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Murales versus rayados: cuando las paredes también gentrifican

El debate entre la importancia de un mural y un rayado se dejó notar cuando hace dos semanas los vecinos del barrio Lastarria intentaron evitar el borrado de una icónica obra de Luis Núñez. Sin embargo, este tipo de manifestaciones no son las únicas que coexisten en las ciudades. Para el artista urbano Oficio, por ejemplo, muchos murales solo funcionan como “anestesia” y se “están repitiendo”.

Eduardo Andrade

  Domingo 30 de junio 2019 15:30 hrs. 

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Grafitis, murales, rayados, paredes pintadas uniformemente. Todo parece coexistir en la ciudad y, sin embargo, sus impactos en una comunidad y para el espectador de a pie suelen ser bastante diversos.

Hace solo dos semanas, un grupo de vecinos del barrio Lastarria intentó, sin éxito, evitar el borrado de una obra del autor antofagastino Luis Muñoz y que fue pintada en el año 2017. Lastarria es además uno de los barrios con mayor presencia de lo que se conoce como “street art” en Santiago, y lo que a su vez ha sido muy conveniente para convertir la zona en un barrio comercial y de atractivo inmobiliario.

¿Cuál es la posición de los artistas callejeros al respecto? Quizás la respuesta más cercana pueda estar en los motivos que llevan a un muralista a intervenir una pared. En el caso de Oficio, muralista del sector sur de Santiago y perteneciente al grupo Unión Fuerza Objetivo, esto tiene que ver -al menos al inicio- con la adrenalina y el afán de desafiar lo establecido.

Sin embargo, “Oficio”, quien para fines de este artículo prefiere ocultar su nombre, no solamente interviene las paredes con rayados sino que se ha destacado por murales que, asegura, ofrecen mayores posibilidades de creación que un tag.

Fotografía por cortesía de Unión Fuerza Objetivo.

Fotografía por cortesía de Unión Fuerza Objetivo.

 

Oficio, en conversación con este medio, aseguró por qué cree que para la población en general, el mural embellece, mientras que el rayado o tag degrada.

“Hay un status quo, las calles pintadas uniformemente o con imágenes de paisajes que alegran la calle. Yo no creo que el rayado sea lo antónimo del mural, pero a la gente le encanta los murales y las imágenes gigantes como las del Museo a Cielo Abierto. Esos murales siempre se están repitiendo y no hay una variación respecto de sus formas”, destacó.

Por otro lado, una vez generada la intervención en un determinado espacio, las implicancias que vienen a continuación muchas veces no son las esperadas por el artista, sobre todo cuando éstas generan procesos de gentrificación o se convierten en zonas solicitadas por artistas externos a la realidad de la comunidad. Algo que, según Oficio, es muy usual en las poblaciones.

“Un mural puede dotar y resignificar las identidades locales, pero no puede venir alguien de afuera a hablar de tu identidad. Eso me parece un trabajo de asistencialismo, que vengan artistas de otros lugares a las poblaciones donde jamás han entrado y se pongan a pintar pajaritos, animales, paisajes, temáticas que en el fondo no están hablando de un trabajo de territorio”, criticó el artista.

Patricio Moreno, muralista que firma bajo el seudónimo “Tok” en el grupo Agotok, hace mucho tiempo dejó de hacer rayados y hoy solo se dedica a los murales. Pese a esto, su opinión sobre los rayados no es para nada desfavorable.

“Las dos conviven en la ciudad. Para algunos puede ser suciedad un rayado, pero hay expresión. Incluso hay murales que se nos imponen en edificios y que no sabes quién es el crítico de arte que lo autorizó. Qué es lo que embellece y qué es lo que no, es súper subjetivo”, indicó Moreno.

Rodrigo Vera.

Rodrigo Vera.

Desde el punto de vista académico, el profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, Rodrigo Vera, también conversó con este medio e indicó que la idea de patrimonio que puede dar un mural o grafiti a un barrio no necesariamente se apega a la definición purista de patrimonio y más bien tiene que ver con la importancia de estas piezas gráficas para los pobladores.

Así explicó Vera el proceso de gentrificación en el caso del barrio Yungay.

“En el caso del barrio Yungay, el grafiti y el mural ha servido a la gentrificación del barrio más allá de la identificación que puedan tener sus habitantes originales con estas piezas artísticas que aparecieron paralelo al proceso de renovación de habitantes de ese barrio”.

En la actualidad, en el caso de Oficio, los murales son incluso una gran oportunidad para aumentar los costos de alquiler en los barrios. En Chile aún no existen estudios que relacionen estas dos variables en un determinado espacio, sin embargo, no es casualidad  que Airbnb, ofrezca un recorrido especial de graffitis en el barrio Lavapies, en España.

Según Oficio, hoy en Lastarria es usual tener un café frente a murales de destacados artistas, además de balcones frente a las mismas obras. Todo eso es parte de una experiencia que, aseguró el artista, sube inevitablemente la plusvalía, que ha detonado la institucionalización de las obras y que cada vez más aleja a los artistas de las poblaciones y de los barrios periféricos.

 

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