Director del Malba: “No puede ser que una persona esté 35 años a cargo de un museo”

En medio de una visita a Chile, el historiador Agustín Pérez Rubio conversó con Diario y Radio Universidad de Chile para analizar el modelo de gestión de los museos nacionales. Según el curador, los principales defectos en el país son el financiamiento y la dotación de personal, entre otros puntos. “En Chile hay que repartir los recursos. No puede ser que algunos museos se estén cayendo”.

En medio de una visita a Chile, el historiador Agustín Pérez Rubio conversó con Diario y Radio Universidad de Chile para analizar el modelo de gestión de los museos nacionales. Según el curador, los principales defectos en el país son el financiamiento y la dotación de personal, entre otros puntos. “En Chile hay que repartir los recursos. No puede ser que algunos museos se estén cayendo”.

Según el director artístico del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), Agustín Pérez Rubio (España, 1972), los tiempos han cambiado para la gestión cultural. Ya no se trata de exhibir los acervos y montar exposiciones novedosas de artistas de uno y otro territorio. Ahora, de acuerdo al historiador, lo que prima es la capacidad de transformar las visitas a los museos en experiencias donde se pueda beber un café, hojear un libro o, simplemente, reunirse con amigos.

“Hoy los museos no solo son espacios de resguardo de las colecciones, es decir, de movimientos pasados y de memoria. Por el contrario, cada vez más los museos están refiriéndose a una experiencia, es decir, está esta idea de participación”, señala el curador y ex director del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León en España (2009- 2013) que llegó a dirigir el MALBA en mayo de 2014.

Hace unos días Agustín Pérez Rubio visitó Santiago en medio de la exposición Dream come true de la artista japonesa Yoko Ono donde participa como co-curador. En la ocasión, conversó con Diario y Radio Universidad de Chile respecto de la situación de los museos en Chile y la realidad del arte latinoamericano.

Hoy, dónde hay nuevas propuestas artísticas, dónde el arte latinoamericano se ha internacionalizado, dónde el público incluso ha cambiado su forma de apreciar y relacionarse con las creaciones, ¿hacia dónde debe apuntar el rol de los museos?  

Los museos son espacios donde cada vez más la gente se concentra, es decir, un día el público va a ver una exposición; otro día va al cine; otro, participa en un taller de literatura; luego, va a ver una performance; después, se compra un libro, se toma un café. El museo es como una pequeña ciudad donde entras y sales muchas veces. A mi me gusta hablar de cuerpos, porque hay un cerebro, un corazón, un sexo, unos pies para andar, etc. Y cada cuerpo es diferente: algunos son más altos, más gorditos, en algunos el corazón es lo más importante. Eso también es interesante, porque permite que cada institución no se replique. En ese sentido, no hay ciudades iguales, sino una diversidad de propuestas y públicos. En esa línea, cada museo debe buscar su propia identidad: cómo quiere reflejarse y a quién quiere hablar. Todo esto, puesto de la forma más democrática posible.

Y en países como Chile y Argentina, ¿crees que se logra esta especie de unificación del discurso, de la identidad de las instituciones?  

Creo que si y es que cada museo tiene su identidad. Por ejemplo, aquí tienes el Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Ese museo ya está connotado desde su nacimiento, pero luego también hay instituciones como Proa y MALBA que durante la crisis económica de Argentina pudieron acceder a una serie de exposiciones de artistas históricos e internacionales gracias a instituciones privadas, cosa que de otra manera, hubiese sido imposible, es decir, el contexto también determina. Afortunadamente, en los últimos tiempos hasta ahora los otros museos públicos en Argentina han empezado, poco a poco, a plantear una especie de discurso a partir de sus propuestas. Pero a mí lo que me interesa de una institución, como director, es que se trabaje transversalmente, es decir, que las exposiciones, la colección, la comunicación, los programas públicos y la educación vayan en una línea donde en un momento tú estás proponiendo una conferencia que tiene que ver con la colección o que tiene que ver con una pieza de la colección, pero a la vez estás haciendo unas visitas guiadas en relación a ese contenido y que luego vas a hacer una publicación que también se refiere a eso.

¿Cómo han sorteado el financiamiento del museo considerando la inflación en Argentina?

Nunca había vivido en una país que tenía inflación y eso es una complejidad muy fuerte, sobre todo para un director que tiene que estar programando y haciendo contenido según los presupuestos. No es nada fácil. Mucha gente me ha preguntado: ¿cómo puedes trabajar con esa inestabilidad de precios? Pero, eso es lo interesante, hacer una profesionalización del museo mirando al futuro, de una manera plural y abierta a la sociedad.

¿Cuál crees que es el mayor problema de la gestión de los museos en Chile? 

A Chile le sigue faltando. Poco a poco se hacen concursos públicos y se están dotando de presupuestos, pero realmente hay que coger el toro por los cuernos. No puede ser que una persona esté 35 años a cargo de un museo. Lo siento, tiene que estar cuatro o cinco. Luego, hay que dejar el puesto para otra visión, otro trabajo. Ese tipo de cuestiones perpetuas lo único que hacen es que toda tu imaginación se vaya para abajo. También, tienen que poseer un presupuesto real para investigación, para la conservación, para la creación de colecciones. No puede ser que todo el dinero vaya a tres o cuatro instituciones. Hay que repartir los recursos. No puede ser que algunos museos se estén cayendo, que las colecciones estén mal conservadas porque no hay financiamiento. También debe haber relaciones internacionales con sus homónimos en otros países como Perú, Argentina y Brasil. Hacer algo con la región. Siempre que vengo a Chile lo veo muy disgregado, sobre todo la parte pública y la parte privada. Chile está en un momento de cambio y el Estado no puede asumir cien por ciento todo y ahí va a tener que hacerse un ejercicio, como en todos los países del mundo y no es por abogar por un neoliberalismo, pero tienes que trabajar con el coleccionista y con la empresa, etc.

Ahora, respecto del arte latinoamericano, ¿cuánto sabemos de nuestros creadores?

Existen particularidades bastantes chocantes. Por ejemplo, que estando tan cerca, los conocimientos entre de las sociedades están tan alejados. De todos modos, se ha ido subsanando en las últimas décadas y hay un mayor conocimiento y una mayor relación entre intelectuales, académicos e instituciones. Por otra parte, si nos preguntamos cuál es el conocimiento del arte latinoamericano afuera, creo que realmente es grande, pero también se conoce tangencialmente. A mi me gusta hablar en plural, es decir, américas latinas, porque Chile nada tiene que ver con lo que es Cuba, con lo que es Belice o con lo que es Honduras. Cada país tiene su propia identidad, tiene su propia historia y creo que en los últimos años, desde todas estos pequeños centros, se está haciendo un trabajo muy fuerte por reivindicar el conocimiento y vemos que hay bienales en toda américa central, que hay fundaciones importantes y que hay curadores internacionales.





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