La señalética repartida por todos los rincones del Estadio Víctor Jara es el signo evidente de que el tiempo, allí adentro, parece congelado. Un antiguo logo del Gobierno y las marcas Chiledeportes y Feria del Disco adornan los carteles que indican galerías, baños, accesos. Ni ese logo, ni esa institución ni esa disquería existen fuera del estadio, donde se mantienen incólumes.
La última vez que el recinto acogió un evento masivo fue el 9 de octubre de 2009, año en que la municipalidad de Santiago lo clausuró. Desde entonces, solo pequeñas actividades se pueden realizar ahí. Talleres múltiples –tenis de mesa, futsal, básquetbol, vóleibol, acondicionamiento físico, breakdance– ocupan la cancha, un pequeño gimnasio y un ex comedor en el segundo piso. Más arriba, en el cuarto y quinto, se siguen utilizando habitaciones para acoger a deportistas que vienen de regiones. Entre medio de los pasillos y mosaicos, hay bodegas y oficinas donde poco más de diez funcionarios hacen su día a día.
Como viene ocurriendo en los últimos años, esa rutina se interrumpió el lunes pasado, cuando el estadio se habilitó como albergue para decenas y hasta cientos de indigentes que llegan desde distintas partes de Santiago. Ahora, cientos de camarotes ocupan los pasillos del estadio, mientras algunas colchonetas esperan tiradas en la tribuna y una enfermería ocupa el acceso principal. Afuera, en el pasaje Arturo Godoy, una improvisada vivienda hecha con lonas ocupa la puerta principal.
En el pavimento hay pozas rodeadas de palomas y el paisaje es de una desolación que contrasta con el ajetreo de la Alameda y la Estación Central, ubicadas a escasos metros. Contrasta, también, con el pomposo anuncio que hizo la Presidenta Michelle Bachelet el pasado 21 de mayo: “Vamos a remodelar el Estadio Víctor Jara para recuperarlo como espacio de memoria y de encuentro. Durante el segundo semestre de este año comenzaremos con los diseños del proyecto de remodelación para iniciar obras el año 2016”, dijo la mandataria y sus palabras fueron respondidas por una ovación.
De la música y el horror
Ovaciones se han escuchado por montones en el Estadio Víctor Jara, fundado en 1949 como Estadio Chile. Así lo conocieron los miles de asistentes que congregaban sus jornadas deportivas y así también lo llamaban quienes lo conocieron como lugar de conciertos.
La lista de los músicos que ahí tocaron es interminable. Morrissey, Kraftwerk, Emir Kusturica, James Brown, The White Stripes, The Strokes, Misfits, Lou Reed y Cypress Hill son algunos. Ahí se hicieron también los históricos festivales de la Nueva Canción Chile y hasta ahí han llegado algunos de los principales nombres de la música chilena e hispanoamericana: Los Prisioneros, Soda Stereo, Charly García, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Alfredo Zitarrosa, Inti Illimani y Quilapayún, por ejemplo, registraron jornadas memorables.
Es conocido, además, que fue ahí donde los militares reunieron a miles de detenidos inmediatamente después del golpe de Estado de 1973. En sus pasillos y camarines todavía quedan rastros del horror, personificado en el homicidio de Víctor Jara, cuyo nombre lleva el recinto desde 2004. El recuerdo del cantautor, sin embargo, hoy es poco más que el cartel en la entrada y un mural en la tribuna sur.
“No hay otro espacio similar en Santiago”
La promesa de la Presidenta Bachelet tiene su origen en un proyecto que se trabaja desde el año pasado y es liderado por el Instituto Nacional de Deporte (IND), que administra el recinto, pero también involucra a la municipalidad de Santiago, el Consejo de la Cultura y la Fundación Víctor Jara.
El objetivo es habilitar nuevamente el estadio con una capacidad cercana a los cuatro mil espectadores. La cifra definitiva dependerá del proyecto arquitectónico, cuyas bases de licitación se publicarían en dos meses. Preliminarmente, se estima que las obras costarían cerca de cuatro mil millones de pesos, que serían aportados directamente por el IND.
“Un recinto como ese debe tener la dignidad que se merece. No hay otro espacio similar en Santiago”, dice el director del IND, Sergio Arévalo, quien explica que la idea es refaccionar el estadio completamente: “El proyecto considera todas las deficiencias que constató el municipio al cerrarlo, pero va más allá”, asegura.
“Tiene que ver con el perfilamiento de las graderías, para mejorar la isóptica; mejorar la calidad de las butacas, la señalética, los accesos y las zonas exteriores; compatibilizar con un proyecto del municipio de concesión de estacionamientos subterráneos; y también mejorar la calidad acústica. Es decir, tener la infraestructura necesaria para que esta sea una sala multiuso. Por eso integramos a distintos organismos en el proceso, porque las especificaciones van a ser muy claras sobre lo que queremos, tanto desde el punto de vista deportivo como cultural”, explica la autoridad deportiva, quien admite que ya se han visto otros estadios y arenas como referencia.
La idea, entonces, es que el Víctor Jara sea capaz de acoger eventos deportivos indoor, escuelas y actividades deportivas para la comunidad y, además, conciertos.
El sitio de memoria
Hasta antes del cierre, la Fundación Víctor Jara podía realizar diferentes eventos en el estadio, gracias a un convenio firmado con el IND cuando el recinto fue declarado como monumento histórico. El acuerdo continúa vigente, por lo que la institución que preside Joan Jara es uno de los mayores interesados en la rehabilitación de las instalaciones.
La Fundación hizo una serie de propuestas al IND, que contemplan sobre todo preservar algunos rincones del estadio como espacios de memoria. También se maneja la idea de crear un pequeño museo, que recuerde los oscuros días en que el estadio fue el escenario de torturas y fusilamientos.
“Lo que se busca no es solamente conservar la memoria sobre la situación que vivió Víctor Jara, sino que sea un sitio de memoria para todos los que pasaron por allí”, aclara el cineasta Cristián Galaz, miembro del directorio de la Fundación.
“Lo importante es rescatar toda esa memoria y el estadio actual está prácticamente en las mismas condiciones en que se vivió ese proceso histórico. A pesar de que lleva el nombre de Víctor Jara, es un sitio de memoria de algo que le ocurrió a muchos chilenos”, recalca el realizador.
Apenas una promesa
Una vez cerrado el Víctor Jara, el Teatro Caupolicán se convirtió en casi la única plaza para recibir conciertos en torno a los cuatro mil espectadores. Otro recinto cerrado es el Arena Movistar, pero su capacidad casi triplica al recinto de calle San Diego.
Por eso, en las productoras de conciertos ven con buenos ojos una eventual reapertura del ex Estadio Chile. El gerente de la Asociación de Productoras de Espectáculos (Agepec), Jorge Ramírez, considera que “sería extraordinariamente bien recibido en un Santiago carente de recintos”.
El productor de Multimúsica explica que “durante nueve meses del año no hay dónde trabajar sobre dos mil personas, porque el clima no es beningno. De marzo a noviembre lo recomendable es trabajar bajo techo y no hay ningún lugar sobre unas dos mil personas que puedas tener para un montón de espectáculos medios. Por eso, creo que le iría muy bien al Víctor Jara. Para una capital como la nuestra, tener solo el Teatro Caupolicán y luego dar un salto al Movistar Arena es muy poco”.
Incluso, el productor minimiza los problemas de acústica que se le achacaban: “Sonaba bastante mejor que muchos recintos que han aparecido después. Me acuerdo que se pusieron paneles en los techos, se trabajó en la aislación y finalmente las cosas ocurrieron”, dice. “Es mucho más lo que el estadio le dio a la música y a la cultura que lo que se puede reprochar. Si se lo hubiera cuidado y no se le hubiera dejado morir, sería un gran lugar”.
El entusiasmo, en realidad, es transversal. Aunque prefieren no hablar en público, los funcionarios del estadio manifiestan su deseo de que la remodelación se haga realidad. Desde la Fundación Víctor Jara, en tanto, prefieren la mesura: “Es una lucha que se ha dado hace muchos años, la Fundación ha peleado por esto desde que se cerró el estadio. En otros gobiernos han existido proyectos y todos se han caído, así que esperamos que ahora no ocurra. Estamos cautos y expectantes”, define Cristián Galaz.
Por ahora, la nueva vida del Estadio Víctor Jara es apenas una promesa. Las puertas continúan bloqueadas, las tribunas vacías y las ovaciones se escuchan lejos, muy lejos de ahí.