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Año XVI, 19 de marzo de 2024


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Edmundo Eluchans: “La democracia no es un sistema perfecto, es el menos malo”

Su experiencia política, los cuestionamientos de la ciudadanía, su rol en la Cámara Baja, el difícil momento del partido gremialista y un especial homenaje a Pablo Neruda son algunos de los temas que repasa el ex Presidente de la Cámara de Diputados, en su primer día como ciudadano.

Fernando Seymour

  Miércoles 12 de marzo 2014 13:46 hrs. 
eluchans

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Un día después de dejar sus funciones como presidente de la Cámara de Diputados, el abogado y militante de la UDI Edmundo Eluchans conversó con el periodista Patricio López, en el programa Semáforo de nuestra emisora.

Su experiencia política, los cuestionamientos de la ciudadanía, su rol a la cabeza de la Cámara Baja, el difícil momento del partido gremialista y un especial homenaje a Pablo Neruda son algunos de los temas que repasa el ex diputado del distrito 14.

Hasta ayer era el diputado Edmundo Eluchans. Hoy es el ciudadano.
Efectivamente, ayer en la mañana, cuando se constituyó la nueva Cámara dejé de ser diputado y presidente de ella, y he vuelto a ser un ciudadano común. Son ciclos que se terminan y vienen nuevas etapas. Estoy muy contento y optimista de cómo desarrollaré mi vida. Siempre he dicho que soy más abogado que político, así es que tengo que retomar mis actividades. Tengo mi oficina y mi escritorio que me están esperando, aunque sobre él aún no hay ningún papel, pero tendrán que empezar a llenar mi agenda con algunas actividades.

En los medios de comunicación y en espacios más formales se habla de las virtudes y honores que supone ser presidente de la Cámara de Diputados. Hablemos del “lado B”, cuáles son los aspectos menos gratos, lo más difíciles de un cargo como este.
Lo que se ve a través de los medios de comunicación es lo que brilla. Esa posibilidad de participar en actos públicos y solemnes, que tiene un sentido republicano importante. Eso es verdad, es una alta responsabilidad. La asumí con gusto y con la seriedad que corresponde. Después estaba todo el proceso interno de conducir la Cámara de Diputados, donde existen varias facetas. Una es lo atractivo e interesante para quienes nos gusta la política y las cuestiones públicas, el desarrollo del país, el proceso legislativo, la fiscalización y la representación de los ciudadanos. Existe otra parte de la tarea que también es importante, como es el tema de las relaciones públicas e institucionales, tanto nacionales como extranjeras, donde aparecen aspectos muy interesantes y otros rutinarios. Y por último aparece lo menos atractivo, que es todo lo administrativo. Quien ejerce la presidencia de la Cámara de Diputados tiene el más alto cargo de una institución que cuenta con muchos funcionarios, por lo que hay que preocuparse de responsabilidades que, no siendo las más atractivas, no pueden desatenderse.

Usted sabe que el Congreso Nacional está dentro de las instituciones peor evaluadas por la ciudadanía. A los periodistas que estamos más vinculados con estos temas cuando se nos comenta respecto del trabajo de los parlamentarios lo primero que decimos es que nos consta que los diputados trabajan muchísimo. A partir de su experiencia en la Cámara, ¿qué iniciativas podrían contribuir a reconstituir una relación más virtuosa entre la ciudadanía y el Congreso, donde los ciudadanos puedan ver a los parlamentarios como sus genuinos representantes y no lo que esbozan las encuestas?
Yo soy hijo de un padre que fue parlamentario. Yo tenía siete años y mi padre era diputado. He vivido cerca de la política desde siempre. Recuerdo que desde niño decía con orgullo “mi padre es diputado”. Mis hijos, porque me tienen mucho cariño, ven con respeto mi actividad. Pero claramente en los círculos estudiantiles, laborales y sociales en los que se desenvuelven no es algo que todos aplaudan, porque existe un cuestionamiento ciudadano muy severo respecto del quehacer político, de los parlamentarios, del Congreso Nacional y de los partidos políticos. Ahí ciertamente hay un desafío, porque la actividad política es noble y se trabaja. Me preguntan cómo es la Cámara de Diputados y yo les digo que es el reflejo de Chile. Como pasa en tantas actividades de la vida hay trabajadores que son muy buenos, otros no tan buenos y otros francamente malos. Ese es el mundo, ese es el Chile y esa es la Cámara de Diputados.

Si fuera un asunto de personas, bastaría con que salieran algunos e ingresaran otros nuevos para que la cosa cambiara. Pero se deduce que se trata de un asunto más estructural. ¿Está de acuerdo con esa apreciación y qué reformas podrían realizarse para renovar esta relación con la ciudadanía?
Yo no sé si es algo estructural. Existe una frase que no es malo repetirla. La democracia no es un sistema perfecto, pero es el menos malo de los sistemas políticos, y es el que nos permite la máxima libertad y poder ejercer nuestros derechos, respetando los derechos del otro, de la manera más pacífica, ordenada y civilizada en que podemos vivir. Hay personas que son excelentes candidatos, cancheros, simpáticos e inteligentes y sacan votos, pero después llegan al Congreso y resultan malos parlamentarios. Quiero decir que no sé si es estructural, pero tenemos que asumir un compromiso. Sería muy presumido de mi parte decir que durante mi presidencia cambiamos la imagen de la Cámara, pero de verdad que mis máximos esfuerzos estuvieron destinados a eso. Cuando asumí les dije a los diputados que partiéramos por respetarnos entre nosotros, porque es perfectamente legítimo que tengamos distintas opiniones y que nuestras posiciones las defendamos con pasión, porque por nuestras venas corre sangre, y es perfectamente legítimo que le pongamos fuerza, entusiasmo y convicción a lo que hacemos. Pero nunca faltarnos el respeto, nunca descalificarnos y nunca agredirnos. Pero cuando los diputados se insultan o caen en la agresión física es inaceptable y eso tiene un costo enorme. Y si no somos capaces de manejarnos en algo tan básico es imposible que lo demás continúe. Hicimos un esfuerzo, esto es un proceso, una presidencia de la Cámara que dura un año no puede obtener resultados que signifiquen un cambio radical, pero me voy tranquilo que el esfuerzo lo hicimos y hemos dado pasos. Tal vez no es muy elegante decirlo, pero tuvimos una sesión de despedida y fue muy emocionante porque recibí el apoyo, el aprecio y el agradecimiento de todos los diputados de todas las bancadas porque creo que se hizo un esfuerzo, el que debe seguir haciéndose porque en estas cuestiones no existen recetas mágicas y las cosas no se cambian de un día para otro.

El partido en el que usted milita, la UDI, se enfrenta durante este primer semestre a una situación que tiene tres aristas. Por un lado la salida del gobierno, por otra parte la reducción de prácticamente el 25% de su bancada en la Cámara de Diputados y además un proceso eleccionario interno. ¿Cómo visualiza el presente de la UDI y cuáles deberían ser los desafíos y las tareas del primer semestre?
Lo primer es reconocer, y si no somos capaces de hacer eso quiere decir que estamos por mal camino, que nosotros sufrimos una derrota como partido político a fines del año pasado, en la primera y segunda vuelta presidencial. Una derrota en lo parlamentario, porque efectivamente perdimos 10 diputados, lo que por supuesto es una sanción severa por parte de la ciudadanía. Es cierto que seguimos siendo el partido más grande y que tenemos la bancada más grande de diputados, pero tenemos que asumir que existe un cuestionamiento a nuestro quehacer y de cómo nos estamos conduciendo políticamente. Y perdimos también en lo presidencial. Estamos en esto por muchas causas. Creo que el gobierno del Presidente Sebastián Piñera, al que califico como un muy buen gobierno, tuvo el error de no saber comunicarse y conectarse con la ciudadanía. Se debe instalar como uno de los elemento el fenómeno que significa Michelle Bachelet, una mujer inteligente y encantadora, que tiene una comunicación con la ciudadanía que es sencillamente envidiable. Si no hubiera estado ella estoy seguro que el resultado habría sido muy distinto. No estoy en condiciones de asegurar que nosotros hubiéramos ganado, pero la disputa habría sido estrechísima y no como lo fue, un gran triunfo de ella. Tenemos que reconocer que la responsabilidad fundamental está en nosotros mismos como partido que no hemos sabido enfrentar una realidad. ¿Cómo lo grafico? La UDI nace como partido político hace más de 30 años cuando la realidad del país era muy distinta a la de hoy. Había más de un 40% de pobreza, mientras que hoy tenemos un 80% de una clase media potente con otras exigencias. Nosotros como partido crecimos trabajando en el mundo popular, donde había mucho espacio y mucho que hacer, pero seguimos con un discurso de hace 30 años que no es el que la ciudadanía quiere, pues hoy la realidad es distinta. Lo que me preocupa es que hemos pasado a ser un partido que defiende los principios tradicionales de derecha pero que no es capaz instalarse en la realidad de hoy. Yo vengo luchando en la UDI para poner algunos temas sobre la mesa, discutirlos y enfrentarlos. Muchas veces he estado en una minoría dentro del partido, pero hay que seguir luchando. Los principios tienen que adecuarse a la realidad social que se vive. Y ahí es donde veo una falta de comunicación entre la realidad que vive el país, lo que la ciudadanía espera y nosotros como partido político.

Anteriormente usted fue diputado por el mismo lugar donde Pablo Neruda desarrolló gran parte de su vida. Se trata de una vinculación que se traduce en una obra en la que ha trabajado en los últimos años un lugar. ¿Cómo nace el interés por homenajear a Neruda a través de una escultura, llamada “Mínima catedral”, en alusión a un poema escrito por él?
Efectivamente fui diputado por el distrito 15, provincia de San Antonio, en el que se encuentra la comuna de El Quisco, a la que pertenece Isla Negra, donde se encuentra la Casa Museo donde vivió Neruda. A dos kilómetros al norte de ese lugar existe una propiedad que hoy pertenece a la Fundación Neruda, y que él mismo denominó Cantalao, en alusión a un lugar imaginario que creó en uno de sus libros escrito en prosa, donde se erigió un monumento en su honor. Yo llegué a esto porque se dictó una ley que autorizó a erigir el monumento, lo que estaría a cargo de los dos senadores, los dos diputados, el alcalde de El Quisco y el vicepresidente del Consejo de Monumentos Nacionales. Los otros parlamentarios no pudieron participar hasta que terminé solo trabajando la obra, pues lo que me llegó como una obligación legal se convirtió para mí en un desafío. Y después de ocho años de trabajo hemos inaugurado este memorial. Invito a la gente a visitar Cantalao que es un lugar precioso donde se encuentra esta caracola en homenaje precisamente a uno de sus versos del Canto General que se llama “Molusca gorgorina”.

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