13.796 hectáreas conforman el Parque Andino Juncal, un proyecto de conservación privada ubicado en el Valle de Aconcagua. 24 glaciares, más de 6 humedales, esteros, flora y fauna nativa son parte de este ecosistema único que limita con Argentina y que está siendo amenazado por la industria minera.
Se trata de Nutrex SpA, empresa que busca entrar a esta área protegida luego de conseguir concesiones mineras en un 60,2% del territorio del parque. Sin embargo, los dueños y administradores de este lugar se han negado a su ingreso en pos de conservar la gran diversidad de la zona y sus recursos hídricos.
El jefe de operaciones del parque Juncal, Tomas Dinges, en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile contó que Nutrex comenzó su proyecto de exploración en 2007 y declararon que iban a hacer 12 sondajes en búsqueda de cobre en un sitio aledaño al parque.
“En forma paralela han ido constituyendo concesiones mineras en todo el valle del Juncal, son 220 km2, de las cuales dos tercios corresponden al parque. Y en lo concreto, en febrero de este año hicieron un proceso legal para constituir las concesiones de exploración y ante nuestra negativa de poner monolitos, hacer geomensura, vinieron con fuerza pública para entrar al parque, lo que gatilló por nuestra parte preocupación, pero también una reacción ciudadana muy fuerte”, agregó.
Y enfatizó en que “la Quinta Región está llena de proyectos, llena de caminos, llena de intervenciones y todas ellas van consumiendo agua y contaminando. Por tanto, se generó una alerta, una alarma por parte de la sociedad civil sobre la disponibilidad, la calidad y la cantidad de agua en el contexto de una escasez hídrica importante”.
A su vez, el director de la ONG Ética en los Bosques y ecólogo, Bernardo Reyes, afirmó sobre el Parque Andino Juncal que es “una infraestructura natural crítica irremplazable para toda la cuenca y para la seguridad ecológica, social, económica y política de ese territorio”.
Y explicó que la decisión de esta empresa de explotar este territorio es aún más preocupante en un contexto de sequía, pues “el agua de arriba, que es parte de un ciclo del agua de la cuenca, está conectada con las de abajo. Entonces, si Nutrex altera lo poco que va quedando de la seguridad hídrica, que son los glaciares del Juncal y todo su entorno, los riesgos para la población de Valparaíso y de Viña, son realmente altísimos”.
Por su parte, el diputado del PS, Nelsón Venegas, destacó que “proteger el valle del Juncal, que comprende al parque, no sólo tiene que ver con la protección de un ecosistema muy importante, sino que además significa la conservación de la principal fuente de agua dulce de la región“.
“Dentro de lo que es el valle se encuentran dos glaciares, que son los que proveen en un 80% de agua a la Región de Valparaíso, me refiero al glaciar León Negro y al glaciar Juncal“, añadió.
Es por estas razones que la ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas, a solicitud de autoridades locales y de organizaciones medioambientales de la región de Valparaíso, se comprometió a designar un grado de protección legal para el parque con el objetivo de resguardar los glaciares.
Lo que implicaría que el parque se declare como área de protección de la biodiversidad, la que debería ser resguardada por el futuro Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP).
Mientras tanto, el parlamentario Venegas informó que “el próximo jueves también va a ir a terreno la Comisión de Recursos Hídricos de la cámara, la que está compuesta transversalmente por diputados y diputadas desde el Partido Republicano hasta el Partido Comunista, donde vamos a conocer en terreno cuál es la situación el valle del Juncal”.
Un ecosistema único
Tomás afirma que este lugar es la forma más rápida de acceder al corazón de los Andes, “porque uno puede estar parado a 3 mil metros sobre el nivel del mar y estar mirando 2 mil metros más hacia arriba, hay montañas gigantes y un humedal altoandino enorme”.
Y explicó que la motivación inicial de la familia Kenrick para cuidar este sitio nació de lo impresionante que es la naturaleza en esta zona, del impacto que genera a primera vista. “Y esa motivación continúa porque se ven los beneficios de la conservación, al cobijar y proteger a estos lugares de las amenazas, generando una contribución enorme en la proliferación de la naturaleza”.
Además, Dinges relató que en mayo 2010 el parque fue designado sitio de importancia internacional por la Convención Ramsar, tratado que ofrece un marco de protección para los humedales, siendo el único lugar en los Andes centrales con esa categoría.
Sin embargo, el director de la ONG Ética en los Bosques, explicó que si bien el parque Juncal cuenta con un grado de conservación, el Código de Minería “está por sobre el agua, la vida y la propiedad”.
“El Código Minero, así como también las leyes de áreas de energía, están por encima del bienestar colectivo, entonces, la decisión del 1er juzgado de letras de Los Andes, que autorizó a la empresa para que inicie su demarcación, que lleva luego a las exploraciones, es un atentado a la seguridad ecológica del territorio y es una transgresión a una trayectoria que el Estado chileno ha reconocido desde el 2010 como sitio RAMSAR”, añadió.
La minería no es bienvenida
Según el jefe de operaciones del parque, en nuestro país existe un desafío que consiste en cuáles son las opciones institucionales para lograr un alto grado de protección de lugares como el valle del Juncal.
“Hay que pensar cuáles son las las figuras de protección más definitivas que nos generen la posibilidad de conservar y mantener este lugar, y ojalá el valle entero por décadas o siglos. Y hay que pensar y buscar la forma de concretar el concepto de que la minería no es bienvenida en el parque, ni en el valle del Juncal”.
En ese sentido, el ecólogo Bernardo Reyes coincide con Dinges y reitera que esta zona es irremplazable, por ende, la minería es incompatible con ella. “¿Qué pasa si tenemos el mismo efecto que se que se produjo en Copiapó con la destrucción de los glaciares en un proyecto para sondear el oro como ocurrió en Pascualama? Esto afectó de una manera impresionante la tasa de ablación o la tasa de derretimiento de destrucción de los glaciares producto de todas las faenas mineras”.