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De Transantiago a Red: ¿Solución real o mera estrategia comunicacional?

El Gobierno rebautizó con un nuevo nombre el actual sistema de trasporte público capitalino, idea que tuvo un costo total de 550 millones de dólares. Expertos en el tema califican el anunció como una estrategia comunicacional que no significará solución al problema de fondo.

Rodrigo Fuentes

  Martes 12 de marzo 2019 19:00 hrs. 
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El presidente Sebastián Piñera anunció, este martes, que el Transantiago cambiará de nombre para ser rebautizado como “Red Metropolitana de Movilidad”.

Según comentó el mandatario, la nueva imagen se debe a que será una “red” que conectará los buses, el Metro, Metrotren y bicicletas. Aspectos que también se irán expandiendo al resto de las regiones del país.

Piñera indicó que el cambio llega con la implementación de 200 buses eléctricos y 490 ecológicos, lo que, precisó, significaría un mejor estándar de servicio en comparación con el Transantiago.

“Un proyecto que busca cambiar de raíz, y para mejor, el sistema de transporte público, no solamente en la capital, sino que en todas las regiones de Chile. Esto se va a aplicar de forma gradual, no de un día para otro, va a ir quedándose atrás el Transantiago y apareciendo este nuevo sistema de transporte público tercer milenio, un mecanismo de calidad, que incluyen buses de otra naturaleza”, afirmó.

Consultamos a la ministra de Transportes, Gloria Hutt, si este cambio de nombre fue una decisión tomada por expertos en movilidad o simplemente una decisión publicitaria.

La autoridad precisó que el conjunto de las modificaciones al nuevo plan de transporte público fue obra de versados en el tema. Sin embargo, el cambio de nombre propiamente tal fue tarea de una agencia de publicidad.

Gloria Hutt también se refirió al costo de la asesoría comunicacional que concluyó con la nueva denominación “Red”, que, según antecedentes, tuvo un costo de 550 millones de pesos.

“Esa cantidad total cubre un contrato que cubre desarrollo de marca, una agencia especializada, y eso tuvo un costo de 45 millones aproximadamente. Después ese presupuesto, contrato marco, incluye la información a los usuarios, no es marketing, es información al usuario. También se incluye en esto el pago a los medios de comunicación que difunden los mensajes y que aún no se efectúa todavía”, argumentó.

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Al respecto, el director del Programa de Logística y Transportes de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), Álvaro Miranda, calificó la idea del Ejecutivo como una “burda” estrategia comunicacional.

Para el experto en transporte público, problemas como la baja frecuencia de microbuses, extensos tiempos de traslado, colapso ante una falla de Metro, evasión, entre otros aspectos negativos del sistema, es muy probable que sigan ocurriendo.

“Cambiarle el nombre al Transantiago en las condiciones que está el sistema de transporte público es una estrategia comunicacional bastante burda, porque las personas, en términos generales, sobre todo los usuarios, saben y lo viven a diario, que el sistema no ha tenido una mejora y una transformación extraordinaria para decir que este es un nuevo método que, inclusive, amerita un cambio de nombre, mucho más moderno, mucho más rápido y cómodo. No, eso no ha ocurrido y no sé si eso ocurrirá, tomando en cuenta la historia de promesas que han hecho los gobiernos de turno frente al tema”, subrayó.

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En tanto, para el experto en transporte urbano y académico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago, Rodrigo Martin, este cambio de nombre es solo “cosmético” y no se traducirá en modificaciones estructurales a la red de buses santiaguina. “El nuevo nombre tiene que ir asociado a un cambio en el funcionamiento del sistema”, afirmó.

Martin preciso que esta nueva imagen solo busca mejorar la percepción ciudadana frente al sistema de transporte público de la capital, ya que, desde su lanzamiento en 2007, las críticas ciudadanas contra éste no han cesado producto de la mala calidad del servicio. Por eso, cree que la medida solo busca “confundir a la gente ideando un nombre nuevo, pensando que la cosa va a cambiar”, lo que, a su juicio, no ocurrirá.

El académico enfatizó en que el Estado chileno está al debe con la inversión en infraestructura para el correcto funcionamiento del trasporte público. “Cuando partió el Transantiago, se necesitaban 300 kilómetros de vías exclusivas para buses, pero recién pasamos las 100 hace poco”, criticó el experto. En vez de ello -apuntó-, los esfuerzos se han centrado en invertir “una cantidad monstruosa en infraestructura para vehículos particulares, como la modificación a la rotonda Pérez Zujovic o accesos a Colina y Chicureo”, finalizó.

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