La crisis sanitaria mundial provocada por la pandemia de coronavirus ha obligado a replantearse la forma de vida y de relacionarnos, pero también ha llevado a que los investigadores y científicos reorienten sus energías hacia la búsqueda de soluciones que ayuden a las autoridades sanitarias a paliar los efectos del COVID-19.
La principal exportación chilena es el cobre y Codelco, la empresa estatal dedicada a la explotación de este recurso minero, lleva años invirtiendo en investigación para dar nuevos usos al cobre. Así lograron probar científicamente que este metal tiene capacidades para defender la salud de las personas contra las bacterias. Fue luego de rigurosas pruebas y evaluaciones que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por su sigla en inglés) certificó en 2008 un grupo de aleaciones de cobre como material bactericida para su uso en superficies de contacto, es decir, mesas, pasamanos, manillas de puertas etc. Dicha certificación reconoce que el cobre puro y las familias de los latones y los bronces son capaces de destruir bacterias potencialmente mortales en los ambientes hospitalarios.
Codelco Lab comenzó a apoyar iniciativas de aplicación del cobre fuera del ámbito hospitalario y utilizando aditivos para telas y polímeros, siendo uno de los primeros proyectos los calcetines con cobre que se co-desarrollaron con la empresa Monarch. Ya en el 2015 el conjunto de emprendimientos apoyados por Codelco, a través de Codelco Lab, llegó a 40 en áreas que incluyen los alimentos, tecnología, cuidado animal, textiles y polímeros.
En el contexto de la pandemia de coronavirus, el cobre pasó a ser un elemento muy valorado, justamente por sus propiedades antibacterianas y antimicrobianas. Existen dos estudios que han analizado el tema y, en general, concluyen que la incorporación de superficies con aleaciones de cobre podría ayudar en el control del contagio del virus. El primero de la Universidad de California señala que luego de 4 horas sobre una superficie de cobre “el nuevo coronavirus o SARS-CoV-2 ya no se muestra viable.” El segundo, de los científicos Sarah L. Warnes, Zoë R. Little, C. William Keevil, demostró que el virus HCoV-229E (un tipo de coronavirus) se mostró inactivo en distintas aleaciones de cobre al paso de pocos minutos.” Lo anterior, sumado a regímenes de limpieza efectivos y buenas prácticas clínicas, podría ayudar a controlar la transmisión de coronavirus.
Sebastián Carmona, Gerente de Innovación de Codelco, conversó con nuestro medio respecto del rol que cumple la empresa estatal en el desarrollo de una nueva industria nacional para dar otros usos a nuestro principal recurso natural.
“Hemos empujado, en Chile y en el mundo, emprendimientos que utilicen aditivos de cobre, sobre la base de las nanopartículas, es decir no sobre el cobre metálico. Ese tipo de insumos se ha utilizado en calcetines, en mascarillas y nosotros estamos empujando eso porque esos artículos evidentemente tienen capacidad de ser antimicrobianos, pero deben ser probados. Lo que Codelco certificó en 2008 dice relación con el cobre metálico: eso se puede ver en las barandas de cobre en el aeropuerto, hospitales y en las propias oficinas de Codelco y eso está efectivamente comprobado con propiedades antibacteriales, de ahí a poder decir que las máscarillas o guantes con nanopartículas de cobre también tienen estas propiedades, habría que evaluarlo y entiendo que los emprendedores que han estado trabajando en eso han avanzado en esa evaluación”.
El Gerente de Innovación de Codelco manifestó que la empresa pretende seguir impulsando la búsqueda de nuevos usos para el cobre. “Con el fondo inversión Aurus apoyamos emprendimientos y empresas tecnológicas que desarrollan productos con nuevos usos del cobre. Nosotros después le pedimos a los emprendedores que tomen su propiedad y traten su emprendimiento de forma seria y vayan avanzando, es decir, hay un acompañamiento posterior de modo que se siga desarrollando la innovación”.
Acortar los tiempos de diagnóstico: el kit Nona Amp
La falta de insumos a nivel internacional es un tema que preocupa gravemente a los diversos gobiernos, pero aunque la atención pública se ha centrado en la llamada guerra de los ventiladores, existen otros productos que escasean y son tanto o más importantes que ellos, como por ejemplo aquellos que permiten la purificación de la información genética del virus para que pueda ser detectado y que hoy están agotados a nivel mundial.
Esto fue lo que motivó a Matías Gutiérrez y Chantal Márquez, ambos egresados de la Universidad de Chile, quienes junto a Ana Morán desarrollaron Nona Amp, un reactivo que permite detectar el patógeno directo desde la muestra.
“Al saltarse el paso de purificación, que puede demorarse entre una hora y media a cuatro o incluso más, podemos entregar resultados más rápidos. Lo que nosotros estamos haciendo es que se mezcla la muestra con nuestro reactivo y ya está lista para ser usada en la detección”, explica Chantal Márquez, ingeniera en biotecnología molecular de nuestra casa de estudios.
Una vez que dieron cuenta de la escasez de reactivos, la empresa GenoSur comenzó a trabajar el 31 de marzo, casi sin descanso, debido a la limitada cantidad de equipos. “Para poder duplicar el número de exámenes que se hacen hoy, es necesario desarrollar tecnologías como Nona Amp que permite acortar el tiempo que se demora en hacer cada ronda de diagnóstico y, al poder acortar ese tiempo, se puede duplicar la cantidad de ronda de diagnóstico diario y, a partir de eso, duplicar la capacidad país para hacer diagnóstico”, detalla Matías Gutiérrez, co fundador de la empresa.
La innovación desarrollada por GenoSur y Chantal Márquez, permite un aumento de la capacidad de procesamiento de los laboratorios de diagnóstico molecular de entre un 30 y 60 por ciento, pero además baja considerablemente los costos ya que el proceso de extracción de ARN, que es de aproximadamente 7 mil pesos, disminuye a 2 mil por muestra. El Gobierno de Chile ya compró un millón de kits y la segunda semana de mayo, Estados Unidos les compró dos millones: GenoSur trabaja a toda marcha para ayudar a detectar más rápidamente a los contagiados.
Tanto Matías Gutiérrez como Chantal Márquez expresan la importancia del desarrollo científico ante los enormes desafíos que ha presentado la pandemia y critican la falta de recursos por parte del Estado para que los científicos chilenos puedan contar con lo necesario para desarrollar investigaciones que pueden llevar a un mejoramiento de la administración de la crisis sanitaria. “Hace poco se lanzó un fondo para COVID-19 y postularon más de mil proyectos y se van a adjudicar no más de 25, entonces la tasa de aprobación es de 3 por ciento para proyectos que están inventando tecnologías que podrían cubrir distintas necesidades en este momento de pandemia. Claramente, para que la industria tecnológica chilena crezca, se necesita un poco más de recursos, más fondos disponibles para que los investigadores realicemos soluciones tecnológicas”, dice la doctora en Virología.
Matías Gutiérrez hace eco del llamado de Chantal Márquez respecto a la inversión del Estado en investigación. “Corfo y la ANID deberían disponibilizar los recursos lo antes posible, deben confiar en sus científicos porque estamos tratando de solucionar este problema a través de los conocimientos que el mismo Gobierno financió que obtuviésemos a partir de nuestras becas de doctorado y que podamos capitalizar la tremenda inversión que hizo el estado en nosotros”.
Aportar a la trazabilidad: el CoWatch
La expansión sostenida de los contagios por COVID-19 ha demostrado la urgente necesidad de tener mayor información respecto de cómo se infectan los pacientes. Es sobre esa base que los ingenieros José Reyes y Eduardo Hitschfeld, fundadores de Vigalab, idearon un brazalete que mide la temperatura corporal: el CoWatch. Este dispositivo puede ser utilizado en diversas actividades productivas, que no pueden paralizar obras y que requieren constante monitoreo como, por ejemplo, la minería.
“La solución es un sistema que se integra con un brazalete, que se encarga de medir la temperatura de las personas y comunicarlo mediante bluetooth al segundo componente del sistema, que es una aplicación que llevan los usuarios en sus celulares. Esa aplicación se encarga de tomar la medición del brazalete y, además, cuando ve que la persona tiene una temperatura elevada le hace una serie de preguntas sobre sus síntomas”, explicó el ingeniero mecánico José Reyes.
La información obtenida por el CoWatch se recopila en una base de datos que categoriza a los usuarios según riesgo de contagio, información que se entrega a la empresa o a la persona que adquirió el brazalete de modo de monitorear su estado.
Consultado sobre la forma en que se protegen los datos de los usuarios, Reyes explica que si el uso del brazalete es a nivel empresa y con el objetivo de supervisar la salud de los trabajadores, cada usuario del CoWatch debe dar sus consentimiento para el manejo de sus datos, los que, de cualquier manera solo pueden ser utilizados internamente. “Los datos recogidos por el dispositivo y la aplicación se asocian a una identificación que el usuario determina y que puede o no llevar su información personal, según lo desee la persona”
Tanto en GenoSur como en Vigalab esperan poder seguir investigando y trabajando en orden a ayudar a que tanto Chile como el mundo cuenten con herramientas que permitan paliar los efectos del COVID-19. Como afirma Matías Gutiérrez, los científicos buscan dar soluciones a esta crisis que nos afectan a todos. “Esta es una tragedia y la ciencia será la que dé la respuesta” afirma el doctor en Biotecnología.