Ni de penales ni de polémicas voy a hablar. Son como la estática en un dial que hasta ayer parecía infinito. Es difícil encontrar la música en un partido como el que ocurrió en Lusail. Su banda sonora es lo más parecido la reproducción aleatoria del Spotify o a los tenebrosos giros en el Invierno de Vivaldi. El pase del cuatro argentino en el minuto 108, es eso, un movimiento revulsivo que tiene más de fe que de razón. Lautaro con dos situaciones claras sobre la espalda, el diez con el tiempo en el cogote intentando abrir espacios entre los azules. El primer disparo es un misil que Lloris aguanta como un bloque de cemento. Messi agarra el despeje como un nueve clásico del área chica y marca un gol que, nadie sabe, pero es solo un interludio.
Dos semanas atrás, luego de su sobrio paso por fase de grupos, Lionel Messi recibía el premio MVP del partido con Australia de las manos de Paulo Londra en una jugada que no es casualidad. El delantero del PSG vive coqueteando con la música urbana de su país. En octubre de 2019 ya se le había visto posando junto al cantante cordobés que acumula casi 14 millones de reproducciones en Spotify, lo mismo que sucedió con Bizarrap, el compositor y productor más famoso de Argentina, en su debut en el Parque de los Príncipes, sumado a los vídeos que comparte de sus hijos imitado a trapperos como Tiago PZK.
Son varios los representantes de esta camada de músicos veinteañeros los que también llegaron Catar durante la gesta trasandina. A algunos les llaman cábalas, como a la llegada de Tini Stoessel, la novia de Rodrigo De Paul, luego de la derrota frente a Arabia Saudita; a otros, profetas. Como a Londra, que, en el entretiempo del partido frente a Polonia, se fotografió con los hijos de Messi haciendo el gesto de 2 – 0 con las manos. La lista, además, la completan el rapero Rusherking y el propio Bizarrap.
Pero sobre todos, hay uno que parece ser el predilecto. Valentín Oliva, conocido como Wos, fue la voz con la que Argentina celebró los goles que marcaron su paso por Catar. Y es que, en una apuesta inédita de este mundial, la FIFA permitió a cada selección elegir un tema que sonaría en los estadios después de cada anotación. España, por ejemplo, eligió “Mi gran noche”, de Raphael; Brasil, a “Esquentado o couro”, de Escola de Samba; Inglaterra, a “One kiss”, de Dua Lipa; y México, a “Son de La Negra”, de Mariachi Vargas. Clásicos y pop moderno, de eso estaría compuesta la lista de no ser por la jugada argentina de incluir a un rapero proveniente de las batallas callejeras de “El quinto escalón” y su tributo ricotero que acompañó los goles de Fernández, Mac Allister, Molina, Di María, Álvarez y Messi.
“Combino un flow demasiado argentino, demasiado duro pal mal gusto de tus amigos”, golpea Wos sobre un riff sampleado de Luzbelito y las sirenas, de los históricos Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. “Luz Delito”, la versión wosiana, es el quinto tema del primer álbum del rapero lanzado en 2019, y que sentaría las bases sobre las que se sostiene hoy su propuesta de un trap tan violentamente poético y con guiños directos a la historia rockera y folklórica argentina. Ese mismo, en 2022, detonaría también en Arrancámelo, el single que acompaña la gesta de los comandados por Scaloni en el documental “Sean eternos”, de Netflix.
“Este tema se está transformando en el nuevo ‘Por mil noches’”, escribe un usuario de Twitter luego de la única derrota que sufrió Argentina en Catar. Su reclamo hace referencia a un vídeo de YouTube en el que a los recortes de los goles fallados por Higuaín y de las dos finales de Copa América en las que Chile se impuso a los trasandinos, se les superpone la canción de Airbag que dice “cada vez que estás cerca de mí, es un infierno”. Y es que, si el fútbol pudiese oírse, seguramente sería parecido a una canción de amor o lo contrario. “No me pidas que no vuelva a intentar, que las cosas vuelvan a su lugar”, dice Wos en Arrancámelo, una melodía que, para condena eterna, sería hoy una cruz sobre el derrotero argentino si el resultado de este 18 de diciembre hubiese sido distinto.
Muchos nos pasaríamos las madrugadas de insomnio refugiados en esos vídeos, como los que recogen las mejores jugadas de Riquelme al ritmo de la versión hipnótica de Nahuel Pennisi de “Toco y me voy”. Es difícil también pensar en el sombrero de Di María a Ederson en la final de Copa América en 2021 alejado de la versión rockera de “Tu nombre y el mío”, de Usted Señálemelo, popularizada gracias al canal de YouTube, Goles en contexto.
“Deja la lluvia caer / riega los suelos del sur / moja la nueva cosecha que vendrá”.
En 2010, en pleno apogeo del Lionel Messi en Barcelona, el chef catalán, Jordi Roca, se preguntó qué sabor tendría algo que no tiene un sabor tangible, algo como el gol maradoniano del diez argentino al Getafe en 2007. El resultado: un postre servido en la mitad de un balón de fútbol, en el que una minipelota rellena de dulce de leche debe atravesar unas redes de azúcar para explotar finalmente en un fondo de crema de frutas y flores comestibles, tan inalcanzables como la presunción de que existen fórmulas para explicarlo todo, para contarlo todo.
Los goles, a favor y en contra, me saben y suenan siempre al correr del tiempo. Como esa columna que leí en 2018 luego de la eliminación argentina frente a Francia y cuyo título era el estribillo de una canción de la banda indie, El mató a un policía motorizado. Es inevitable pensar en el mundial y los fracasos sin dejar de lado el pasado y el futuro. Como el minuto 108 de la “mejor final de la historia” con el cronómetro ajustándote el cogote y recordándote que, en cuatro años, si algo puede emparentarte con el astro argentino, es que ambos serán distintos.
“Cuidarte siempre a vos en la derrota / hasta el final, el final”.
Ayer, una vez finalizado el partido, la banda liderada por Santiago Motorizado subió al Instagram una foto de Lionel alzando la Copa Mundial. La descripción decía algo así como “hoy celebraremos como familia”, un retaso de uno de sus hits de 2012 titulado “Más o menos bien”. Yo, en cambio, me acosté pensando en “Navidad en los Santos”, una metáfora de las celebraciones de fin de año similares a lo que los días suelen entregar a veces: presión alta, revanchismo y goles que tardan en ser celebrados. “Te persigue la policía el día de navidad”, se repite incansablemente en sus estrofas. El final, como un gol de Messi en el tiempo suplementario, no es una sentencia sino más bien un interludio hermoso: “Es la fiesta que te prometí”, repite Santiago, “es la fiesta que te prometí”.