La historia reciente del país ha hecho creer que las acusaciones constitucionales son un trámite y demostración de fuerza entre adversarios políticos, sin embargo, hoy somos enfáticas en señalar que esta acusación es el único camino para cambiar a quien ha sido la principal barrera para el diálogo, trabajo en conjunto y bienestar de las comunidades educativas.
Raúl Figueroa es el responsable de la crisis actual del sistema educativo, evidenciando que no que está a la altura del cargo, dando incumplimiento a sus responsabilidades políticas tales como garantizar las condiciones para que niños, niñas y adolescentes puedan acceder al derecho a la educación, garantizado por la constitución, dejando al sistema educacional chileno a la deriva en ámbitos como:
- Normativa: las orientaciones que desde el ministerio son de carácter general y centralista con indicaciones técnico-pedagógicas que no apuntan a un aprendizaje significativo, contextualizado a la diversidad de realidades educacionales, omitiendo además, procesos socio emocionales acordes al período que enfrentan las comunidades educativas (duelos, incertidumbre económica y distanciamiento de sus seres queridos) generando improvisación de equipos y la sobre exigencia del cuerpo docente ante la inacción de quienes debieran planificar, dirigir, coordinar y ejecutar medidas para el cuidado de todas las personas que integran de las comunidades educativas.
- Subvención: el financiamiento vía trasferencia por el promedio de la asistencia y/o matrícula de los y las estudiantes, ha afectado profundamente los débiles mecanismos de subsistencia que han perpetrado la brecha educacional entre establecimientos públicos, subvencionados y particulares, siendo aún más crítica la situación de los equipos PIE, cuyos recursos dependen de diagnósticos presenciales aun en contexto pandemia.
- Liderazgo político: se han hecho múltiples esfuerzos desde las comunidades educativas para abrir espacios de diálogos con las diversas autoridades para elaborar planes frente a la emergencia sanitaria en los espacios escolares, pero ha sido infructuoso, puesto que se establece desde una lógica patriarcal y patronal siendo un ejemplo el episodio donde se supeditaron las subvenciones a un retorno obligatorio.
- Supervisión: No hubo acompañamiento a los planes de emergencia, ni evaluación de las medidas implementadas, como las bitácoras docentes socioemocionales aplicadas tardíamente en los meses de octubre y noviembre, transformándose en un material administrativo sin incidencia en las decisiones y políticas implementadas respecto al bienestar docente.
- Agobio laboral: También debemos relevar la precarización del gremio docente, cuya composición es de un 72,6 % de mujeres, y donde la pandemia ha hecho más presente el agobio laboral, límites muy frágiles entre la vida pública/privada, deficiencias en las relaciones contractuales, y aumento de la carga en la triple jornada, dejando a las trabajadoras de la educación en situación de mayor vulnerabilidad.
En el contexto actual, un retorno seguro no solo considera el uso de alcohol gel y mascarilla, si no que requiere condiciones mínimas mencionadas en reiteradas ocasiones desde el inicio de la pandemia, por ende, consideramos que los requerimientos básicos se basan en mayor disponibilidad e inmediatez en la adquisición de los recursos, voluntad a dialogar con quienes representan las comunidades educativas, apoyo psicoemocional para docentes y estudiantes, planificación de políticas acordes a la realidad territorial, orientaciones pedagógicas emanadas del ministerio y un sistema de cuidados para las profesionales y funcionarias de la educación.
Es por todo esto, que consideramos que el ministerio, encabezado por Raúl Figueroa no ha respondido a las necesidades del contexto, además de no dialogar con las comunidades, atentando a la seguridad de docentes y estudiantes, lo que ha profundizado la brecha educacional ya existente. No entregando los insumos para enfrentar una desigualdad digital antes desconocida, en torno al acceso y recursos, las habilidades vinculadas, el empleo de herramientas digitales, y de resultados sin la claridad del éxito o fracaso de los procesos de aprendizaje.
Círculo de Profesoras Feministas Amanda Labarca