Entrevistada por Juan Pablo Cárdenas en la primera edición de Radioanálisis, la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile se refirió a distintos temas políticos, también a los temas que marcarán la agenda de educación este año, con el desafío de una reforma propuesta por la Nueva Mayoría y los ex dirigentes que llegan al Parlamento. Por otro lado, enfatiza los cambios internos en la Casa de Bello en un especial año de elecciones de autoridades académicas.
Imagino que los jóvenes tienen una opinión respecto de lo acontecido en La Haya.
No existe una posición oficial de la Confech o de la Federación. A modo personal, veo el conflicto un poco inflado, los medios por dos semanas han estado hablando de ello cuando hay otros temas con el cierre de La Nación. La sensación de que el enemigo está afuera, da la sensación que hay algo que pasa acá que quiere ocultarse. Hay que ver que este conflicto no tiene relación con los pescadores artesanales, sino la pesca de Angelini, entonces exacerbar este nacionalismo solo da para pensar que el pueblo chileno y el peruano viven en similares condiciones y se requiere una política de unidad, sobre todo en las federaciones estudiantiles.
Se dice que la federación que tú encabezas no sólo abogará por temas educacionales, sino por temas país. Las reivindicaciones laborales, entre otros. ¿Qué se viene en materia de movilización?
Hay una apuesta de la federación, que previamente se trabajó en la Confech, de reunir distintos sectores. Hay un rearme del sindicalismo en Chile, hay expresiones locales por conflictos socioambientales, son distintas expresiones de un mismo modelo que precariza la calidad de vida de la mayoría de los chilenos en favor de una minoría. No podemos sino establecer una estrategia común, atacar las bases de ese modelo que nos tiene en esa situación. La unidad es un factor importante, necesitamos a los trabajadores para que ellos paralicen la producción y así ganar nuestras demandas. El tema educación es transversal a la sociedad, tanto como una reforma tributaria, como una reforma previsional. Hay una relación directa, los estudiantes deben integrarse y comprender transversalmente la sociedad.
Se viene un nuevo gobierno, muchos están entusiasmados con que se resuelvan demandas que nacen en la calle. ¿Cómo ven ustedes está posibilidad?
El movimiento ha tenido aprendizaje para estar desconfiado, independiente del gobierno. Tenemos la experiencia de 2006 que marca el quehacer del movimiento hoy, por eso se evita parlamentizar el conflicto. Porque ver a la derecha y la Concertación de las manos por una reforma que nada cambió, entonces vemos que esto no se trata sólo de números, o a favor de una educación gratuita, o AFP estatal, sino un tema de fuerza y de cómo somos capaces de presionar a los sectores y provocar una apertura al diálogo, pero la garantía la tenemos nosotros.
El Partido Comunista jugó un papel importante en el movimiento, dirigentes que luego se han incorporado al gobierno que viene, con labor parlamentaria. ¿Esto erosionará el movimiento, entre aquellos que prefieren movilización y los que esperan una respuesta de Gobierno?
Esperamos que sean un aporte, ellos han defendido la parlamentarización de los conflictos, esa fue su postura en la Confech, pero la mayoría de los estudiantes dijo no a la vía que planteaba el Partido Comunista. Ellos serán parte del gobierno, pero nosotros ejerceremos un rol de presión y ellos estarán apretados además por los partidos políticos. La relación del movimiento con estos dirigentes parlamentarios, ojalá que ayuden y se pongan al lado de los estudiantes. Si no lo hacen, tampoco sorprendería tanto y, a juzgar por las elecciones luego de conocer al ministro Eyzaguirre, que es un declarado neoliberal, es una señal clara de continuidad, no sé qué podemos esperar.
De la presidenta de la FECH se han dicho muchas cosas, subrayando su papel anarquista, asimilado a violentista. ¿Qué representa la expresión por la cual fuiste elegida?
No tuve una campaña anarquista, ni el Frente de Estudiantes Libertarios (FEL) ni Luchar son organizaciones anarquistas. Sí la candidatura tuvo un componente feminista, eso era declarado. El tema del anarquismo, son organizaciones libertarias que recogen la tradición del anarquismo como corriente de pensamiento, basado en principios de igualdad para construir política, entender la democracia más allá del voto, la democracia directa y la posibilidad de incidir en las decisiones políticas. Eso en Chile no pasa y esa es la crítica, como el capitalismo precariza las condiciones de vida. Todo lo que involucra el libre mercado está en el capitalismo y buscamos superarlo. No a través del caos como se presenta, sino a través de un modo de vida que resuelva los problemas de la mayoría de la población.
¿Cuánto gravita esto en la Universidad de Chile, que renovará a sus autoridades académicas, que está en litigio con el Estado? Por ejemplo, no está el voto de los estudiantes en esas elecciones.
Hay varios temas internos, parte de los desafíos de la Federación, el tema de la participación estudiantil, la estructura de gobierno universitario, el tema del Hospital JJ Aguirre, y con posibilidad de incidir. Participamos de instancias, tenemos un puesto en comisiones, pero los espacios resolutivos no son esos y se termina decidiendo en otras instancias. Lo mismo pasa con funcionarios y académicos, que pese al voto, la incidencia en mallas y otros temas es muy menor. Tenemos varias coyunturas como la elección de Rector y Decanos, aprovecharemos esta instancia, no podemos votar, pero sí incidir en el debate y trabajar en las posturas relacionadas al co-gobierno, otras experiencias de gobierno universitario e incluir a la comunidad.
La demanda de la Universidad de Chile ha sido la defensa de la universidad estatal. Nuestra universidad se ha privatizado mucho, ¿cómo se ve esto que haya unidades ricas y unidades pobres, recursos de grandes empresas en algunas facultades y otras que tienen modestos recursos? Hay una inequidad pendiente.
Hay muchos temas que se han dejado de lado, se entiende una lógica de autofinanciamiento, la Universidad no recibe más del 8% de aporte estatal. Está la matrícula y la venta de servicios, un tema que no se toca, porque se habla del rol público de la Universidad, pero es mucho dinero, que termina orientando el rol educativo, la orientación de las investigaciones, tomando temas como el financiamiento a las farmacéuticas y la estandarización de las publicaciones, estandarización del proceso educativo orientado a modelos alejados de la sociedad chilena. La Universidad está al debe en varios temas, si uno observa los datos, la distancia en la Carrera Docente, la Carrera Funcionaria, la proporción en los directivos, hay brechas importantes que no han sido revisadas por la Universidad desde hace mucho tiempo. No podemos seguir por el nombre sin hacer un proceso de revisión interna, la ley de Transparencia provocó un remezón, pero no hay que tener temor de estas medidas. Hemos dejado de lado la Universidad, pero es hora de revisarlo, construir política al interior de nuestra Casa de Estudios.
En ello, la situación del Hospital Clínico. ¿A quién otorgas la responsabilidad?
Yo estuve desde el inicio del conflicto del Hospital, la deuda existe hace mucho, pero hubo incluso una huelga de hambre el 2011 que estuvo oculta. Hay aspectos críticos de administración, hay que hacer una autocrítica del manejo del Hospital JJ Aguirre, cómo se ha dejado de lado. No existe una relación directa entre Facultad de Medicina, el Hospital y Rectoría, entonces hoy funciona como un hospital privado, debe competir con un servicio privatizado, no atiende a la población de la zona norte. Tuvimos una maternidad funcionando a menos del 50%, pese a una demanda enorme en esta zona de Santiago. La lógica del funcionamiento debe cuestionarse más allá de que todos queremos salvar el Hospital. Pero la Coordinadora por Recuperación indica que el Estado debe cambiar la relación, pero también con el financiamiento. No sirve una gratuidad sin una reforma que incluya más estudiantes, que se diversifique la elitización, lo mismo pasa en un hospital que debiese cambiar su orientación. Seguir siendo referencia nacional, pero seguir atendiendo a la población y así justificar los recursos que demandamos del Estado.