Con-ciencia, impulsada por la Biblioteca Central de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, a través del Fondo del Libro y la Lectura 2020 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, es el resultado de más de ocho meses de trabajo colaborativo virtual, en el que participaron organizaciones de personas sordas, intérpretes en lengua de señas, científicos/as, cuentistas, realizadores/as audiovisuales y un diverso grupo de participantes que se atrevió a crear y contar historias.
El proceso contó con dos etapas. La primera contempló la formación de personas sordas y oyentes mayores de 18 años en cuentería, junto con la entrega de nociones básicas sobre astronomía para la elaboración y narración de relatos sobre esta temática. La segunda, corresponde a la difusión virtual de las cápsulas audiovisuales, tanto en establecimientos educacionales como al público general.
Todo este material se presentará de manera abierta y gratuita el próximo lunes 13 de diciembre, a las 18:30 hrs., por el canal de Youtube de la Biblioteca Central FCFM. Posteriormente, los videos quedarán disponibles en esta misma plataforma.
Las y los talleristas
Una de ellas fue Marlena Murillo (51), ingeniera y docente de la Universidad de Chile. Si bien su relación con la difusión del quehacer científico surgió con el proyecto Ingeniosas del cual participa, no había experimentado antes con el formato del cuento, y menos en lengua de señas. “Cuando supe que el proyecto era inclusivo fue mejor aún, porque no solamente tenía que ver con la ciencia, sino que podríamos llegar a más personas”, comenta.
A diferencia de algunos participantes que escogieron un cuento que se adaptara a sus intereses, Marlena decidió apostar por escribir su propia historia. Para hacerlo, se inspiró en Lol Papagino, su canario: “Mi propuesta tiene relación con la vía láctea y la protagoniza mi canario, amarillo como el sol y muy cantor. Él es muy inquieto intelectualmente y eso lo lleva a comenzar un viaje hacia el Desierto de Atacama”.
“La luna está llena” es otro de los relatos que componen esta serie, pero esta vez dirigido para un público muy específico: primera infancia. La autora es la educadora de párvulos Dayana Gómez (36), quien decidió apostar por un material breve, pero que destacara por su histrionismo y expresividad.
Para ella, lo más desafiante de la experiencia fue el montaje audiovisual: “Trato de evitar la cámara totalmente. Entonces fue difícil aprender a editar en los programas, pero sobre todo grabarse y poder achuntarle a la luz o al fondo. Estuve horas y horas grabando. Eso sí, fue súper enriquecedor, aprendizaje full”, confiesa.
Quien también adquirió conocimientos audiovisuales fue la participante Gina Madariaga (60), funcionaria de la Universidad de Chile por casi 30 años. Si bien Gina y el resto de los talleristas fueron guiados en todo momento por los/as docentes Catalina Moya (cuentería) y Sébastien Verhasselt (montaje), para crear su relato sobre el sistema solar debió apoyarse de su nieto Vicente, quien le dio distintos consejos. Sobre el resultado, señala que “fue un trabajo muy lindo, porque me permitió interactuar también con mis nietos”.
Ciencia inclusiva para la diversidad
Desde su génesis, el propósito del proyecto Cuentacuentos Con-ciencia fue “acercar de manera lúdica la lectura de carácter científico a la comunidad, generando oportunidades de encuentro entre mediadores de lectura y personas sordas y oyentes. Bajo la dirección de Rosa Leal, la Biblioteca Central lleva por años relevado la actividad de cuentacuentos como estrategia metodológica para fomentar la lectura y entregar herramientas de expresividad a la comunidad”, así lo explica Fabiola Fuentes, bibliotecaria de la Biblioteca Central de la FCFM y una de las coordinadoras de la iniciativa.
“Esta iniciativa, realizada en colaboración con la Sociedad Chilena de Astronomía, (Sochias) y el Proyecto Explora Sur Poniente, se enmarca dentro de los esfuerzos de la Biblioteca Central por ampliar la participación y el acceso al conocimiento científico, junto con contribuir a la convivencia en diversidad”, agrega Leonardo Falcón, gestor cultural de la Biblioteca Central.
Esta mirada diversa trajo consigo un intenso trabajo formativo en temáticas de inclusión y diversidad sensorial, donde fue crucial la colaboración de la Asociación CreA, dedicada a la accesibilidad universitaria en la cultura y educación. Durante la implementación de este proyecto, CreA realizó distintas capacitaciones que buscaban fomentar un enfoque respetuoso hacia la diversidad.
En el mismo sentido, también fue muy importante la labor de los intérpretes en lengua de señas chilena (LSCh), quienes además de adaptar los cuentos para personas sordas, debieron guiar que las narraciones fueran comprendidas cabalmente en todos los contextos.
A cargo de este proceso estuvo Jordán Galindo, intérprete con amplia experiencia en cultura y educación. Para él, “el mayor desafío fue la interpretación de los cuentos, porque en algunos casos se necesitaba una modalidad de espejo, que es cuando una persona sorda interpreta en cámara, con un intérprete de apoyo (oyente), que no se ve en pantalla. Esto suele hacerse en un set, pero tratamos de buscar distintas estrategias, como usar dos teléfonos”.
Según Galindo, las ciencias han tenido una especial preocupación por generar contenido para el público infantil. “En general, las ciencias han sido precursoras en acercar su quehacer a las comunidades, ya sea para la primera infancia, como para las personas con diversidades sensoriales. Y un espacio como este, que reunía ambas características, fue muy necesario y enriquecedor”, sostiene.
La inclusión no solo se centró en el público receptor, sino que también en los/as participantes. Así fue como llegó Nubia Barraza (55), docente en artes visuales, intérprete en LSCh y persona sorda. Lo que más la motivó a participar fue la posibilidad de “mejorar el rol de cuentacuentos para niñas y niños sordos, además de mantenerme actualizada”. Dentro de los aprendizajes que obtuvo, destaca informarse de temas novedosos, conocer compañeros/as con variados estilos y profundizar en la tecnología de la edición de cuentos, los espacios de relajación y el universo”.
Para Jordán Galindo, la experiencia vivida por Nubia y sus compañeros/as en “Cuentacuentos Con-Ciencia”, permite continuar con una senda que, a su parecer, debiera adoptarse por todas las instituciones. “Creo que todo proyecto debe contar con herramientas de accesibilidad universal, ya sea de interpretación en lengua de señas, audiodescripción, etc. No lo puedo imaginar de otra forma. Si no se plantea así, queda inconcluso”, finaliza.