronunciado ningún discurso durante la celebración, que esta vez se realizó a una escala aparentemente mucho más reducida que en otras ocasiones, según las escuetas informaciones publicadas por la agencia estatal KCNA y el diario Rodong.
En un balcón habilitado en el extremo occidental de la plaza Kim Il-sung, el dirigente máximo de los norcoreanos estuvo flanqueado por los otros cuatro miembros del presidium del politburó del partido Comunista, incluyendo al general Pak Jong-chon, recientemente nombrado nuevo miembro del poderoso órgano.
Lo cierto es que llama la atención la falta de ostentación en un país en el que los desfiles militares sirven para presentar nuevos y vistosos misiles balísticos. Pero para algunos analistas occidentales aquello pudo deberse a la duración de tan sólo una hora del desfile, luego que imágenes satelitales no advirtieran presencia alguna de grandes vehículos militares en los previos ensayos para la celebración.
Horas antes, la inteligencia militar de la República de Corea (del Sur), el país férreamente apoyado por Estados Unidos, había detectado actividad que indicaba que el desfile militar arrancó en Pionyang pasada la medianoche, hora local (15.00 GMT del miércoles).
Por ello, el portavoz del Estado Mayor Conjunto surcoreano advirtió que “los detalles concretos del desfile están siendo analizados en estrecha cooperación entre los servicios de inteligencia de Corea del Sur y EE.UU.”, según informó el funcionario a los medios surcoreanos, poco antes de que los propios medios estatales norcoreanos se hicieran eco de la situación.
El desfile llega en un momento en que Pionyang parece haber reactivado instalaciones que emplea para producir combustible nuclear apto para bombas mientras el diálogo sobre desnuclearización con EE.UU., que recientemente ha ofrecido retornar a la mesa sin condiciones, continúa estancado desde 2019.
Ello, en el marco de las restricciones impuestas por el Gobierno de Estados Unidos a través de su Departamento del Tesoro, con un bloqueo económico que restringe la propiedad e intereses de propiedad de Corea del Norte con el extranjero; la prohibición de registro, autorización, posesión, y arrendamiento de buques norcoreanos a cualquier ciudadano estadounidense, restricciones a las importaciones de bienes, alimentos, servicios y productos tecnológicos, entre otros, así como un férreo bloqueo a las exportaciones de productos hacia y desde Corea del Norte.
Además, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, a través del Acuerdo de Wassenaar, firmado junto a otros 32 países, establece prohibiciones a la exportación de cualquier tecnología o materiales considerados de doble uso,135 mientras que la Unión Europea también estableció una serie de restricciones contra Corea del Norte. La economía norcoreana también se ve afectada por bloqueos y embargos impuestos por otros países, como Suiza, México, Japón e incluso la pragmática China140 y el Consejo de Seguridad de la ONU.
Tal vez por ello sea difícil, desde nuestra perspectiva, descubrir el verdadero significado de un desfile tan inusual como el que fue dable observar con los ojos de los satélites espías. Para llegar a dilucidarlo quizás lo más conveniente sea esperar con paciencia oriental.