Señor Director,

Con esperanza vemos el resurgimiento y marcha de ese poder ético/transformador del movimiento estudiantil, esa misma juventud que vimos en las décadas pasadas en Estados Unidos en la marcha por los derechos civiles o en contra la guerra de Vietnam, en París 1968 en contra de la sociedad de consumo y el autoritarismo, en México 1968 en contra del autoritarismo y la represión, en China en la Plaza Tiananmen y en Hong Kong con la “Revolución de los Paraguas” por la democracia o Chile en contra de la dictadura de Pinochet, entre otros, eventos todos donde los jóvenes alzaron sus voces para frenar guerras, represiones, políticas o exigir derechos, libertades y justicia.

Hoy ha sido el turno de las universidades estadounidense que han estallado pacíficamente en contra la aniquilación del pueblo palestino. Estos jóvenes universitarios y quienes se les han unido, hoy son la punta de lanza de la indignación humana en contra de la destrucción masiva y un genocidio televisado (más de 35 mil asesinados y más 78 mil heridos, 70 por ciento niños y mujeres) que los liderazgos de los principales occidentales miran día a día con bastante pasividad.

Fue la Universidad de Columbia en Nueva York el epicentro de una movilización que, ejerciendo su libertad de expresión, se ha hecho nacional y que comienza a contagiar al mundo. Ahí se estableció un campamento para exigir un alto al fuego en Gaza y que la universidad se deshaga de sus vínculos financieros con el Israel de Netanyahu. Hoy son miles los estudiantes que exigen a las autoridades universitarias cortar lazos con el gobierno ultraderechista israelí y con empresas que, según dicen, apoyan la ofensiva inhumana en la Franja de Gaza.

Estas protestas universitarias que se replican en todo el país (son cerca de 50 universidades de costa a costa) y que incluso han encendido una mecha en países tan lejanos como Australia, Canadá, Italia, Francia, Reino Unido o Jordania, como en el pasado vuelven a dar la ilusión de que hay personas dispuestas a movilizarse y decirle NO a la deshumanización, el flagelo y la barbarie. No son voces antisemitas o en contra del pueblo de Israel, son voces por la vida y dignidad humana, la justicia y la paz.

Atentamente,

Dr. Mladen Yopo Herrera, Investigador del Programa Política Global Universidad SEK-Chile