Las duras condiciones climáticas, hacen más complicada la labor de los equipos de rescate en Turquía y el norte de Siria que cuenta hoy martes con la mortífera cifra de más 5 mil personas muertas y alrededor de 19 mil heridos en ambos países. La comunidad internacional se organiza para el envío de rescatistas, medicinas y alimentos.
Según el último balance oficial de la Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD), el número de víctimas subió a 3 mil 419 en Turquía, mientras que, en Siria, el sismo causó mil 602 muertos y 3 mil 548 heridos, según los últimos datos del gobierno y de los socorristas en las zonas rebeldes.
Bajo un intenso frio, lluvia y caída de nieve, los socorristas a manos desnudas continuaron la dramática búsqueda de sobrevivientes durante la noche del lunes, a pesar del temor de nuevas replicas, que ocasionen derrumbes.
En Hatay, sur de Turquía, los socorristas pudieron rescatar con vida a una niña de siete años que había quedado bloqueada bajo una montaña de escombros. “¿Dónde está mi madre?”, dijo en brazos de un socorrista, con un pijama de color rosa manchado de polvo.
Las malas condiciones meteorológicas en la región de Anatolia complican las labores de rescate y ensombrece las perspectivas de los supervivientes, que se calientan en tiendas o en hogueras improvisadas.
Francia y Catar envían rescatistas
La ayuda internacional a Turquía llega este martes con los primeros equipos de socorristas de lugares como Francia o Catar. El presidente estadounidense Joe Biden prometió a su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan “toda la ayuda necesaria, sea la que sea”.
El equipo francés debe viajar particularmente a Kahramanmaras, en el epicentro del seísmo, una región de acceso difícil y sepultada bajo la nieve. Dos destacamentos estadounidenses con 79 socorristas cada uno se estaban preparando el lunes para desplazarse al lugar, indicó la Casa Blanca.
China anunció el martes el envío de una ayuda de 6,9 millones de dólares, que incluirá equipos especializados en el socorro en entornos urbanos, equipos médicos y material de urgencia, según un medio estatal de Pekín. En total 45 países han ofrecido enviar ayuda.
Ayuda también para Siria
En el caso de Siria, el pedido de ayuda fue escuchado por su aliado ruso, que prometió equipos de socorro “en las próximas horas”, además de 300 militares rusos que ya se encuentran en el lugar para ayudar en el rescate.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) insistió que la ayuda debe llegar “a todos los sirios en todo el territorio”, también en la parte que no está bajo control del gobierno.
Aprovechando el caos provocado por los dos terremotos, una veintena de combatientes presuntamente del grupo Estado Islámico (EI) escaparon de una prisión militar en Rajo, controlada por rebeldes proturcos.
Los balances a un lado y otro de la frontera no dejaron de aumentar y, teniendo en cuenta la magnitud de la destrucción, pueden seguir la misma tendencia. Solo en Turquía, las autoridades contabilizaron casi 5 mil inmuebles derrumbados. Además, la caída radical de las temperaturas conlleva un riesgo suplementario de hipotermia para los heridos y las personas atrapadas en los escombros. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que temía lo peor y auguró “unos balances ocho veces más elevados”.
Replicas, temores y desolación
Durante el lunes, se registraron hasta 185 réplicas, además de las dos sacudidas principales: una de 7,8 en medio de la noche (04H17 locales) y la otra de magnitud 7,5 al mediodía. Las réplicas continuaron durante la madrugada del martes. La más fuerte, de magnitud 5,5, ocurrió a las 6H13 locales (3H13 GMT) a 9 km al sureste de Gölbasi (sur).
Las autoridades habilitaron gimnasios, escuelas y mezquitas para albergar a los supervivientes. Pero por temor a nuevos sismos, muchos habitantes prefirieron pasar la noche al raso. “Todo el mundo tiene miedo”, aseguraba en Sanliurfa (sureste de Turquía) Mustafa Koyuncu, un hombre de 55 años que pasó la noche con su mujer y sus cinco niños en el coche familiar.
Es el terremoto más importante en Turquía desde el del 17 de agosto de 1999, que causó la muerte a 17.000 personas, un millar de ellas en Estambul. El presidente turco decretó un luto nacional de siete días y el cierre de escuelas durante una semana.