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Las máquinas de Norton Maza: exposición en Museo Taller revela “La necesidad de jugar”

El reconocido artista visual recuerda que desde su infancia empieza la relación con la madera y destaca que la muestra tiene algo nostálgico y poético. "Con cosas pequeñitas uno puede lograr una profundidad" reflexiona Maza.

Diana Porras

  Domingo 30 de abril 2023 10:17 hrs. 
NORTON 1

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La exposición La necesidad de jugar está montada en una habitación restaurada de un ala del Museo Taller, que se ubica en antiguas casas del tradicional barrio Yungay. La muestra del reconocido artista visual Norton Maza estará abierta hasta el 30 de junio.

El lugar donde se exhibe forma parte del montaje, representa esa especie de útero que cobijó la infancia de Norton, donde se fue desarrollando su vocación por el arte, pero también es una habitación en la que, de una u otra manera, todos y todas hemos estado, es la metáfora de una memoria colectiva”, comentó la curadora de Museo Taller, Marcela Bañados, durante la inauguración.

Norton Maza ha participado en numerosas exposiciones y Bienales internacionales. También ha recibido residencias de arte y premios. Su obra está ligada a una fina exploración de los contrastes socioculturales y políticos.

Hay una historia que marca su trayectoria artística. Por el exilio de sus padres, Maza creció en Francia y en Cuba. A finales de los noventa, regresa a Chile y se pregunta: ¿Por qué hago arte? En entrevista con Diario y Radio Universidad de Chile, el artista nos explica esta búsqueda porrecrear el juego en mi cabeza”.

¿Cómo influyen tus experiencias de infancia en esta exposición? 

Tuvimos una infancia movida y bien agitada en todos los sentidos sociales porque era un nuevo país, un nuevo lenguaje. Mi vínculo con las cosas fue muy distinto a lo que vivía antes en Chile por la situación social y política. Mi padre estaba preso por lo que la relación era muy inestable emocionalmente, pero también de distribución porque me dejaban encargado con la familia.

Entonces , por primera vez, hay una especie de tranquilidad pero además una nueva relación con el entorno. Desde el Río Cautín en Lautaro y llegar después al Río Sena era para los padres algo chocante. Sin comprensión de idioma. Ellos deciden irse a Bordeaux y  luego a Cuba cuando tenía nueve años. Fueron realidades muy diferentes y en Cuba fue un nuevo renacer porque volví al castellano. En todos esos periodos hubo un vínculo con el juego.

En Francia, hacía algunos trabajos de traductor y, a veces, me ganaba un obsequio. Mi papá me regalaba un juguete, un autito de plástico…

En Cuba, compartía con los chicos porque no había una tienda ni un supermercado como lo conocemos acá. El gobierno se encargaba de entregar un juguete al año como para el día de los reyes y uno accedía según lo que iba quedando. Y ahí aparecía: el juguete colectivo.

En la muestra destacan los juguetes restaurados. ¿Cuál es la importancia de tu relación con la madera? 

En Cuba, jugábamos con palitos, con madera y con cosas muy precarias. Y como lo dicen generaciones completas: se jugaba con el viento, la lluvia, el escondite, la sorpresa…Eran muy creativos y dinámicos e, incluso, reforzaba la personalidad.

Entonces eran pocos juguetes y algunos teníamos que restaurarlos. Y de pronto, simplemente, teníamos que hacer uno nuevo y empezaba el problema ¿Cómo pasar de niños a ser medio ingeniero? Para empezar a hacer un autito y construir algo. Fueron mis primeros pasos cortando el palo de escoba de mi mamá y con eso hacía las ruedas. Sin querer, empieza la ingeniería y la relación con la madera… lo más noble que podía existir porque no había mucho plástico ni herramientas.

En otras ocasiones,  hacías referencia a: “El hermoso paraíso del oficio”. ¿Qué significa esta afirmación? 

Ingresé como a los 12 años a la primera escuela experimental y aprendí a dibujar cosas simples, perspectiva y naturaleza muerta. Entras desde tan joven que tienes tiempo para empezar a estudiar los procesos: el grabado, el dibujo, diversas técnicas, de carpintería y fundición. Y el oficio es muy importante y en la medida que desarrollas tus años de estudio, te van soltando. Al principio es estricto, académico y metódico.

La actual exposición se desarrolla en un increíble Museo Taller donde está el oficio de la carpintería y de la impresión. Un espacio mágico, una especie de  oasis en Santiago, necesario y un pulmón de pensamiento.

MUSEO TALLER 2

 

¿Por qué se destaca la ubicación del montaje al interior del Museo Taller?

Es una serie de doce juguetes y tiene que ver con un momento: cuando terminé de estudiar en Cuba.

Estando en Santiago, y me acuerdo perfectamente porque tenía un taller en Monjitas, me senté al lado del Bellas Artes en el Parque Forestal y me pregunté. ¿Por qué hago arte? ¿Por qué estudié arte? ¿Por qué hago todo esto? Y me acordé que mi madre me motivó a postular a la escuela con esa idea de verme hacer muchos dibujos, pero también juguetes y esculturas. Pensé que en la escuela me formaron demasiado estricto hacia la técnica y perdí esa libertad ingenua de un niño. Y me hablé: voy a hacer otro intento como si yo no hubiese crecido…pero con mejores herramientas. Y así, empecé a jugar.  Entonces la primera exposición que logré hacer en Chile tiene que ver con los juguetitos y empiezo a restaurar que era el mismo ejercicio que hacía desde niño. Recolectar pedazos de palos en la calle-y no a comprar-, enderezar clavos.

Me ofrecieron una dupla , en ese momento, con Victor Hugo Bravo en una galería antigua en el centro que se llamaba Bucci. Hice la primera serie de La necesidad de jugar, pero con otro nombre porque tenía otra disposición. Luego fui a Francia porque me invitaron a una residencia donde trabajé en La necesidad de jugar I, recolectando todos los juguetes en un pueblo con los vecinos y se hizo una exhibición. Quedó en un museo en Francia del Fondo Regional de Arte Contemporáneo de Limoges y es parte de la colección del Estado.

Acá es volver a ese origen, nuevamente, pero con toda una historia y un montón de viajes positivos para volver a la infancia. Para mí va a ser la última exhibición individual en mucho tiempo porque me voy a concentrar en proyectos afuera…pero fue una coincidencia. Después lo pensé y me di cuenta: empecé y termino un ciclo con juguetitos en un lugar muy íntimo…en una sala del museo como un hogar.

Y hay una música de Keith Jarrett con los sonidos de los niños jugando que me evoca la infancia. De hecho, cuando puse la obra me emocioné. Es muy lindo, es nostálgico y poético: con cosas pequeñitas uno puede lograr una profundidad grande.

El juguete, de plástico o metal, tiene una historia y no se sabe el recorrido porque compré en la feria y otros me los regalaron. Y con pedacitos de madera que fui incrustando, le hago las cotas, las medidas, como la arquitectura, lo que no había y unir cada fragmento que inserto en el juguete antiguo. Y genero un tercer juguete: es una fusión entre el juguete de metal o plástico con el de madera…es híbrido, una metamorfosis entre ellos. Que nos habla de nuestro entorno, nuestra forma de vivir.

En tu  actual exposición, pero también en obras anteriores en Chile y a nivel internacional. ¿Cuál es tu inspiración cuando piensas en la migración y el racismo?

Es indudable con la historia que he tenido, y que es la misma de muchas personas, que los temas de la migración, del racismo y de la exclusión son muy fuertes. Y sobre todo en los niños, marcan el destino y una forma de vida. Muchas veces, desde el dolor y el abandono e influye en cómo se desenvuelve el grupo familiar.

En Chile, ahora tenemos el caso tremendo de Venezuela con una migración que está aconteciendo de modo salvaje, las mafias, trata de blancas, narcotráfico o que vienen a delinquir. Y personas muy humildes que tratan de buscar una mejor vida en otros lados.

Puedo contar un ejemplo cuando fuimos exiliados en Francia.

Entonces hasta el día de hoy intento vincular muchos proyectos con esa realidad. Justamente, para no olvidar que eso acontece y tener ojo frente a eso. Nunca perder el aspecto humano de las cosas. Cuando solo son puro objeto y se convierten en elementos, desaparece lo humano y ahí estamos en un problema bastante grave y serio.

Desde el punto de vista personal y artístico, ¿Cuál es tu mirada sobre la conmemoración de los 50 años del Golpe Militar?

Es una fecha importante y dramática, pero podría pensar también que es una forma de cuantificar o de ver los avances. Me apena porque como país siento que no ha crecido mucho. Al contrario, ha sido ausente de esta situación y por lo tanto no sería extraño que se vuelva repetir. No ha tenido memoria. Me refiero a título de país porque, evidentemente, determinados sectores y grupos están luchando por mantener la memoria.

También ha sido una situación instrumentalizada por artistas que le han dado un contexto mucho más estratégico, a veces, para poder desarrollar un proyecto artístico para trascender y no de fondo.

Otro tema, por ejemplo, el de La Araucanía. Lo mapuche y potenciar determinadas obras argumentando la condición mapuche…claro, pero son temas en boga y es muy difícil. Sí, siempre hay que hablarlo. Yo estoy tatuado y soy nacido en Lautaro ¡Imagínate! Me siento orgulloso de ser del sur, por eso no digo que soy de Chile sino de La Araucanía, Lautaro, Sudamérica. Para mí el hombre es libre, tiene posición donde nació pero no un Estado, un país, una bandera, todo eso…

Y creo que Chile ha retrocedido mucho, iba en buen camino y después se desmoronó, con el estallido se agudizó y ahora está en una sociedad en una especie de retail, como La Polar. Te vende una zapatilla de marca, pero es otro modelo. También el fenómeno de encarcelar la pobreza.

Es una conmemoración, pero también para repensar : volver a cero y decir que esto no puede volver a suceder. Y hacerlo en serio como país, no puede estar Larraín (Hernán) a cargo de este equipo que trabaja en una Nueva Constitución porque son los avales, padrinos-por decirlo de alguna manera- de la dictadura y el golpe. En otro país o continente eso no habría pasado. Hay que hacer un esfuerzo grande como país.

 

FOTO PORTADA: Adrián Lepe

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