Ha comenzado la visita del Papa Francisco a Chipre y Grecia, dos países donde la Iglesia Católica es muy minoritaria y a donde llegan grandes cantidades de inmigrantes que esperan ser reconocidos como refugiados en Europa.
El Papa Francisco ha solicitado a los miembros de los países comunitarios que reciban e integren a los inmigrantes pero también quiere reforzar los lazos ecuménicos entre las Iglesias católicas y ortodoxas. En ambos países será recibido por las autoridades civiles y eclesiásticas, comenzando por sus Presidentes y sus Primados ortodoxos.
“Para construir un futuro digno para el ser humano hay que trabajar juntos, superar las divisiones, tirar los muros y cultivar el sueño de la unidad”, declaró el papa la catedral maronita de Nuestra Señora de la Gracia, en Nicosia
“Necesitamos acoger e integrarnos, caminar juntos”, añadió refiriéndose a la crisis de los migrantes en el Mediterráneo, “un mar que fue cuna de tantas civilizaciones, donde aún hoy desembarcan personas, pueblos y culturas de todas partes del mundo”.
El Papa Francisco visitará también el centro de acogida de inmigrantes en la isla de Lesbos, a donde ya fue hace cinco años, llevándose entonces con él a Roma a tres familias de refugiados sirios. Se sabe que se llevará ahora a 50 inmigrantes de Chipre.
Habrá algunas protestas por parte de grupos ortodoxos que se oponen a la visita del Pontífice. La última visita de un Papa a la capital griega fue la de Juan Pablo II hace veinte años, en la que pidió perdón por las Cruzadas y la invasión de Constantinopla.
Se trata de la segunda visita de un papa a Chipre, una isla poblada especialmente por cristianos ortodoxos, tras la realizada por Benedicto XVI en 2010.
El diálogo con los ortodoxos, que se separaron de la Iglesia católica en 1054 durante el gran cisma entre Oriente y Occidente, también está en el orden del día.