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De la dominación putinezca al bienestar arderniano

Columna de opinión por Alessia Injoque
Martes 15 de marzo 2022 10:07 hrs.


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El día 24 de febrero Rusia comienza la invasión a Ucrania y evidencia que la guerra, la forma más extrema de dominación y violencia, sigue siendo una herramienta con la que los hombres “fuertes” exhiben su poder.

Durante las últimas décadas y con un proceso de transformación aún en curso, los países herederos de la cultura occidental estamos reconfigurando los paradigmas que definen la grandeza de una nación. El nacionalismo exacerbado, la fuerza bélica y la dominación económica como métricas de evaluación para los gobernantes están siendo desplazadas, hoy ciudadanos y ciudadanas exigimos bienestar.

La impronta del gobierno de Putín, nacionalista, autoritario, ultraconservador, que ejerce el control social mediante la represión y el manejo de los medios de comunicación, contrasta diametralmente con gobernantes feministas como Jacinda Ardern, quien centró el presupuesto de la nación en el bienestar y la calidad de vida en una nación donde se promueve el pluralismo y la diversidad, con una impronta progresista.

Pero no debemos perder de vista que, aunque sea por motivos muy diferentes, ambos han gozado del respaldo de sus gobernados. Como lo ha mostrado el gobernante ruso, el orgullo nacionalista es un fuerte placebo ante la falta de prosperidad. En lugar de poner el foco en los bajos ingresos per cápita de la nación -sería penúltimo, sólo superando a Bulgaria, si fuera parte de la Unión Europea- o la baja esperanza de vida de sus habitantes -por debajo de todos los países de la Unión Europea-, un relato con amenazas externas o un conflicto armado permiten que lo urgente postergue lo importante y que multitudes se sientan satisfechas, con el pecho inflado, pero el estómago vacío.

En Chile la transformación sigue el mismo sentido. La hegemonía cultural del país homogéneo, dirigido por hombres católicos o militares, que rigen y restringen la vida del resto en nombre de Dios y la patria, está cediendo espacio a las banderas mapuches, arcoíris y a las pañoletas feministas que llegan a La Moneda junto a todas las pancartas que la sociedad diversa llevó a las calles en octubre del 2019.

El avance aún es precario, pero el proceso constituyente y el gobierno del Presidente Boric abren posibilidades y alimentan la esperanza. Será tarea de todas y todos quienes nos consideramos feministas, progresistas y pluralistas apoyar desde todos los espacios para conseguir transformaciones concretas, que incidan en el bienestar, y consoliden el cambio de época.

Hoy es más posible que nunca construir para las próximas generaciones un país diferente, en el que los liderazgos patriarcales sean historia y donde nuestros gobernantes -ya sean mujeres u hombres- tengan siempre entre sus prioridades el cuidado y el bienestar, contribuyendo a que desterremos la dominación como métrica de éxito en nuestra sociedad y las demás naciones.

Alessia Injoque

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.