Sergio Bitar y nuevo proceso constituyente: "Leer un rechazo del 62% es una obligación política"

Con su retorno a la primera línea, el histórico PPD abordó el debate en el oficialismo por las dos listas y su candidatura para integrar el Consejo Constitucional: "Voy a jugarme a fondo por el Estado social y democrático de derechos", afirmó

Con su retorno a la primera línea, el histórico PPD abordó el debate en el oficialismo por las dos listas y su candidatura para integrar el Consejo Constitucional: "Voy a jugarme a fondo por el Estado social y democrático de derechos", afirmó

De concitar los respaldos necesarios para obtener un escaño en el Consejo Constitucional, el histórico dirigente del PPD, Sergio Bitar, se coronaría como una de las figuras políticas con una de las trayectorias más longevas. El candidato por Tarapacá de la lista “Todo por Chile”, encabezó la cartera de Obras Públicas durante el segundo mandato de Michelle Bachelet; fue titular de Educación en el gobierno de Ricardo Lagos y también, ex ministro de Minería en el gobierno de Salvador Allende. Con el fin de la dictadura -período en el que fue relegado a Isla Dawson- fue uno de los fundadores del Partido por la Democracia, erigiéndose en 1993 como senador electo por el Norte Grande.

Es así que su nombre fue uno de los que trascendió entre los más de 300 candidatos y candidatas que van al órgano electo. En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el político explica los motivos de su retorno a la primera línea y vierte las definiciones con las que encara el segundo proceso constituyente, no sin además abordar la polémica medida que promovió durante la administración de Ricardo Lagos: la creación del Crédito con Aval del Estado (CAE).

¿Qué lo lleva a asumir la candidatura al Consejo Constitucional?

Es mi vocación pública hasta el último día. O sea, para alguien que se educó en el Instituto Nacional, que se educó en la Universidad de Chile y más todavía, que ha sido miembro del Consejo Superior de la Universidad de Chile en representación de la Presidenta Bachelet y por todo lo que he hecho, eso para mí es la tarea principal y entonces consideré que, si era posible hacer un aporte, no puedo restarme.

Usted conformó el grupo de 49 ex ministros y ex ministras de la Concertación y la Nueva Mayoría, que firmaron una carta donde confirman su voto por el Apruebo. Viniendo de ese mundo ¿Qué opinión tiene del proceso en curso?

Que los pueblos van aprendiendo de sus experiencias y que hay experiencias buenas y malas, pero no todo es bueno ni todo es malo en ninguna experiencia, por lo tanto yo veo que el proceso de tener una nueva Constitución, por la cual hemos luchado por muchos años desde la dictadura, ha sido un proceso muy complejo, con mucha oposición de la derecha en un momento y con muchos errores de sectores radicales de la izquierda por otro, y ya llegó el momento de sacar las experiencias y buscar los acuerdos para tener una nueva Constitución. Ahora, yo creo que la Convención Constitucional anterior tuvo tremendos errores y fue una tragedia lo que nos pasó a los que queríamos hacer un cambio, había que corregir, pero también el tema de los derechos sociales es algo ineludible, que en ese mismo debate nacional, en esa Convención, quedó claro. El Estado social de derechos aprobado por todos no sería posible sin esos hechos políticos y sociales que acontecieron antes, entonces, uno tiene que saber recoger cómo ir a futuro: avanza en igualdad, avanza en medioambiente, avanza en ciencia, tecnología y educación y crear condiciones básicas para todos y cómo buscar el acuerdo para tener un marco que nos sirva y que tenga un 80% ojalá de respaldo en la salida obligatoria del plebiscito que tendremos en diciembre. Entonces, para mí eso es fundamental, esto tiene que tener legitimidad y tiene que aprovechar la experiencia. Ahora, cada uno defenderá lo que cree más conveniente, si tuviera un rol ahí, voy a jugarme a fondo por el Estado social y democrático de derechos y las nuevas generaciones.

Cuando apoyaba la opción  Apruebo señalaba que tenía sospechas hacia la derecha ¿Se confirmaron sus sospechas?

No tanto como pensé. Como mi visión viene de periodos muy duros, del golpe, de la prisión, del exilio, de la dictadura, de la lucha que dimos por lo menos 15 años hasta el 2005 para sacar los enclaves autoritarios, los bloqueos permanentes hasta el 2017 cuando la presidenta Bachelet manda un proyecto de una nueva Constitución y que también lo meten en un cajón, bueno, yo tendría que ser tonto para no tener una percepción de que hay una obstrucción mayor. Sin embargo, también brilla el rostro de una derecha de otra generación que sabe que aquellos periodos de dureza y de rigidez no pueden seguir para el futuro, ni que podrían ellos llegar a gobernar en las condiciones anteriores; que el país es otro y que la gente quiere otra cosa. He visto que hay una mayor flexibilidad y en cambio, vi que hubo mayor rigidez en el lado de la izquierda, entonces, hay que recoger ambas experiencias y yo creo que podemos tener un acuerdo para que podamos competir unos con otros después, pero tiene que haber un acuerdo base.

En aquella oportunidad se mostró en desacuerdo con Lagos, pese a que dijo compartir varios puntos de su análisis. Con la posición que el ex mandatario adoptó de promover dos listas y separar aguas con Apruebo Dignidad ¿También estuvo en desacuerdo?

Es que aquí el problema es distinto. Mi posición en esta materia es el Socialismo Democrático, que era una coalición. Yo creo que sigue siendo una coalición que quiere cambios sociales en democracia, esa es mi posición. Era antes, es ahora.

Y ¿en qué pie queda la centroizquierda? ¿Se puede concebir sin el Partido Socialista, pero con la Democracia Cristiana?

Yo no estoy de acuerdo con la decisión que tomó el Partido Socialista, como tampoco está de acuerdo la mitad del Partido Socialista. Además, el Partido Socialista renovado fue el fundador del Partido por la Democracia. La centroizquierda es una gran opción para Chile y eso creo que no está en cuestión, algunos lo harán de un lado, otros lo harán desde otro, pero esto no es una cuestión, lo que estamos viendo ahora, del Gobierno. Esto es cómo hacemos una nueva Constitución y de las experiencias que uno tiene, o las mías, mis convicciones nacionales y por lo que he visto a nivel mundial. Incluso escribí un libro que se llama “Transiciones Democráticas” en todo el mundo, países de Europa, Asia, América, la experiencia siempre es similar, el fundamento tiene que ser un camino democrático y tiene que sustentarse en mayorías y tiene que ir por el cambio social, tiene que generar mayor igualdad. Esa opción requiere el máximo de apoyo, la izquierda sola no puede, por eso es que siempre hemos buscado acuerdos de centroizquierda, así pienso que debe ser también para derrotar a los sectores duros de la derecha, pero sin centroizquierda esto no funciona, entonces ahí hemos tenido una diferencia, pero yo creo que esa diferencia también se va a procesar a futuro buscando otra manera. De hecho el mismo Gobierno en todos sus comportamientos se mueven en esa dirección, porque debe tener mayoría en el Parlamento y en la sociedad, y no la tiene.

¿Hubiera preferido una lista única?

Habría preferido una lista del Socialismo Democrático, además de la otra.

¿Qué opinión tiene de Apruebo Dignidad?

Si tú me preguntas por el Partido Comunista, pensamos distinto, pero también he estado en gobiernos con el Partido Comunista. Yo no soy de los que piensa que es una ideología terrible, no. Mi experiencia ha sido que, si te pones de acuerdo, cumplen la palabra y que el apoyo que dan es importante, pero que tienen opiniones sobre ciertas materias muy distintas y en política una cosa son los grandes acuerdos estratégicos y otra cosa son los acuerdos electorales y creo que se pueden hacer eso, no tengo problemas allí. Con el Frente Amplio es otra la discusión, hay ahí un tema de desalojar a la centroizquierda muy parecida a lo que trataba de hacer Allamand por el otro lado y yo creo que eso fue un gran error político, y la mayoría se da cuenta y el Presidente de la República es líder de una posición de apertura, hay que juntar esas fuerzas para hacer mayorías a futuro. Entonces, la centroizquierda tiene sensibilidad para avanzar más hacia el centro, creo que eso es indispensable, por ejemplo, dejar a la Democracia Cristiana en el limbo por lo que sea o lo que fuera y a muchos otros que estaban en posiciones de cambio y la querían hacer de otra manera, leer un rechazo del 62% es una obligación política. Si no hay autocritica no puede servir a su país, tiene que mantener los valores, pero saber qué terreno pisa y qué piensa la gente, entonces, eso es este proceso. Yo creo que este proceso de la campaña es más bien un proceso de formación de una opinión de futuro, de los acuerdos esenciales del futuro.

¿Cómo se podría entender el sondeo a Pablo Maltés en esta reivindicación de la centroizquierda que hace el PPD?

Bueno, eso es un desvarío de alguien, no sé quién. Jamás se me hubiera ocurrido.

El CAE le ha significado costos de popularidad. Ha dicho que no se arrepentía de ello ¿Sigue sosteniendo lo mismo?

En ese momento era el único camino de un hombre progresista para abrirle curso y acceso a la educación superior a jóvenes pobres, no había otro, nadie les daba dinero, no podían entrar a ninguna parte. Recibía a miles de papás que me decían ‘yo quiero que mi hijo estudie’, había solo crédito para las universidades del Estado; en ese momento permitió una expansión tremenda de la educación superior que puso a Chile en el mejor nivel de América Latina y yo creo que uno de los más altos del mundo y permitió un avance tremendo en materia de inscripciones en las carreras técnicas que eran chiquititas porque no recibían ningún apoyo. Hoy no sirve como está, la presidenta Bachelet, y yo ayudé en eso, mandó un proyecto de ley el año 2017, antes el 2015 pusimos la gratuidad. O sea, en ese tiempo, estamos hablando del año 2005, creo que era una buena decisión, luego hubo que cambiarlo, se demoró el cambio, yo creo que hoy hay que tener una nueva política en la misma línea del 2007 que tenga gratuidad mayor, que tenga crédito, que es inevitable, pero a interés cero, que ese crédito salga de los bancos y tiene que haber una parte de condonación. Ese cambio hay que hacerlo ahora, no se hizo en el gobierno de Piñera, pero tampoco se ha hecho en el gobierno de Boric. Los que más argumentaban esto no lo han hecho, entonces uno está con ellos de que hay que cambiarlo, pero háganlo. No hay políticas que duren 20 años, tú haces una política y después la vas cambiando en el tiempo.

¿Cree que esa decisión puede jugarle en contra en esta elección?

Si yo tuviera dudas de lo que hice el 2005, que por lo demás fue aprobado por unanimidad en el Congreso, si tuviera dudas de que habría sido tal vez mejor no haberme arriesgado y tener 300 mil jóvenes menos en la educación superior para no tener problemas, me arrepentiría, pero yo creo que, de lo que hay que arrepentirse, es de no cambiar a tiempo lo que no está bien. ¿Te arrepentirías tú de haber abierto las puertas para que tenga financiamiento las familias pobres? En ese tiempo ¿Qué se acordó?: Que el aval lo daba el Estado y no eran las personas que iban a pedirles a los bancos; que las licitaciones no eran personales, el Estado llamaba a licitaciones de miles de créditos, que también se entendía a los alumnos que iban a universidades privadas e institutos profesionales privados y no solo al sector público, pero hoy día hay que juntarlo todo. Ampliamos en ese momento además, la educación, el crédito fiscal, el crédito solidario, lo ampliamos harto e incluso hubo un acuerdo con todos los dirigentes estudiantiles. Estamos hablando hace 20 años, la realidad es completamente distinta, entonces lo que uno tiene que preguntarse es ¿Eso era bueno entonces? Yo creo que sí ¿No está bien ahora? Yo creo que no está bien ahora, pero entonces hay que cambiarlo y yo soy partidario de cambiarlo. La pregunta que me hago es ¿Por qué no lo cambian? En vez de estar solo criticando.

Finalmente ¿Cómo proyecta el diálogo al interior del Consejo? Con la aguda fragmentación, la aparición de Republicanos y de fuerzas populistas.

Yo creo que la discusión que se va a dar allí y que va a venir bastante prediseñada por los llamados expertos, que los respeto mucho, pero cuando uno tiene tradición democrática también quiere que haya más poder en los electos que en los expertos, pero en fin, veremos cómo vamos a salir de esta situación, pero, si hay algo que tenemos que arreglar es que la democracia chilena es frágil y que una Constitución debe ayudar a tener una institucionalidad más fuerte. Eso no sólo son mecanismos políticos, un sistema político es clave, pero también la cultura política. Si uno hace una campaña fragmentando no es ninguna garantía de que va a llegar al Consejo a evitar la fragmentación, nosotros no podemos alentar la fragmentación si queremos una sociedad democrática mejor. Lo que tenemos que hacer es aumentar la igualdad, la participación, es prepararnos en educación, ciencia y tecnología para lo que viene, porque tenemos que defender el medioambiente, que la degradación va a venir con mucha fuerza y tenemos que protegernos y hacer cambios en todos los planos. Tenemos que dar más espacio a la mujer y a los pueblos indígenas, hay que avanzar en eso si uno quiere tener una Constitución que ayude al fortalecimiento de la democracia, pero la fragmentación es una endemia, una pandemia, hay que tener cuidado con eso, está ocurriendo en todo el mundo. Hay que tener partidos más fuertes, con programa, hay que tener niveles de apoyo ciudadano más alto para ser partido, no puede haber una política de cada uno de un personalismo exagerado como que lo único importante es ganar para llamar la atención y no para pensar en lo colectivo. Tiene que haber más vocación pública, tiene que haber más vocación política, esto puede parecer un poco ingenuo de mi parte, pero no es ingenuo, esto es un cambio cultural y quien está en esto y ha luchado por la democracia se da cuenta, por lo tanto tenemos que todos juntos luchar por eso. Yo creo que la Constitución es un momento de reflexión de lo que hemos hecho y tratar de arribar a un gran acuerdo que tenga un 80% de respaldo ciudadano, sino, no va a tener la legitimidad necesaria, pero haciéndolo realmente pensando en un cambio cultural.





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