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Año XVI, 17 de julio de 2024


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El incondicional fanatismo político por el fútbol

Las últimas acusaciones de intervención del Gobierno en la última elección de la ANFP y la participación del Presidente Piñera en Colo Colo es el último capítulo de una larga relación entre el fútbol y la autoridad. El fervor que despierta el balompié es un incombustible atractivo para quienes conducen el país: pase lo que pase, los políticos siempre quieren volver a la cancha.

Rodrigo Alarcón L.

  Viernes 12 de noviembre 2010 20:13 hrs. 
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Piñera en el Germán Becker viendo un aburrido 0-0 entre Chile y Venezuela jugado con reservas y juveniles. Piñera prometiendo la Copa Libertadores para un Colo Colo eliminado pronto en primera fase. Piñera despidiendo en Pinto Durán a la “Roja” que parte al Mundial de Sudáfrica y recibiendo el frío saludo de Marcelo Bielsa. El mandatario ha mostrado siempre su afición al fútbol.

Públicamente conocido como hincha de Universidad Católica, antes de llegar a La Moneda se convirtió en uno de los mayores accionistas de Colo Colo. Eso lo relacionó con una eventual intervención en los comicios donde Jorge Segovia derrotó a Harold Mayne-Nicholls, provocando que Bielsa renuncie a su cargo. Las acusaciones generaron declaraciones cruzadas entre el Gobierno y la Concertación, que impulsa una comisión investigadora en la Cámara de Diputados.

El sociólogo de la Universidad de Chile, Alberto Mayol, asegura que el arribo de Piñera a Colo Colo “fue una estrategia tan política y claramente orientada a la lucha presidencial como la compra de Chilevisión. Son empresas sin la rentabilidad que le interesa a un tipo como él ni estaban en el orden de precios que maneja. Sin embargo, son interesantes por su capital político”.

Según el académico, Colo Colo “es un equipo muy popular y representa una clase de símbolo, en este caso, de los indígenas, un grupo sumamente discriminado, pero reivindicado a través del fútbol. Entonces permite a los grupos dominantes aparecer empatizando con grupos dominados. Es un caldo de cultivo formidable para la manipulación política”, señala.

No es casual: el club fue también objeto de atención para el régimen de Augusto Pinochet, como constatan los periodistas Braian Quezada y Carlos González en el recién estrenado libro “A discreción. Viaje al corazón del fútbol chileno bajo la dictadura”. En la época, Televisión Nacional aportó para la repatriación de figuras como Carlos Caszely y organizaba cuadrangulares amistosos en diferentes ciudades, transmitidos en directo por la señal estatal. “Justo cuando se había convocado a una protesta”, apunta González.

El periodista recuerda la intervención directa de la dictadura en 1976 para recomponer las atribuladas finanzas del club, con escaso éxito deportivo, y cree que “les interesaba que el pueblo estuviera tranquilo, contento, que fuera a ver a Colo Colo, el equipo del pueblo. Entonces, había que meterle mano a Colo Colo”.

En el contexto actual, González cree que el éxito albo -tetracampeonato y Sudamericana 2006 mediante- después de la quiebra legitima la figura de Piñera: “Es una pequeña prueba para demostrar que si puede gobernar a uno de los equipos más grandes del país, también lo puede hacer con el propio país. Sigue el ejemplo de Macri en Boca y Berlusconi en el Milan. Maneja un equipo grande, maneja a la gente y aprovecha la potencia de la marca. No hay ninguna persona que no sepa lo que es Colo Colo”.

“Los temas políticos son áridos, el fútbol se entiende”

Si el Mundial de 1962 fue una instancia aglutinadora después del reciente terremoto que había afectado al país, la reacción popular ante el último torneo en Sudáfrica tuvo ribetes similares luego del cataclismo del 27 de febrero: es lo que los sociólogos llaman el elemento identitario del fútbol.

Por otra parte, la popularidad del balompié es un terreno atractivo para los actores políticos: “Es comprensible para la mayor parte de la ciudadanía. Los temas políticos, presupuesto por ejemplo, son tan áridos que no se entienden mucho y a la gente no le importan mucho. Por el contrario, en el fútbol es posible entender de qué se tratan las cosas. A la gente le hace sentido, por tanto, para los políticos es muy atractivo como capital porque, a partir de esa capacidad de comprender lo que está pasando, pueden llegar a la población y empatizar”, explica Alberto Mayol.

El académico sostiene que “las condiciones actuales son inmejorables e irrepetibles para la intervención, el Presidente es dueño de uno de los equipos y su suegro compró acciones. No es menor, hay un entronque comercial y un entronque político que no es habitual en la historia”.

El comentarista deportivo, Héctor “Tito” Aguad, sin embargo, introduce un matiz en la discusión: “Hablemos del fútbol dividido entre los tres clubes grandes. Si eres dirigente de Rangers no te conoce nadie. Lo que se pelea son las directivas de la U, Colo Colo y la ANFP. Ser presidente de Colo Colo o la U es casi ser tan conocido como el Presidente de la República”, explica.

Aunque no cree que el Gobierno tenga relación con la derrota de Mayne-Nicholls en la ANFP, Aguad acepta que el fútbol “es una catapulta” para las autoridades . Y recuerda otro episodio reciente donde el Estado tuvo que ver con el destino de un club: “Se dijo que la quiebra de la U (en 2006) era política, porque la quebró la Tesorería General de la República, que es parte del gobierno de turno. La quiebra fue bastante curiosa, porque la deuda era gigantesca, pero la Tesorería nunca había quebrado a nadie. No había pedido la quiebra de ningún particular ni grupo empresarial por deudas tributarias. Entonces se dijo que ahí entró toda esta gente de las sociedades anónimas”, relata. “Pero uno nunca sabe si es tan así”, matiza.

Si ahora los excedentes por la televisación encendieron la disputa por la conducción de la ANFP, antes hubo otro botín auspiciado por el Estado: “El CDF ahora vendría siendo lo que era la Polla Gol, por eso hay tanto interés”, dice Carlos González. La creación del sistema de pronósticos deportivos en 1975 fue una fuente de abundantes recursos distribuidos por la extinta Digeder y dilapidados por los clubes.

Aunque González desestima las críticas de la Concertación a la relación de Piñera con el fútbol (“se les olvida que el presidente de la Católica es Jaime Estévez, socialista”, dice), señala que hay puntos en común con el periodo que recoge su libro. “La gente del fútbol es la misma, aparece Miguel Nasur y los que vinieron después, como (Ricardo) Abumohor. Nuevamente se dice que el Comité Olímpico quiere intervenir, que es caótico”, enumera.

“Y lo parecido es que hay indicios de que hay manos. El Presidente es accionista de un club y su consuegro es accionista, porque el subsecretario le vendió acciones. Es evidente, salta a la vista. No creo que Guillermo Mackenna (presidente de Blanco y Negro) haya votado en representación de Guillermo Mackenna, sino que instruido por los accionistas mayoritarios”.

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