¿Solo o sólo? Especialistas explican cómo la RAE establece las normativas del lenguaje

La controversia ocasionada por el cambio en la redacción de la palabra “solo”, anunciado el pasado jueves por la Real Academia Española, evidenció el enorme desconocimiento sobre el funcionamiento y aplicación de las normativas del lenguaje.

La controversia ocasionada por el cambio en la redacción de la palabra “solo”, anunciado el pasado jueves por la Real Academia Española, evidenció el enorme desconocimiento sobre el funcionamiento y aplicación de las normativas del lenguaje.

El pasado jueves 2 de marzo, como es habitual para la institución, la Real Academia Española (RAE) se reunió para deliberar y debatir sobre las distintas normas que rigen para el correcto uso del español. Sin embargo, a diferencia de otras instancias, una de esas decisiones causó un gran revuelo mediático. Fue el caso del cambio de redacción en la normativa sobre tildación de la palabra “solo”, que se publicará en el Diccionario Panhispánico de dudas (DPD).

De acuerdo a la RAE, este cambio corresponde a una reedición de la normativa definida en 2010, que en su momento generó una enorme controversia protagonizada por renombrados escritores y escritoras hispanohablantes como Mario Vargas Llosa, Soledad Puértolas, Pérez Reverte, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina y Luis Mateo Díaz, quienes rechazaban esta modificación. Recientemente, el debate se reactivó tras la medida anunciada el pasado jueves de dejar a juicio de cada uno si tildar o no la palabra “solo” en caso de ambigüedad.

Guillermo Soto Vergara, académico del Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile y director de la Academia Chilena de la Lengua, explica que “este es un tema que se remonta a la década del 50 cuando se propone que el caso particular del adverbio “solo” no lleve tilde y se plantea que la tilde es potestativa. Allí el criterio básico es que no debería llevar tilde salvo que hubiese peligro de ambigüedad y esa es la norma que, de alguna manera, se ha seguido y que fue explicitada de manera bastante más clara por parte de la ortografía del año 2010, que se mantiene en el Diccionario Panhispánico de Dudas que está por salir. Pero claro, con un leve cambio en la manera de plantearse esta norma. Es decir, se señala que es el propio autor, la persona que está escribiendo, la que es capaz de reconocer si se da o no un caso de ambigüedad, pero en general la norma sigue siendo esta”.

Sin embargo, contrario a lo que la mayoría cree, esto solo se trata de un cambio de redacción a la normativa de 2010 y no una nueva normativa. Así lo plantea Soledad Chávez, directora del Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile y Senadora Universitaria, quien si bien reconoce lo interesante de este cambio, siente que se le ha dado una relevancia desproporcionada. “En nuestra lengua, que es una lengua románica, nosotros utilizamos una serie de elementos para recalcar la intensidad, que son los acentos (…) ¿Qué pasa con el solo? El ‘solo’ adjetivo de estar solo y el ‘solo’ adverbio de solamente no se les ponía el tilde, ya que al tildar vamos en contra de esas reglas de acentuación. Entonces, el 2010 la Real Academia Española dijo que al ir en contra de la regla de acentuación es mejor no acentuar”, explica.

Aun así, dado que en ciertos casos esto podría generar confusiones, la RAE decidió agregar una excepción permitiendo su uso a criterio. Fue este elemento el que fue reeditado este año para hacer la norma más clara. “¿Qué pasa en los casos de ambigüedad? Como fue solo el cine ¿fue solo sin compañía al cine o fue solamente al cine y a nada más? Ahí proponían tildarlo”, precisa la profesora Chávez.

La RAE en su calidad de organismo regulador

Más allá de esta última controversia, la Real Academia Española desde la primera mitad del siglo XVIII ha cumplido un rol relevante dentro de la definición de las normas que conforman la lengua castellana. “Eran aristócratas. Eran nobles que veían con preocupación cómo se estaba normando en lenguas románicas, como el italiano o el francés. Entonces, ellos se propusieron eso, armar una institución”, relata Chávez.

Esto motivo que empezaran a juntarse todos los jueves con el propósito de redactar un diccionario, una gramática y una ortografía para el español. Actualmente, la Real Academia está formada por dos grandes bloques, uno que tiene que ver con los académicos y otro en el que están quienes trabajan las publicaciones, expertos como los lingüistas, filólogos y gramáticos.

En el último tiempo, a la centenaria institución se le ha dado un carácter de entidad absoluta y estricta en relación a las normas, algo que Chávez niega, enfatizando que la regla siempre ha sido poner al uso por encima de la norma, siendo la RAE una suerte de mediador en la estandarización de la lengua española.

Durante el siglo XX se publicaron los diccionarios manuales y eran un adelanto de lo que se iba a venir. Ahí había muchísimas palabras que estaban en disputa. Porque o eran extranjerismos o eran palabras que quizás tenían nuevas acepciones que para algunos académicos no eran necesarias. A lo que voy con todo esto es que la dinámica de la norma es fluctuante siempre. Entonces, se pueden encontrar estos casos”, plantea la lingüista.





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