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Año XVI, 16 de julio de 2024


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Ser oposición en tiempos de rotación en el gobierno

Columna de opinión por Patricio López
Viernes 14 de julio 2023 10:16 hrs.


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La existencia en Chile de un periodo presidencial de cuatro años sin reelección hace muy difícil abordar asuntos que no sean coyunturales: el primer año se ejerce con el presupuesto del año anterior, el segundo sí se gobierna, el tercero empiezan las renuncias mientras la atención se vuelve gradualmente a las candidaturas presidenciales y, el cuarto año, ya es de elecciones y la administración en ejercicio pasa a ser irrelevante. A esto se agrega que no hay continuidad política: las últimas cinco administraciones han sido de alternancia.

En una perspectiva más desconfiada, hay quienes incluso piensan que los periodos presidenciales en Chile están diseñados de este modo para que nada relevante cambie. Pero, aunque así fuera, los problemas no desaparecen, por el contrario, crecen, se perpetúan y a veces explotan, como ocurrió el 18 de octubre de 2019, fecha que a un sector del sistema político le gusta ver como un paréntesis de anormalidad entre dos normalidades e incluso como un acto meramente de lumpen, sin contenido político. Pero, como han reconocido transversalmente los pocos dirigentes que se acuerdan en público de lo que ahí pasó, las promesas que se le hicieron al país para superar la crisis hasta el día de hoy no se materializan. Es más, resulta evidente el retroceso en la predisposición a atender las demandas sociales.

Un sistema político que no canaliza adecuadamente los anhelos del pueblo, dicho esto en los términos de Hugo Herrera, está condenado al descrédito, luego de lo cual los ciudadanos optan por dos vías: una muy mala, que es el desentendimiento de lo político, y una aún peor, que es el apoyo a opciones extremistas que prometen resolver los problemas nacionales con fórmulas mágicas y/o autoritarias, lo cual siempre termina empeorando las cosas.

Para que esto no ocurra, y dejando afuera la duración de los periodos presidenciales y la reelección, que son asuntos opinables, se hace indispensable que dirigentes, partidos y coaliciones -estén circunstancialmente en el gobierno o en la oposición- se comprometan con la solución de los problemas de largo plazo. Podría ser risible, si no diera cuenta de la incapacidad del sistema, que en todos los gobiernos estemos discutiendo reformas tributarias, previsionales o de otra índole.

Estas consideraciones están, en parte, en el trasfondo de la discusión de la oposición de derecha, que perfectamente podría ser mañana una discusión entre la oposición de centroizquierda. El devenir del sistema político chileno ha demostrado en los últimos años que negarle la sal y el agua al gobierno de turno es pan para hoy y hambre para mañana. Esto solo mantiene y, peor, hace crecer problemas que terminarán explotando nuevamente en el próximo periodo presidencial, en la cara de quienes hoy están en la oposición cuando entonces estén en el gobierno.

Por último, lo más importante: es de una enorme frivolidad la postergación de asuntos tan graves como las jubilaciones miserables o la desigualdad, todo lo cual hace sombría la vida cotidiana de un sector importante de la población.

Envíanos tu carta al director a: patriciolopez@u.uchile.cl

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.