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Año XVI, 27 de abril de 2024


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Dmitri Domanski, especialista alemán en innovación social: “Las innovaciones tecnológicas son muy importantes, pero no son suficientes para solucionar los problemas de la sociedad”

El investigador alemán, especialista en innovación social, participó en un encuentro esta semana en la Universidad de Chile y analizó el cambio de paradigma que vive la innovación y plantea que es momento de trabajar unidos y dejar de competir.

Diario UChile

  Sábado 12 de agosto 2023 13:14 hrs. 
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Desde la región del Ruhr, una de las áreas metropolitanas más pobladas de Alemania, llegó el especialista en innovación social alemán Dmitri Domanski, quien dictó la charla magistral “Innovación desde las Universidades como desafío en el S.XXI” en la Universidad de Chile. Su ponencia sirvió de apertura del primer Encuentro Anual de Innovación de nuestro plantel, evento que fue organizado por la Dirección de Innovación de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VID), en colaboración con distintas unidades.

El ex investigador de la Universidad de Dortmund es cofundador de la Escuela Europea de Innovación Social (ESSI) y hoy trabaja como gerente de proyectos de innovación en la Agencia de Desarrollo Económico de la región de Ruhr, donde impulsa proyectos de innovación bajo una perspectiva más actualizada y avanzada. “Las innovaciones tecnológicas son muy importantes, pero no son suficientes para solucionar los problemas de la sociedad. Hemos dado un paso muy importante para abrir el camino al nuevo paradigma de innovación que realmente corresponde a lo que son los desafíos actuales en el mundo”, dice.

En la cumbre que se realizó este 10 y 11 de agosto en la Casa Central de la Universidad de Chile, colaboraron las vicerrectorías de Extensión y Comunicaciones (VEXCOM) y de Asuntos Académicos (VAA). Apoyan las facultades de Economía y Negocios (FEN), Ciencias Sociales (FACSO), Medicina (FMED) y Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM), y colaboran los proyectos InEs Género e I+D+i+e, y Ciencia 2030.

– ¿En qué está trabajando actualmente?

Estoy en la Agencia de Desarrollo Económico de la región de Ruhr, una de las regiones más grandes de Alemania y Europa, justamente con la función de impulsar proyectos de innovación bajo una perspectiva más actualizada y avanzada. Vengo de diez años de trabajo en la U. de Dortmund, formando parte de un equipo que trabajó en el tema de cómo cambiar el paradigma de innovación en Alemania y ojalá también a nivel internacional, trabajando con otros países en Europa y más allá de Europa, también en Latinoamérica. Es decir, cómo salimos del paradigma común y conocido, reconociendo que la innovación en realidad ya no es lo que pensamos durante mucho tiempo, ya es una cosa mucho más diversa, mucho más amplia, más compleja. Y abre un nuevo mundo a muchos académicos, pero también a participantes de todos los sectores de la sociedad.

Después de la Segunda Guerra Mundial, con la Guerra Fría, me atrevo a decir que se formó la mentalidad de mucha gente de pensar que innovación era sinónimo de lo que se conoce desde Estados Unidos con Silicon Valley, innovar para lucrar de manera máxima y, en general, a través de tecnologías, esos dos aspectos. Solo se buscaba introducir una nueva tecnología para sacar el mayor beneficio económico. Y así estuvimos durante décadas, entendiendo innovación casi exclusivamente en esos términos.

– ¿Cómo cambió esta visión?

Desde los 80′ que científicos e investigadores estaban indicando, pero no fueron tan bien escuchados en su momento, que la innovación significa mucho más que eso. Se puede innovar en cualquier área y no son solamente los ingenieros quienes pueden desarrollar una innovación. Porque innovar es introducir algo nuevo que todavía no se ha hecho antes, pero no solamente introducirlo una vez, sino que realmente sea usado por la gente. Siempre existieron las innovaciones desde los inicios de la humanidad. Y no siempre fueron solamente tecnológicas, solo que nosotros nos fuimos por esa vía. Pero, afortunadamente, ahora estamos reconociendo que no es así, y hay que reconocerlo por las necesidades de la sociedad. Porque vemos todo lo que pasa en el mundo, que no logramos esa sostenibilidad económica, social, ecológica, que necesitamos para nuestro planeta. No logramos muchas veces la justicia social y tenemos tantas tecnologías, o sea, aparentemente no depende de eso.

Las innovaciones tecnológicas son muy importantes, pero no son suficientes para solucionar los problemas de la sociedad. Hemos dado un paso muy importante para abrir el camino al nuevo paradigma de innovación que realmente corresponde a lo que son los desafíos actuales en el mundo.

– ¿El nuevo paradigma tiene un enfoque más comunitario, de innovación social?

Sí, pero indudablemente la innovación social en este nuevo paradigma tiene un papel central por varias razones. Primero, la innovación social es social porque, como decía, las innovaciones ya no son solo tecnológicas, es decir, ya entendemos que innovación no es solo un artefacto tecnológico como un celular, un auto, un computador, sino que también lo que los sociólogos llaman prácticas sociales, formas de hacer algo, pero formas continuas, no que alguien haya hecho algo una vez, sino que es algo nuevo que se adopta en la sociedad y se vuelve algo permanente, al menos hasta cierto punto. Por ejemplo, formas de organizar la educación, formas de organizar el sistema de salud, la atención médica, la movilidad, formas de compra, formas de compartir conocimiento, etc.

La segunda cosa es preguntarse ¿con qué fin innovar? No solamente innovar con el fin de sacar el máximo beneficio económico de la innovación, sino que ver también otros tipos de impacto ¿Qué otro impacto puede haber? El impacto social. ¿Cómo podemos lograr que a través de innovación mejore la vida de la gente? Por ejemplo, que el aire esté más limpio, que las condiciones de vida sean más justas, que la educación sea mejor, entre otros.

Y tercero, cómo cambian las relaciones humanas en los procesos de innovación y las interacciones. Ya no son solamente los ingenieros y los emprendedores quienes trabajan en innovación, sino que nos encontramos ya en mesas de trabajo donde están los sociólogos, los políticos, los geógrafos, los antropólogos, los economistas, los diseñadores, arquitectos, entre otros, además de los ingenieros. Porque se necesita cada vez más el conocimiento específico de diferentes áreas, porque si no, no se corresponde a la complejidad de lo que son esas innovaciones.

– ¿Cuál es el rol público de la innovación en las universidades estatales?

Hay que entender primero por qué este nuevo rol de la universidad, que no es algo obvio. Yo creo que no logramos entender el rol actual de la universidad en la sociedad, en el mundo, si no entendemos cómo ha cambiado el mundo de la innovación en lo que es el nuevo paradigma de innovación. Con la innovación social, por supuesto, hay un papel de importancia creciente, cada vez más central, donde las innovaciones sociales y tecnológicas son igualmente importantes y donde no todo se trata del lucro. Y ahí, claro, hablamos del rol de la universidad actual. Y nos damos cuenta que la universidad no es solamente para la docencia y para la investigación, sino que también está esta tercera misión: la extensión o vinculación con el medio. Y probablemente es aún más que eso ¿Cómo trabajar la tercera misión? ¿Cómo realmente ser exitosos, ser productivos? La respuesta no es tan fácil.

Es un desafío pensar cómo logramos incorporar la tercera misión de tal modo que la universidad realmente sea ese actor de la sociedad capaz de contribuir directamente -no indirectamente a través de la investigación, que quizás en veinte años más tendrá algún impacto- cada día trabajando también en los cambios que hay en la sociedad a través de la llamada tercera misión. Entonces, creo que para eso hay que redefinir muchas cosas. Entonces, sí, vengo con algunas ideas, con algunas propuestas y algunas críticas.

– ¿Qué falta para avanzar en nuestra región? 

En Latinoamérica y en Chile hay mucha creatividad, mucha motivación de la gente pero falta avanzar más en unir las fuerzas. Cada uno quiere ser el campeón, esa competitividad tiene buenos aspectos, pero no puede ser todo. También hay que armar redes, asociarse más entre los actores y atreverse a compartir algunas cosas y no solamente pensar en ser, en palabras simples, la estrella de la  innovación, sino que ser parte de un equipo. Y quizás confiar en cosas ya desarrolladas o inventadas por otra gente, pero que sí son son más prometedoras para cierto contexto o situación, para mejorar la vida de las personas y avanzar. Trabajar más en comunidad y no solamente de manera individual.

Otra cosa que aprendimos de la innovación social en la región en comparación con Europa es que es muy difícil mantener el éxito a mediano y largo plazo si el Estado no ayuda, no apoya ni participa en estos procesos. No se puede dejar la innovación social en las manos del mercado, porque muchas innovaciones no son de lucro y no buscan competir en el mercado. Buscan mejorar la vida de la gente, aunque no sea lucrativo. Ya hemos visto que soluciones que habían empezado de manera muy prometedora después sin apoyo estatal, no pudieron seguir. Es una lástima. Se desaprovechan muy buenas ideas.

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