El Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha endurecido sus críticas a las decisiones comerciales de EEUU y ha descartado la posibilidad de una negociación “en las condiciones actuales”, afirmando que Washington “con una mano blande amenazas de sanciones y con la otra, dice estar dispuesto a hablar”.
Las duras declaraciones se conocen luego que el Presidente Trump anunciara a fines de marzo pasado la aplicación de aranceles de hasta 25% a una serie de productos provenientes de China, a lo que Beijing ha respondido con amenazas de similares represalias, todas las que, empero, serían materializadas en los próximos 55 días, una vez terminada la ronda de Washington con líderes empresariales para determinar la mejor forma de cobro de estos impuestos, al tiempo que Beijín ha seguido a la espera de conocer el detalle de las medidas para su retaliación.
En medio de la guerrilla de advertencias, Trump ha dicho que espera que la segunda mayor economía del mundo elimine sus barreras comerciales y ha manifestado su optimismo sobre la posibilidad se resolver el problema mediante el diálogo. Pero China ha descartado más conversaciones, afirmando que la Casa Blanca padece de “desorden de ansiedad” y que el estado actual de la relación comercial responde “a una provocación de EEUU”.
En este marco, la mayoría de los analistas ha coincidido, empero, en que el proceso tiene más cara de un “pulseo” entre las dos potencias, que un efectivo inicio de una “guerra comercial”, lo que ha tranquilizado a los mercados mundiales que, en la apertura de esta semana, tomaban un respiro, a la espera del discurso de Xi Jinping, el martes 10, en el Boao Forum para Asia, en el que se prevé plantee claras advertencias sobre las consecuencias para el crecimiento mundial de una escalada total entre ambos países.
Sin embargo, las nuevas señales de profundización del duelo han vuelto a inquietar a los mercados y, entre ellos, con mayor razón, a Chile. En efecto, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, sostuvo recientemente que la posibilidad de que China y EEUU “nos arrastren a una guerra comercial -de la cual vamos a salir chamuscados- sin duda que existe” y que, en tal evento, las proyecciones de crecimiento chilenas, que giran en torno al 3,9 por ciento, “podrían sufrir una corrección de hasta 0,5 puntos, dependiendo de la magnitud del problema”. En los hechos, la mera amenaza del choque comercial ha afectado al cobre negativamente, cayendo más que el precio del petróleo y deteriorando nuestros términos de intercambio
Si se agrega que China estaría ahora evaluando el impacto de una depreciación gradual del yuan, información que surgió de fuentes familiarizadas con el asunto, el peligro crece en intensidad, especialmente si se añade a las recientes declaraciones del ministro de RR.EE. chino.
De acuerdo a informes no oficiales, altos funcionarios en Beijíng están estudiando una eventual devaluación del yuan con doble enfoque: de una parte, el efecto del uso de la moneda como herramienta en las negociaciones con EEUU, mientras de otra, ver qué sucedería si China deprecia el yuan para compensar el impacto de una limitación a sus exportaciones. En todo caso, las fuentes advierten que el estudio no implica necesariamente que los responsables vayan a materializar una devaluación, aunque el Banco Central de China no respondió a una petición de comentarios enviada por parte de agencias internacionales.
Y si bien Trump criticó a China durante la campaña electoral por mantener artificialmente débil su moneda, el yuan ha ganado 9 por ciento frente al dólar desde que asumió la presidencia, conforme el crecimiento económico chino se ha estabilizado, Beijing restringe salidas de capital y los temores a una crisis crediticia disminuyen. La moneda china alcanzó el nivel más alto desde agosto de 2015 el mes pasado y se ha mantenido estable en las últimas semanas, a pesar de la escalada de tensiones comerciales. Pero si bien, un yuan más débil podría ayudar a apuntalar las industrias exportadoras chinas en caso de alzas de aranceles generalizadas de EEUU, una devaluación también conlleva riesgos: para Trump sería más fácil acusar a China de manipulador de divisas, dificultaría el pago de deuda de las firmas chinas en el exterior, socavaría los esfuerzos del Gobierno para avanzar hacia un sistema de tipo de cambio más orientado al mercado y aumentaría la volatilidad del mercado financiero local, algo que las autoridades se han buscado evitar.
Las esquirlas expansivas de la lucha chino-estadounidense comienzan a golpear, también, a Europa. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, visitarán al presidente de EEUU, en Washington, este mes, con días de diferencia, mientras se acerca el 1º de mayo, último plazo de las propuestas de la UE para impedir que EEUU imponga aranceles su acero y aluminio. De acuerdo a informaciones de fuentes creíbles, ambos estarían estudiando forjar una “coalición comercial de los dispuestos a hacerle frente a las prácticas comerciales injustas de China”, de modo de establecer, en paralelo, un cerco envolvente en torno a EEUU y morigerar su agresiva estrategia individual.
Tanto Merkel como Macron coinciden con EEUU sobre el incremento de la influencia geopolítica de China y han priorizado enfrentar el hasta ahora inexorable auge de Beijing. En enero, al terminar una visita al China, Macron prometió buscar mayor coordinación estratégica con Berlín y, en el frente comercial, la UE tomó medidas el pasado jueves, cuando solicitó sumarse a la disputa de EEUU contra China en la OMC por las normas discriminatorias de licenciamiento de tecnología del país asiático, una acción en respuesta a la demanda china con EEUU ante el mismo organismo internacional.
Así, los dos líderes más poderosos de la UE parecen querer, de una parte, empujar a EEUU de vuelta a su puesto en el sistema global de libre comercio y, de otra, enfrentar la estrategia de Trump de “dividir y conquistar” Europa. Sin embargo, finalmente, si es que llegaran a conformar una coalición comercial en contra de China, puede que, a ambos, no les quede otra cosa que dar la brega bajo los términos de Trump, una conclusión a la que parece haber llegado Beijíng y que le ha recomendado el endurecimiento de sus posiciones de negociación.