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La popularidad de la derecha radical se extiende por Europa

La semana pasada Austria casi eligió su primer presidente de extrema derecha, lo que hubiese derribado la ultima barrera antes de una nueva era en política europea.

Adélie Pojzman-Pontay

  Martes 31 de mayo 2016 9:44 hrs. 
Austria

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La semana pasada, el candidato medioambientalista Alexander Van der Bellen ganó las elecciones presidenciales austriacas con un 50.3 por ciento de los votos. La diferencia con su rival fue mínima y, así, Austria casi elige el primer presidente de derecha dura de Europa, lo que hubiese abierto una vía para la elección de otros candidatos en otros países.

Los partidos de extrema derecha han crecido en los últimos 15 años en Europa aunque todavía no han llegado al poder, o por lo menos, nunca como partido mayoritario. Eso podría cambiar rápidamente: la diferencia entre los dos candidatos austriacos fue de solo 0.6 por ciento. Van der Bellen, el nuevo presidente austriaco, no fue electo por el apoyo de la población sino que por el rechazo al candidato de extrema derecha, Norbert Hofer – un escenario similar, por ejemplo, a lo de Francia el año 2002, cuando el presidente Jacques Chirac fue reelecto frente a su rival de extrema derecha, Jean-Marie Le Pen.

“Pero la gente no va hacer eso una y otra vez,” analizó Cas Mudde, politólogo holandés especializado en movimientos de derecha radical. Este escenario está quedándose sin tiempo: tarde o temprano los votantes no querrán votar por partidos y candidatos con los cuales están insatisfechos.

Una gráfica publicada por The Economist muestra que en casi todos los países europeos (con la excepción de Finlandia) las intenciones de voto para los partidos de extrema derecha habían subido entre el año 2013 y el mes de mayo 2016. Según gráfica, Polonia tenía la tasa la más alta de intenciones de voto, con casi 45 por ciento.

En Francia, tres semanas después de los atentados de noviembre, el Frente Nacional juntó 6 millones de votos en la primera vuelta de las elecciones primarias, 28% de los votos. En las últimas elecciones de 2010, había juntado 2.2 millones, según Le Monde. En las elecciones del 2015 en el Reino Unido, el partido euro-escéptico UKIP y su líder Nigel Farage llegaron en tercera posición, con 12.6 por ciento de los votos, según la BBC.  En las elecciones de junio 2015 en Dinamarca, ganó una coalición de centro-derecha donde el Partido Popular Danés, un partido de extrema derecha con posiciones anti-inmigración y también euro-escéptico, llegó en segundo lugar con 21.1 por ciento de los votos. Hace cuatro años, solo tenían 12.3 por ciento.

“Ahora que están tan poderosos, hay mucha chance para que cuando lleguen al poder sean el partido mayoritario de las coaliciones y así tendrían mucho más poder sobre las políticas. Eso podría pasar en Austria en las próximas elecciones, muy pronto en Dinamarca… No creo que en Francia pasará en el 2017, pero en el 2022 probablemente,” añadió Mudde.

Todos los partidos de extrema derecha no son los mismos ni tienen las mismas herencias ideológicas, pero la mayoría han crecido en los últimos años gracias a una economía débil marcada por la crisis de la zona euro, un sentimiento de desconfianza y de desilusión, la crisis migratoria y las amenazas terroristas. La extrema derecha ofrece ideas nuevas en contra de esos problemas, creados por los partidos y coaliciones centristas. Mudde explica este encanto también coincide con un fenómeno más amplio: la decepción popular con los partidos tradicionales y la implosión de las estructuras ideológicas que han sido establecidas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

“Hay dos procesos acá y solo nos enfocamos en uno. Nos enfocamos en la popularidad de la extrema derecha, pero la mayoría de los que votan por ella, votan así porque no les gustan los partidos tradicionales y eso es realmente el problema. Si, por milagro, pudiéramos deshacernos de la extrema derecha, no volveríamos a una situación feliz donde todos están contentos con los partidos establecidos. Volveríamos a una situación donde todos están insatisfechos con los partidos establecidos”, explica.

El socialismo-democrático y otros partidos tradicionales de centro-izquierda están perdiendo el apoyo popular, en una caída que parece irremediable. En el 2010, el Partido Laborista en el Reino Unido sufrió la segunda peor derrota desde 1918. En Suecia, el partido social-demócrata que gobernó como partido único entre 1994 y 2006, perdió las elecciones parlamentarias dos veces frente a una coalición de centro-derecha los años 2006 y 2010, un caso sin precedente en el último siglo. Ahora volvió al poder en las últimas elecciones de 2014 en una alianza con los medio ambientalistas. En Alemania, el SPD queda en poder pero con resultados mucho más bajos que antes.

A pocas semanas del referéndum en el Reino Unido para saber si los Británicos quieren salir de la Unión Europea, las consecuencias de la influencia de esos partidos bien podrían cambiar completamente Europa tal y como la conocemos. La salida de la Unión sería una luz verde para que los oros países organicen referéndums, que son particularmente apoyados por partidos de derecha extrema como el Partido Popular Danés o el Frente Nacional en Francia.

“En ese sentido [si el Reino Unido sale de la UE] abriría un camino importante. Pero al mismo tiempo, si hasta los británicos no votan para salir, también abre un camino importante, porque los británicos siempre han sido lo más euroescépticos o así se ven,” explicó Mudde.

Según los sondeos de The Economist, que siguen la opinión pública sobre el asunto a medida que nos acercamos del 23 de junio, 40 por ciento votarían para quedarse, 39 para salir de la unión y 16 todavía no han tomado ninguna decisión.

“Un ataque terrorista en Londres y se van. En este momento, las cosas son tan estrechas que nadie puede saber [lo que va a pasar],” continuó Mudde.

Varias amenazas han llegado en las últimas semanas, cuando el nivel de alerta sigue siendo agudo en todo el continente. La así llamada “Señora Terror”, la inglesa Sally Jones, anunció hace pocos días en Twitter que sería mejor evitar el metro londinense este verano. “Inglaterra… Boom” escribió en su cuenta, que fue suspendida podo después. Oficiales han prevenido que los festivales de música, discotecas, conciertos y otros eventos veraneos estaban particularmente vulnerables. Sadiq Khan, el nuevo alcalde de Londres, inició una análisis para establecer cual eran las capacidades de la ciudad para encarar un ataque terrorista.

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