Diario y Radio Universidad Chile

Escritorio

Argentina, problemática y febril

La deuda externa es pagada por los trabajadores y la ciudadanía por distintas vías: sus ahorros previsionales, los impuestos y la venta de títulos soberanos en el mercado especulativo global.

Andrés Figueroa

  Miércoles 27 de agosto 2014 17:36 hrs. 
Denuncia lavado de dinero Argentina

Compartir en

El descontento social de amplias franjas de la sociedad argentina debido a la crisis económica, se multiplica a diario. En la provincia de Buenos Aires –que concentra a casi la mitad de la población total del país- y desde inicios de 2014, ya ocurren pequeñas y no tan pequeñas manifestaciones de protesta por el empeoramiento de las condiciones de vida de los más empobrecidos proveniente las primeras medidas gubernamentales del ajuste económico. De hecho, el 27 y 28 de agosto últimos, las principales centrales sindicales de la nación trasandina realizaron una potente convocatoria a paro en contra del incremento del desempleo, del subempleo, de la tercerización laboral, del pago de la deuda externa y del llamado “impuesto a la ganancia”. Este último es un tributo escalonado arrancado a los asalariados, desde los docentes hasta los sectores medios altos que viven de un sueldo.

Las causas de la crisis económica y política de Argentina reúne factores externos e internos, y está asociada en términos inmediatos al insuperado fondo tocado durante la debacle de 2001-2002 (“Argentinazo”) y que inauguró la década kirchnerista el 2003. Sin embargo, el kirchnerismo se acerca a su fin ante la imposibilidad de la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner de postularse por tercera vez consecutiva al sillón principal de la Casa Rosada.

La recesión oficialmente recocida, una inflación opaca que fluctúa entre un 30 a un por 40 ciento anual, y la reestructuración de la deuda externa con el Club de Paris, el CIADI (Banco Mundial), el pago multimillonario a la petrolera española Repsol para la sui generis estatización del 51 por ciento de la explotación de hidrocarburos, y los llamados “Fondos buitre”, drenan dramáticamente las arcas fiscales a costa de endeudamiento público interno.

El ciclo de la deuda externa, si bien se inició al igual que en Chile desde los tiempos de la Independencia de la Corona Hispana en la primera mitad del siglo XIX, cobró cifras siderales al final de la dictadura cívico-militar en 1983, alcanzando entonces los USD44 mil millones. En la actualidad, la deuda está en alrededor de USD250 mil millones, sin considerar los holdouts que, de ser cobrados por todos los acreedores como lo ratificó la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, podría agregar a los compromisos de pago internacionales montos que van desde 120 a cerca de 500 mil millones de dólares.

La administración de turno del Estado argentino, con la anuencia de la inmensa mayoría de la oposición política del Poder Legislativo (salvo una testimonial izquierda representada en el Congreso Nacional), antes de la irrupción de los denominados “Fondos buitre”, repactó las deudas con las instituciones mundiales del crédito de los capitalismos centrales. ¿Su objetivo? No entrar en default (no pago por insolvencia) y “hacer méritos” para acceder a la toma de más deuda. En ello, por arriba, existe un consenso absoluto. Lo que en Chile se nombra como duopolio político (Alianza / Nueva Mayoría), los analistas argentinos para su país le dicen monopolio en virtud de que en los ámbitos estratégicos, todas las variantes del Partido Justicialista (peronismo) y del Partido Radical, actúan como un solo conglomerado. Una minoría simbólica de izquierda y centro-izquierda tiene derecho “a pataleo” y al disenso, pero como carece de la fuerza social y de la presencia relevante en los grandes medios de comunicación en cualquiera de sus formatos, malamente puede dar a conocer sus posiciones e incluso su propia existencia.

Junto con la “fuga de capitales” (de 200 a 400 mil millones de dólares en los últimos años) y la urgente demanda de inversión de Argentina para la explotación de sus recursos; la caída de la industria productiva sólo oxigenada a duras penas por los altos aranceles de importación, y la baja del precio de la soja (commoditie clave de exportación agrícola) ante la ralentización de la economía china y la exitosa cosecha norteamericana; se añade que el paquete total de deuda externa ha sido reestructurado con los ahorros previsionales de los trabajadores que cotizan en la Asociación Nacional de Seguridad Social (ANSES, entidad única de pensiones), del Banco Nación (BancoEstado de Chile) y del Banco Central. Esto significa que la deuda externa es pagada por los trabajadores de Argentina por distintas vías. Ahorro, impuestos y venta de títulos soberanos en el mercado especulativo global.

Argentina es una economía dependiente fundada sobre la exportación agrominera y extractiva con pobrísimo valor agregado, una acotada industria textil, del plástico, de alimentos y de la siderurgia que sobrevive sólo por transitorias políticas proteccionistas.

¿Lo nuevo ante la crisis económica y el ajuste estructural sobre las grandes mayorías? El paulatino tránsito del descontento de la ciudadanía a la acción organizada, explícita y masiva de la protesta de la gente. O sea, potencialmente de todos aquellos que no pertenecen a las 50 corporaciones nacionales y transnacionales que controlan el curso de los acontecimientos por el momento.

Síguenos en