Cada noche, los telespectadores brasileños descubren, atónitos, el balance de Covid-19 en los informativos. El miércoles, el número de muertos alcanzó otro récord: 3.869 en 24 horas, informa nuestro corresponsal en Sao Paulo, Martin Bernard. Marzo fue un mes especialmente mortífero, con más de 66.500 víctimas, un 102% más que las 32.881 muertes del pasado julio en este país de 212 millones de habitantes. Y nada indica que abril no vaya a ser aún peor.
La pandemia parece estar fuera de control. El número de casos confirmados también se está disparando y los hospitales están completamente desbordados. La semana del 21 al 27 de marzo fue la de mayor número de infecciones registradas (casi 540.000), lo que hace presagiar un nuevo récord de afluencia de pacientes en cuidados intensivos y de muertes en dos semanas. Los médicos sugieren a los televidentes que no celebren la Pascua con sus familias e imploran a los jóvenes que no salgan de fiesta. La variante amazónica, dicen, es mucho más agresiva y la población menor de 50 años está siendo mucho más afectada que cuando comenzó la pandemia.
Mensajes contradictorios
En varios estados, el personal sanitario ya ha empezado a asignar las camas de cuidados intensivos a los pacientes con más probabilidades de sobrevivir. Al menos 230 pacientes confirmados o sospechosos de padecer el coronavirus murieron en marzo por no encontrar una cama de cuidados intensivos en la aglomeración de Sao Paulo, capital del estado más rico del país, según TV Globo.
También está en cuestión, la falta de coordinación en la lucha contra la pandemia en todo el país, con mensajes a menudo contradictorios. Por un lado, los responsables locales están decretando confinamientos y, por otro, el presidente Bolsonaro declaró el miércoles que “no es quedándose en casa que vamos a resolver el problema”. En poco más de un año, Covid-19 se ha cobrado 321.515 vidas en Brasil. Un número de víctimas sólo superado por Estados Unidos.