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Jornada electoral impredecible en Túnez

Siete millones de personas empezaron a elegir este domingo en Túnez, país pionero de la "Primavera árabe", a su próximo presidente, en una elección de incierto resultado ante el gran número de candidatos y tras una campaña sin claras divisiones políticas.

RFI

  Domingo 15 de septiembre 2019 9:55 hrs. 
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Los 13 mil centros de votación abrieron este domingo a las ocho de la mañana locales (7:00 GMT) y cerrarán a las 18 horas. Durante la jornada se movilizarán unos 70 mil miembros de las fuerzas de seguridad, según el ministerio del Interior.

Entre los 26 aspirantes se encuentran Youssef Chahed, el primer ministro, con un balance controvertido; Nabil Karoui, un magnate de los medios investigado por blanqueo de dinero y encarcelado; y Abdelfattah Mourou, el primer candidato del partido de inspiración islamista Ennahdha.

Las apuestas se prolongaban hasta el último minuto, alimentadas por los sondeos divulgados bajo cuerda -ya que su publicación está prohibida desde julio- y por la gran indecisión de los electores ante la amplitud de la oferta.

“Dudo entre dos (candidatos), me decidiré en la cabina de votación”, reconoce Sofiene, para quien “los candidatos honestos no tienen muchas oportunidades de ganar”.

Mientras que en las primeras elecciones libres en Túnez, en 2011, las cartas se jugaron en torno al apoyo o el rechazo a la revolución, y en 2014 la cuestión clave fue si se respaldaba a los islamistas, en esta ocasión algunos candidatos intentaron presentarse como “anitisistema”.

Una forma de diferenciarse de una élite política desacreditada por las disputas, lo que favoreció la emergencia de figuras independientes.

“Prueba”

La principal preocupación de los tunecinos es la crisis social, en un país en el que el desempleo carcome los sueños de numerosos jóvenes y la inflación pesa sobre unos ingresos ya bajos.

El primer ministro Youssef Chahed se ve limitado por el controvertido balance de sus tres años en el poder, marcados por una clara mejora de la seguridad, pero también por la caída del poder adquisitivo de los tunecinos, lo que motivó inéditas huelgas.

Nabil Karoui ganó popularidad en los últimos años organizando distribuciones de comida y de electrodomésticos, actos muy mediatizados por la televisión que él mismo fundó, Nessma.

Sus detractores lo ven como un mafioso inspirado en el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, en tanto que sus simpatizantes destacan el hecho de que recorrió el Túnez más desfavorecido como ningún otro dirigente político.

Pero a solo diez días del inicio de la campaña electoral, Karoui fue detenido en el marco de una investigación por blanqueo y evasión fiscal desde 2017. El jueves anunció el inicio de una huelga de hambre, en protesta contra la “persecución” de la que asegura ser víctima.

La tensión entre los diferentes bandos acentúa el riesgo de que descarrile el proceso electoral, advierte Michael Ayari, analista del centro de reflexión International Crisis Group (ICG).

Estos comicios son una “prueba para la joven democracia tunecina, pues “podría tener que aceptar la victoria de un candidato que genere división”, afirma la investigadora Isabelle Werenfels.

La madrugada del lunes podrán conocerse algunas estimaciones y sondeos, pero los resultados preliminares no se anunciarán hasta el martes.

Si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta en la primera vuelta, los partidos se verán obligados a preparar de manera simultánea las elecciones legislativas del 6 de octubre y la segunda vuelta de la presidencial, antes del 23 de octubre.

El calendario electoral se vio alterado por la muerte del presidente Beji Caid Essebsi unos meses antes de la fecha de fin de su mandato. Los resultados de las presidenciales podrían determinar la futura composición del parlamento.

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