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Cestería de Hualqui, las artesanas del coirón y el chupón: “tejiendo saberes” para la subsistencia del oficio

El 8 de marzo, en el Museo de Historia Natural de Concepción, se presentarán los resultados de un estudio que identificó una serie de amenazas a esta práctica ancestral.

Diana Porras

  Sábado 2 de marzo 2024 15:28 hrs. 
CESTERIA HUALQUI 3

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Hualqui es una localidad ubicada 24 kilómetros al sureste de la ciudad de Concepción donde desde hace al menos un siglo viene desarrollándose una producción artesanal de características singulares. La cestería en coirón y chupón es una práctica tradicional de origen mapuche que en el caso de esta localidad fue conectando con su particular geografía, adquiriendo características únicas que hablan del territorio: la materia prima utilizada, las técnicas para recolectar, los colores y los diseños.

Diversas señales provocaron una alerta. Una de ellas, la escasez de las fibras vegetales en esta zona de la Región del Biobío ha permeado profundamente en este oficio artesanal.

Durante el 2023 el Museo de Historia Natural de Concepción desarrolló un proyecto  financiado por el Fondo de Apoyo a la Investigación Patrimonial (FAIP) del Servicio Nacional del Patrimonio, titulado “Cestería en Coirón de Hualqui: Valoraciones y problemáticas en torno a su subsistencia”.

La investigación estuvo a cargo de Josefa Krstulovic Matus, antropóloga y curadora del área de Etnografía y Artesanía del Museo de Historia Natural de Concepción, Stephanie Barraza López (socióloga) y Rocío Pérez Aguayo (antropóloga).

El próximo 8 de marzo, en el marco del Día Internacional de la Mujer, se presentarán los resultados del estudio. Ese mismo viernes, a las 16.30 horas en el museo, se dará inicio a la exhibición “Artesanas del coirón y el chupón: tejiendo saberes”.

¿Cómo surgió este proyecto? “El planteamiento lo hicimos en conjunto con las artesanas después de algunas conversaciones” recuerda Josefa Krstulovic en entrevista con Radio y Diario Universidad de Chile. ¿Por qué este oficio sufre una serie de impactos por problemas socioecológicos? La curadora explica las razones de que el coirón y chupón, ambas hierbas endémicas, estén en un estado de conservación vulnerable.

“Esto se debe, principalmente, a la reconversión del uso del suelo y plantaciones de monocultivos forestales. Lo que ha producido que ecosistemas nativos han sido disminuidos y desplazados. Y ha implicado la desaparición de la materia prima en las zonas tradicionales de recolección” relata.

También se identifican otros riesgos. Algunos se relacionan con la sequía, los químicos utilizados para la mantención de los monocultivos y los incendios, al ser especies de rápida combustión. Ante este escenario de escasez, se trasladaron a otras comunas a buscar el material como Santa Juana. “Pero estos nuevos lugares fueron devastados el año pasado con el incendio. Se trata de daños poco conocidos, pero que afectan profundamente a las y los artesanos” lamenta Josefa Krstulovic.

Josefa Krstulovic

Josefa Krstulovic

En Chile en los últimos años se ha incrementado el reconocimiento del patrimonio inmaterial, así como los lugares de producción y tradición artesanal. Para el caso de la cestería en coirón y chupón de Hualqui esto se puede evidenciar a través de su registro como un centro de producción artesanal por el Centro de Documentación de Bienes Patrimoniales, y desde diciembre de 2021 por su ingreso en el Registro de Patrimonio Cultural Inmaterial.

Se advierte que pese a ser reconocida por su valor patrimonial a nivel gubernamental, actualmente no existe una preocupación estatal ni privada por proteger los espacios de donde se extraen estas fibras vegetales, aun cuando esta práctica signifique un ingreso económico para las familias que trabajan en dicho oficio. La cestería hualquina se distingue por la elaboración de objetos utilitarios y decorativos en fibras de coirón (Nassella chilensis) y chupón (Greigia sphacelata), tejidas en espiral por medio de la técnica ancestral de aduja.

“Las mismas artesanas me contaban que el coirón y el chupón son considerados una maleza para la industria forestal. Entonces no se le hace un resguardo como un producto forestal no maderero como sí sucede con otros, como los hongos, donde sí se tiene una conexión con los productores y se les deja pasar a los predios” afirma la curadora del Museo de Historia Natural de Concepción.

“Nos reunimos para trabajar en el mapa”

Durante la investigación, se efectuaron entrevistas semi-estructuradas y se realizó una cartografía social la cual permitió identificar aquellos factores que amenazan la continuidad de esta práctica artesanal.

“Y resultaba muy adecuado el enfoque metodológico porque permite un análisis participativo del territorio y sus dinámicas” detalla Josefa Krstulovic.

El objetivo de esta técnica fue conocer, por medio del dibujo, una realidad que se va construyendo colectivamente a través de un mapa. Y comenta: “Lo que hicimos, en primer lugar, fue coordinar con las participantes las zonas a delimitar en el mapa y por eso incluimos Hualqui, Concepción, Santa Juana y Talcahuano”.

¿Qué pasó cuando el mapa estaba listo? Se convocó a una jornada donde las artesanas identificaron las zonas antiguas “para luego ubicar las amenazas y los peligros que afectan tanto a la materia prima como a ellas en la recolección”. También se reconocieron las zonas de difusión de la práctica artesanal, los puntos de intercambio-venta y donde se realizan talleres.

Hacía “falta ver un panorama más completo del entramado social que hay detrás del objeto” reflexiona Josefa.

En este proceso se analizaron diversos factores: ambientales, antropogénicos y socioculturales. Se reconoce la inexistencia de un recambio generacional que continúe el desarrollo de esta práctica. No obstante, gracias a la transmisión de conocimientos que realizan algunas artesanas, es que mujeres de otros sectores se dedican hoy a esta artesanía (Talcahuano).

“Es un gran tema porque, en la actualidad, la cantidad de personas que se dedican a este oficio es muy baja. Son 11 cultoras identificadas según el Sistema de Información para la Gestión Patrimonial (SIGPA) ,que es una cifra preocupante para la continuidad del oficio” explica Krstulovic.

Las cultoras cuentan con un conocimiento acabado de todas las fases del ciclo productivo, proceso que incluye la recolección de la materia prima, la preparación de las fibras, el tejido de las piezas y su comercialización. Pese a que la memoria de las artesanas no supera las dos generaciones -esto es, madre y abuela-, ellas coinciden en señalar que desde siempre han sido las mujeres quienes se han dedicado a este arte y lo han transmitido por línea familiar.

Cuando se transmite a otras localidades “el nombre cestería de Hualqui no pierde el sentido porque igual tenemos que considerar a las artesanías como un proceso que es dinámico y no algo estático. La cestería tiene un origen tradicional mapuche en Hualqui,  fue adquiriendo características propias como los mismos colores que se utilizan y los objetos que se fabrican”.

Cecilia Villegas, una de las artesanas de Talcahuano, recuerda que participó de un curso “de dos años que fue muy intenso y muy lindo”. “Hemos seguido hasta el día de hoy porque estamos en varias ferias, hemos participado en espacios importantes” comenta. Sobre el proceso de investigación, “en Hualqui nos reunimos para trabajar en el mapa y aprendimos harto”.

Por su parte, Patricia Parra destaca que “con la maestra Ivonne fuimos 28 personas certificadas y 4 seguimos hasta el día de hoy. Eso fue en 2010 y de ahí no hemos parado”.

“Nosotras al seguir con este oficio estamos rescatando la cultura y nos interesa darnos a conocer. Como también buscamos que esto se conserve, el proyecto del Museo fue bueno porque el lugar perfecto es ahí, para que la gente lo vea, conozca la materia prima, representamos a nuestra región y nos conocen en el exterior” agrega la artesana.

Las piezas -cestas de distintos tipos y tamaños, paneras e individuales de mesa, entre otros objetos- se diferencian a primera vista de otras tradiciones de la misma región por el uso de colores y la aplicación de calados en sus diseños.

“Es muy importante que no se pierda porque la gente cada vez lo aprecia más y por el cambio climático. Nuestras piezas duran muchos años, conozco algunas de hasta 200 años…pensar que uno lo hacía a escondidas porque no lo valoraban. Ahora está cambiando, lo que lleva la persona es utilitario y no estamos contaminando el planeta” concluye Patricia.

Imagen de portada y galería final: Joaquín Varas Pávez.
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