Molestia generó en Renovación Nacional la referencia que hizo el día viernes en un acto en homenaje a las movilizaciones populares de mayo y agosto de 1983 el Presidente Gabriel Boric del exministro del Interior de la dictadura y uno de los fundadores de la colectividad, Sergio Onofre Jarpa.
En la oportunidad, el jefe de Estado indicó que “les agradezco mucho ser parte de este homenaje a toda una generación de dirigentes y luchadores sociales que dieron la pelea contra la dictadura, por la democracia, por los derechos humanos y allanaron el camino para poner fin a ese periodo tan amargo y gris de la historia de nuestra patria que se extendió por 17 años y en donde desgraciadamente gente como Sergio Onofre Jarpa terminaron sus días impunes, pese a todas las tropelías que cometieron”.
Las expresiones del Presidente Boric no cayeron nada de bien en la tienda que encabeza el senador Francisco Chahuán, quien reclamó al mandatario se retracte de sus dichos y pida disculpas, ensalzando a su vez la figura del exministro de Estado de Pinochet.
“El futuro no se construye difamando a las personas que fueron claves en la transición política. Y no permitiremos que el Presidente Boric enlode lo que fue una figura emblemática en la transición política del país”, indicó.
Para Chahuán, Jarpa “a diferencia de su errático gobierno, supo que la estabilidad del país estaba por sobre cualquier otra implicancia. Y fue capaz de iniciar el proceso de la reconstrucción democrática, a través de la constitución del grupo de los ocho”.
El legislador recordó que de esa manera se pudo “lograr consolidar lo que fue la democracia de los acuerdos, lo que fue reconocido incluso por el expresidente de la República Patricio Aylwin después de su mandato, quien agradeció el rol de Sergio Onofre Jarpa y de Renovación Nacional”.
Por eso, Chahuán hizo un llamado al Presidente Boric “para que dilucide cuál es el tenor que quiere dar a la conmemoración de los 50 años ¿más odio y divisiones? ¿Seguir permanentemente mirando en el retrovisor para generar más fracturas internas? ¿Ser el presidente del 30 por ciento o muy por el contrario, generar un clima de unidad en el país? Hacemos el llamado a unir a los chilenos, Presidente, para eso está elegido”.
29 muertos en dos días
1983 era un año caldeado en Chile. La precaria situación económica que había derivado en un incremento sobre el 23,7 por ciento de la cesantía, además de los primeros impactos de la nueva constitución sancionada en un plebiscito fraudulento, llevó a que organizaciones sociales, políticas y sindicales convocaran a jornadas de manifestaciones.
Mientras, la dictadura movió piezas para intentar calmar los ánimos y fue entonces que Pinochet colocó al exdirigente del Partido Nacional, Sergio Onofre Jarpa, como ministro del Interior.
Para agosto la situación había empeorado por los serios problemas de desempleo y miseria que enfrentaban millones de chilenos, en especial los más pobres, provocando que el llamado a movilización tuviera una adhesión contundente entre la ciudadanía.
Pero la respuesta desde el Ministerio del Interior encabezado por Jarpa fue el despliegue de 18 mil militares con sus rostros pintados y apoyados por tanquetas en una demostración de tolerancia cero a las manifestaciones de la gente.
Aún así, en diferentes puntos del país se concretaron las manifestaciones que terminaron con 29 personas muertas y más de 200 heridos, así como cientos de detenidos. Entre los fallecidos por un tiro por la espalda se contó a una niña de 14 años de edad en una población que fue impactada por el disparo desde un vehículo policial.
A pesar de la brutal represión y el repudio internacional luego de la matanza, Sergio Onofre Jarpa nunca se refirió a los hechos y, en cambio, sólo comentó los logros y avances de la administración civil y militar que ocupaba La Moneda desde el 11 de septiembre de 1973.
Otras de las consecuencias de las manifestaciones de agosto de 1983 fue la detención y relegación de decenas de dirigentes políticos y sociales.
Imagen de portada: Agencia ATON