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Bolivariano se escribe con V

La enfermedad del comandante Hugo Chávez Frías, presidente de Venezuela, ha generado incertidumbre, no sólo para el futuro del proceso político venezolano, sino también para la viabilidad de un proyecto político de alcance regional, que ha sido denominado el Eje Bolivariano.

Pablo Jofré Leal

  Martes 5 de marzo 2013 12:21 hrs. 
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Criticado por Estados Unidos y rechazado por países cercanos a la política regional estadounidense como Chile, Colombia y México, este eje bolivariano comprende la unión política, el intercambio de bienes y servicios, la entrega de subsidios, créditos y apoyo en campos tan variados como el hidrocarburífero, sanitario, académico, financiero, cultural como también la participación activa en creaciones sui generis donde este Eje se desarrolla: Petrocaribe, Banco del Sur, Telesur, el ALBA entre otros. Ello, entre algunas naciones de América Latina, unidas por lazos ideológicos. Los países que conforman este eje son Venezuela – que lidera este Eje – Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Uruguay y El Salvador. Sumado a la cercanía con Argentina, además de pequeños países caribeños como San Vicente y las Granadinas, además de Dominica

El Poder de Venezuela

Hablar del Eje Bolivariano es hablar de Chávez y Venezuela. El liderazgo del país llanero en la conformación de este soporte político-ideológico tiene su base en la enorme riqueza petrolera venezolana, que le ha permitido al Chavismo apoyar en diversas áreas a los países mencionados e influir políticamente en el continente. Situación lógica, entendible y absolutamente paralela a las propias influencias que otras naciones realizan; como es el caso de  Brasil, la Unión Europea, China y el propio Estados Unidos

Este último país ha perdido en la última década la influencia política que solía sustentar en nuestra área, con brotes, cada día de mayor apertura a conductas alejadas del influjo de Washington. Un ejemplo de lo señalado ello fue el encuentro celebrado el mes de enero en Santiago de Chile del CELAC-UE que reunió a 43 jefes de Gobierno, empresarios y políticos de América Latina y la Unión Europea, sin la presencia de Estados Unidos y que significó la entrega de la presidencia Pro Tempore de estas entidad, del  mandatario chileno Sebastián Piñera a su homólogo cubano, Raúl Castro. Hecho impensado hace un lustro.

Estados Unidos, aún es la potencia extranjera con mayor presencia en el subcontinente en diversas áreas, pero esa traza es la menor en décadas. Mientras giraba su plena atención a Medio Oriente y Asia Central, Latinoamérica, sobre todo en la última década  comenzaba un lento vuelco hacia la izquierda con el uso de las herramientas de la democracia representativa. Únase a ello los propios problemas económicos internos de la superpotencia. La inversión directa estadounidense también sufrió variaciones cayendo en la región desde un 30 a un 20% entre el año 1998 y el 2012. A pesar de esa caída, el comercio de Estados Unidos con los países al sur del Rio Grande sigue siendo considerable – unos 600 mil millones al año – pero se han sumado otros actores relevantes como es el caso de China y la propia UE.

A contrapelo de la evidente disminución del influjo estadounidense en Latinoamérica,  el analista Peter Hakim, Presidente Emérito de Diálogo Interamericano sostiene, que en ello poco tiene que ver el chavismo y el eje bolivariano “Chávez ha sido un importante factor de irritación para los Estados Unidos, pero sus acciones, han jugado un papel muy secundario en la decreciente influencia de Washington en la región. Mucho más responsables han sido los dramáticos cambios en la región, que se ha convertido en un área más fuerte económicamente, más independiente políticamente y más firme a nivel internacional. El surgimiento de Brasil ha sido particularmente importante en esto. Estados Unidos también ha perdido influencia a causa de sus propios problemas económicos y presupuestarios, una debilitante polarización política y las distracciones de dos guerras en el extranjero. La muerte de Chávez ciertamente no va a restaurar el ascendiente de EE.UU. en América Latina”

Hakim, sostiene que ante la posible muerte de Chávez “Venezuela podría enfrentar una creciente inquietud y perturbación, pero ello no tendrá mucho efecto sobre la dinámica de los grandes asuntos regionales. Sin el inquietante comportamiento de Chávez, el ya predominante papel de Brasil en sudamérica puede ser modestamente reforzado. El cambio es más probable que ocurra en el frente económico. Po ejemplo, en el apoyo de Venezuela a Cuba, que ha sido esencial para mantener la economía de la isla a flote. Igual de importante ha sido la ayuda directa a países como Nicaragua y Bolivia, además de la cercanía que se tiene con el gobierno de Cristina Fernández en Argentina”

Miguel Tinker, profesor de Estudios Latinoamericanos en el Pomona College, California tiene una visión menos economicista de lo que el eje bolivariano es y su influjo “aunque Chávez ha sido un gran impulsor de la integración en América Latina, no es sólo el único defensor de los ideales bolivarianos. Junto a los mandatarios Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Pepe Mujica en Uruguay existe una pléyade de políticos que ve enormes beneficios en promover una política que fomente la integración regional en lo que se denomina los ideales bolivarianos u organizaciones como UNASUR, CELAC y ALBA, que existen actualmente al margen de Chávez”.

El Eje Bolivariano ha consolidado su vida propia, con menos margen de influencia de nombres específicos aunque en su seno, la pugna por liderarlo tenga una connotación mayor y en la cual la figura de Rafael Correa ha adquirido una impronta que hay que consignar pero, que no llega aún a la relevancia que el poder del petróleo, la magnitud poblacional y el protagonismo político le otorga a Chávez o a alguno de sus sucesores en la propia Venezuela, léase: Nicolás Maduro, Dios dado Cabello, Adán Chávez o Elías Jauad. Ello se debe, principalmente a que el poder específico de Ecuador y la chequera petrolera son menores que la que posee el chavismo.

Lo interesante, desde el punto de vista del estudio de los procesos políticos latinoamericanos, radica en constatar que los triunfos electorales de partidos y movimientos de izquierda en Latinoamérica y con ello la conformación y ascendiente del Eje Bolivariano, viene a ser lo que el analista Marcos Roitman señala como “el sello de identidad de esos nuevos procesos revolucionarios en el continente asentados en una legitimidad que no pasa por la vía insurreccional…en el siglo XXI han surgido otros procesos políticos cuyo horizonte se enmarca en la revolución democrática, socialista y anticapitalista”

Efectivamente, esta idea de Roitman la vemos reflejada en los países que conforman el Eje Bolivariano, principalmente con Venezuela, Ecuador, Bolivia, fundamentalmente, que comparten el haber surgido de la profunda crisis de representación de partidos políticos tradicionales, hundidos en altísimos niveles de corrupción y descrédito con su población, que incluso generó la destitución y la fuga de algunos de esos mandatarios. Carlos Andrés Pérez en Venezuela, Gonzalo Sánchez de Losada en Bolivia y la crisis presidencial en Ecuador que significó la sucesión de cinco mandatarios que no pudieron terminar sus períodos antes de la llegada de Rafael Correa el año 2008: Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad, Lucio Gutiérrez, Alfredo Palacios y Gustavo Noboa. Unos acusados de corrupción, otros de golpistas y otros exiliados. Por tanto, bajo la lógica de una génesis similar, con proyectos de reformas sociales bajo un marco ideológico con más similitudes que diferencias, resultaba evidente que tarde o temprano los procesos políticos en Venezuela, Ecuador y Bolivia convergieran y comenzara ejercer una proyección ejemplar en el resto del continente.

Escasa originalidad

Críticos del procesos bolivariano, como el Diario El País de España, caracterizado por su férrea oposición a Chávez, ha sostenido que el eje bolivariano se sostiene sólo gracias al petróleo que fluye de Venezuela. Idea poco original si se trata de analistas como Miguel Ángel Bastenier, que bien sabe que en materias de influencias “quien pone la plata pone la música en la fiesta” y en ello buena prueba de esto han sido las empresa españolas y sus inversiones en Latinoamérica, Estados Unidos a lo largo del Siglo XX y XXI, Europa en cada una de su ex colonias, donde se llega hasta la presencia militar, sin que se alcen las voces reclamando por “esas influencias” o que herramientas se utilizan para ejercer ese predominio.

Para Bastenier “existe una América Latina ya mayor de edad, pero dividida entre bolivarianos y occidentalizantes, que vive una gran pugna. ¿Es América Latina el Nuevo occidente, pujante y ufano de estadísticas? El presidente boliviano, Evo Morales, abomina de Europa y Estados Unidos, el chavismo, con o sin líder histórico flota entre Teherán y Brasilia y Rafael Correa, que parecía adquirido el reformismo occidental, puede que no haya dicho aún su última palabra, pero la tentación de suceder al militar de Caracas como líder de los radicalismos populistas es muy grande. Más que el propio Ecuador”. Duro este Bastenier, sobre todo viniendo de un país con una crisis de madre y señor mío a pesar de todas las prebendas obtenidas por décadas de apoyo e influencias de los países más ricos de Europa.

En esta lista de cientistas políticos antichavistas se encuentra Moisés Naim – ex Ministro de Comercio e Industrias del gobierno del procesado ex Presidente Carlos Andrés Pérez – quien desde las tribunas de medios estadounidenses y del opositor Diario caraqueño El Universal y El País de España,  no ha escatimado letras para señalar lo nefasto que significa para Venezuela el andar financiando el eje bolivariano. Para Naim, la posible  desaparición de Chávez haría cambiar significativamente el panorama regional, pues ninguno de los posibles sucesores tiene el carisma y las capacidades del alicaído líder “el influjo de Chávez es innegable pero,  debemos considerar que ese ascendiente es producto de su carisma y su mensaje pero también de manera muy importante, porque ha tenido a su disposición miles de millones de dólares para distribuirlos de la manera que fuera más favorable a sus interés regionales  y local”

El Eje Bolivariano transciende a Chávez, así corroborado desde la aparición de su enfermedad, ya que su política, sus ideas y conducta en el plano local e internacional se han seguido desarrollando a través de los líderes más prominentes del chavismo. Indudablemente que en la acción del gobierno venezolano y el Eje Bolivariano está la figura de Chávez, cuyas políticas sociales le han granjeado el apoyo incondicional de una masa de votantes que le han permitido triunfar en 14 de las quince elecciones en que ha participado pero y cuya política ideológica trasciende los marcos del país llanero. Chávez a través del Eje Bolivariano se ha convertido en el arquitecto de operaciones sociales, médicas, apoyos financieros, energéticos, operaciones políticas y de mediación en numerosos países latinoamericanos,  que han encontrado en Venezuela el sostén que no encontraron en las alianzas propugnadas por Washington.

El eje bolivariano se sustenta en una base ideológica,  pero tiene su sostén financiero en el tremendo poder de la chequera petrolera chavista. El año 2012 el país llanero exportó 61 mil millones de dólares y parte de esas exportaciones, calculadas en 5 mil millones de dólares (250 mil barriles de petróleo diarios) se destinaron, en condiciones preferentes a 16 países de América latina  principalmente a Cuba (con cerca del 60% de esa ayuda), Nicaragua, Bolivia, República Dominicana, entre otros,  que pagan con materias primas en una forma de intercambio, que ha significado respetar ese comercio en un marco de precios justos. Venezuela ha reafirmado su posición en América Latina desde el punto de vista político y económico. Y en ese plano, el Eje Bolivariano, con nombres más o menos notorios en la búsqueda del liderazgo que puede dejar Chávez, está más vigente que nunca.

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