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La nostalgia traslada la escena musical venezolana a Chile

Para el sociólogo especializado en música, Erly Ruiz, el auge de bandas y músicos venezolanos saliendo a giras al extranjero se debe a la nostalgia.

Gabriela Medina D.

  Sábado 21 de septiembre 2019 15:38 hrs. 
Amigos Invisibles

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Suena una voz familiar en el escenario que pregunta a la audiencia “¿recuerdas esta canción?”. Es el audio de Eli Bravo, famoso locutor venezolano de los ’90, que interpela al público presente sobre esas melodías con las que creció. La gente grita emocionada porque sabe lo que viene. A los pocos minutos sale Julio Briceño, vocalista de una de las bandas más emblemáticas de Venezuela, Los Amigos Invisibles que se presentó el pasado 7 de septiembre en Santiago.

Santiago de Chile ha visto un incremento en la migración y, especialmente, de la venezolana que en 2018 superó a la peruana. Con esta migración también se han visto cambios en la escena cultural, en específico en la música. Ahora, en esta ciudad se pueden encontrar más shows de músicos venezolanos: casi la misma oferta que se veía en Caracas hace unos años atrás. Por ejemplo, los Amigos Invisibles ya han convertido a Santiago en una cita anual y así muchas otras bandas como La Vida Bohème y Desorden Público, entre otras. Incluso en 2019 Lollapalooza Chile incluyó en su cartel a Caramelos de Cianuro, una banda venezolana de los ’90.

“Obviamente hay una relación directa con todo el fenómeno de migración que hay hoy en día. Es un tema que es beneficioso para las mismas bandas”, señaló Carlos Paredes, venezolano que vive en Chile desde hace tres años y que es fan de Los Amigos Invisibles.

Al parecer, los shows de artistas venezolanos no solo se ha convertido en un negocio en el extranjero gracias a la migración; también es un lugar de reencuentro para muchas personas que pertenecen a esta comunidad.

“Uno se siente como en casa porque escuchas más tu acento, tu cultura y porque siempre vas a volver a tu hogar y a lo que viviste con cada una de las canciones”, expresó Yohana Antenucci, venezolana que lleva seis meses en Chile y que estuvo presente en el concierto de Los Amigos Invisibles.

Público en el concierto de Amigos Invisibles del pasado 7 de septiembre de 2019.

Público en el concierto de Amigos Invisibles del pasado 7 de septiembre de 2019 en el Teatro Coliseo.

Para el sociólogo especializado en música, Erly Ruiz, el auge de más bandas y músicos venezolanos saliendo a giras al extranjero se debe a la nostalgia. Según el académico, eso es lo que está vendiendo. “(Los venezolanos) ciertamente migraron y quisieron traerse su escena musical, pero una que está congelada, son como unos ídolos, que si no se atreven a crear nuevas cosas van a seguir en ese hueco de la nostalgia”, resaltó.

No obstante, Ruiz advirtió que la nostalgia es algo que trasciende a los venezolanos, pues ahora Hollywood y, en general la industria cultural, está apostando a eso. Igualmente, el sociólogo cree que los conciertos son buenos lugares para encontrarse con otros venezolanos o para que un chileno conozca una parte de la cultura de dicho país.

En entrevista con Diario y Radio Universidad de Chile el bajista de Los Amigos Invisibles, José “El Catire” Torres, se refirió a si la nostalgia es la propuesta en sus últimos shows, y al respecto dijo que es algo que no ha sido intencional de la banda.

“No había pensado lo de la nostalgia, el setlist que teníamos pensado está basado en las analíticas de redes sociales y plataformas musicales. Básicamente hicimos un set con las 20 canciones más populares. Obviamente, pareciera ser nostálgico, porque son temas que pegaron en Venezuela más que en ningún otro lado, pero la intención no es la nostalgia sino hacer el show más acertado y adecuado a lo que la mayoría de los fans esperan de Los Amigos”.

Cuando las bandas migran

Para nadie es secreta la situación de crisis política, económica y social que hay en Venezuela y por eso el aumento de migrantes de este país en el mundo. Según la Agencia de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ya son más de cuatro millones de venezolanos migrantes y refugiados.

Según estas organizaciones, entre los países que más reciben venezolanos están Colombia, Perú, Estados Unidos, España y Chile.

Estos cálculos indican que Chile está dentro de los lugares predilectos para los venezolanos y ese es también el caso de los integrantes de la banda Niño Nuclear. Esta agrupación poco conocida, incluso en Venezuela, estaba en su apogeo en el año 2014 cuando ganó el reconocido Festival Nuevas Bandas, un evento que es una institución en Venezuela y que lanzó las carreras de bandas como La Vida Boheme, Tomates Fritos y Candy 66, entre otros.

Leonardo Chacón, baterista de Niño Nuclear, contó que cuando decidieron irse de Venezuela pensaron que no había mucho que hacer y que el robo de todos los instrumentos a un compañero músico fue el detonante para tomar la decisión. “La movida ya estaba muerta. Ya todo en Venezuela estaba muy cuesta arriba y no teníamos posibilidades de seguir creciendo”, comentó.

El sociólogo Erly Ruiz concordó en que Venezuela tiene limitaciones para muchos artistas, pero que esto va más allá del contexto político actual, que es hoy el principal detonante para que los músicos migren.

Ruiz expuso que hay varios factores desde el punto de vista sociológico. “Hay tres cosas que influyen: uno, el techo estructural que tienen por la Fundación Nuevas Bandas. Segundo, la situación política del país, que te impide y te plantea ¿comes o compras cuerdas para la guitarra?, y que también afecta a los locales porque no tienen sonido, es decir, es como tratar de proyectar una película sin proyector. Y a esto se le puede agregar que la cultura de la noche está desapareciendo aquí”, afirmó.

El techo al que se refiere Ruiz es que este festival, como lo indica su nombre, tiene que ser una nueva banda y en Venezuela para entrar en esta categoría prácticamente tienes que ser un menor de edad. “Es como el Gobierno que trata como adolescentes a los ciudadanos. Los Amigos Invisibles, Los Caramelos de Cianuro, lamentablemente, pasaron por ahí. La situación es la siguiente: muchos músicos migran porque ya llega un momento aquí que tienes una edad particular y ya nadie quiere ir a tus tocatas, a nadie le importa porque ya no tienes la edad del Nuevas Bandas”, destacó.

La travesía de Niño Nuclear no ha sido fácil. La banda se está empezando a establecer y de a poco se han reunido sus integrantes en Chile. El vocalista de la banda, Mechu Leezard, tiene tres meses en el país, mientras Chacón lleva dos al igual que el bajista Fernando Rojas que, por ahora, vive en Talca. El último integrante, Ovidio Pernalete, todavía se encuentra en Venezuela.

La decisión de migrar a Chile para la banda fue más una casualidad que una decisión pensada, pero al preguntarles por qué no intentaron en un país como México, lugar al que se fueron muchas bandas venezolanas a probar suerte ya que allá existe una industria, los músicos defendieron a Chile como un lugar interesante para empezar de cero. “Sentimos que tenemos un potencial por lo menos para la música underground de Chile”, resaltó Leezard.

Los integrantes que viven en este país han tenido diversos trabajos para sobrevivir mientras logran darle un nuevo impulso a la banda. Hace poco tuvieron en Talca su primera tocata oficial y en octubre tendrán su debut en Santiago y otro concierto programado con OneChot, un famoso cantante de música urbana de Venezuela.

Nuevos horizontes para músicos venezolanos

Una percusión estridente comienza, el ritmo es familiar y a los segundos de escucharla el público pierde la compostura y baila frenéticamente. Suena uno de los hits más conocidos de Los Amigos Invisibles y en esos minutos el concierto llega a su clímax. No solo venezolanos bailaban en la pista, una pareja de chilenos que se encontraba en el concierto son seguidores de la banda desde hace años gracias a que unos venezolanos les prestaron unos discos el año 2004.

 

Este nuevo panorama plantea como interrogante si la nueva migración venezolana y el aumento de nuevos shows es una oportunidad para que los músicos se proyecten a nivel internacional.

Para el bajista de Los Amigos Invisibles, José “El Catire” Torres es algo innegable. “Sí, considero que en los últimos años ha habido más oportunidades para músicos venezolanos en el extranjero, no es un secreto todo el tema de la migración. Quizá no somos nosotros las personas correctas para hablar de eso, Los Amigos salimos de Venezuela hace 20 años y desde ese entonces estamos girando por el mundo”.

Con esto concuerda el sociólogo venezolano, Erly Ruiz. Para él es cierto que hay más público ahora en el extranjero para hacer más cosas pero tienes que ser alguien establecido. “Fíjate con Los Amigos Invisibles, tú le preguntas a alguien canciones después del disco Repeat After Me, que es el penúltimo álbum de ellos y se saben pocas, quizás “Tócamela”. La era dorada es la de los 90 y ocurre lo mismo con Desorden Público”.

Para el cantante de Caramelos de Cianuro (banda invitada en la última edición del Lollapalooza Chile), Asier Cazalis, ellos son de esos artistas con suerte que han podido suplantar los conciertos nacionales con internacionales y también piensa que se debe al éxodo de venezolanos. “Ahora estamos haciendo mucho más conciertos afuera que en Venezuela. Eso ayuda a llegar a diferentes públicos, cuando vamos a España vemos más españoles en el público, en México pasa lo mismo, en Chile también y por eso quisimos hacer Lollapalooza para salir un poco de ese nicho de la audiencia venezolana y llegar un poco más a la chilena”, explicó.

Una de las productoras encargadas de traer parte de la movida musical venezolana a Chile es La Sordera, que fue fundada por migrantes venezolanos que ya habían empezado el proyecto en su país de origen y apostaron por trasladarlo a este país.

Francisco Méndez, Project Manager y Booking de La Sordera, cuenta que cuando llegaron a Chile su meta y la de sus socios era conseguir trabajo en las productoras más importantes del país y aprender cómo funcionaban, para adaptar su proyecto al contexto chileno. Dos de ellos lograron entrar a este mundo. Su objetivo es simple: fidelizar el mercado venezolano en Chile.

Según Méndez, la cifra de asistencias de las bandas venezolanas que han traído van desde las 400 a las mil personas. “Traemos unas seis o siete bandas por año”, resaltó el productor.

Para el integrante de La Sordera lograr proyectarse como una banda a escala internacional depende de con quien se trabaje, más que con el hecho de hacer una gira en el extranjero. Para él lo ideal es hacerle un desarrollo al mercado ya sea con giras de medios o llevando la prensa.

“La verdad es que Chile tiene un mercado que al que le gusta el mundo del entretenimiento, lo consume, lo compra, está a su alcance”, dijo.

Independientemente si es por nostalgia u otra razón, los venezolanos emigraron junto con su música. En Santiago, definitivamente la oferta se ha ampliado y no da señales de que vaya a cambiar. Sin ir más lejos, todas las bandas entrevistadas tienen planes de hacer más conciertos en Chile para lo que queda de año, lo que indica que la escena, por lo menos en este país, solo irá en ascenso.

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