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La tensión regresa al estrecho de Taiwán

Nuevamente se encrespan las aguas entre Pekín y Taipei tras las elecciones presidenciales en la isla, que dieron la victoria a Lai Ching-te, el candidato del partido soberanista, PDP. Ciertamente, Washington se involucra “en nombre de la libertad”.

Luis Hernán Schwaner

  Jueves 25 de enero 2024 18:54 hrs. 
Taiwan

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Un destructor lanzamisiles de la marina estadounidense navegó por el estrecho y las reacciones no se hicieron esperar. Pekín calificó la operación como una «provocación», mientras que Estados Unidos defendía lo que denomina como su “compromiso con la libre navegación”.

Desde la República Popular China, el portavoz del Ejército Popular de Liberación (EPL) acusó a EE.UU. de socavar “maliciosamente la paz y la estabilidad regionales”. El EPL aseguró que monitorizó la navegación del USS John Finn durante todo su viaje, según lo establece el derecho internacional y las leyes globales de navegación.

El argumento de Estados Unidos es que el destructor transitó por un corredor del estrecho fuera de las aguas territoriales de cualquier estado ribereño. Es una tesis que obvia la reclamación de Pekín, que considera Taiwán como parte de su territorio y no un país independiente.

Es la primera operación militar norteamericana que se registra desde las elecciones de hace dos semanas. La incursión se producía mientras en Taipéi el presidente electo -aún vicepresidente- recibía a dos congresistas estadounidenses. En el encuentro aprovechó para declarar que esperaba que “Estados Unidos pueda continuar con su firme apoyo a Taiwán”. Lai Ching-te recordó que la situación geoestratégica de la isla la sitúa en la primera línea de lo que llamó “el expansionismo autoritario de China”.

El resultado de las elecciones del 13 de enero no ayuda a rebajar la tensión en el estrecho y Taiwán se mantiene como el principal conflicto entre las dos grandes potencias. China sigue reclamando la reunificación con la isla, mientras que la isla defiende su statu quo actual. Asimismo, Estados Unidos se ha comprometido a defender Taiwán en caso de una invasión.

Por el momento, Pekín no ha reaccionado a la victoria del PDP con maniobras militares de intimidación como hizo en el año 2022. Lai Ching-te consiguió un histórico tercer mandato para su partido a pesar de las advertencias de Pekín que afirmó que votar PDP era votar guerra. 

Hasta la fecha China ha optado por la contención. En estos 13 días ha lanzado incursiones aéreas, pero la operación más grande implicó a 24 aviones, muy lejos de los 103 cazas que sobrevolaron la isla en un solo día de septiembre. El Gobierno chino podría estar repensando su estrategia, ya que las amenazas lo único que han conseguido es la victoria del PDP. Además, según las encuestas, la mayoría de la población taiwanesa rechaza la reunificación. 

Para entender el fondo del problema, hay que remontarse al término de la Segunda Guerra Mundial, hace casi 80 años, cuando la isla de Taiwán -que había sufrido la dominación japonesa desde 1895- fue restituida a China. Pero la guerra civil para hacerse del poder político que estallaría más tarde entre los -hasta entonces- aliados nacionalistas del Kuomintang, liderados por Chou En-Lai, y las fuerzas comunistas del Ejército Popular de Liberación (EPL), encabezados por Mao Tsé-Tung, sumada a la intervención del gobierno y las fuerzas armadas de Estados Unidos (que llevaban a cabo su política de dominación global de la Guerra Fría), pusieron sobre el tapete el problema de Taiwán, quedando una vez más aislada del continente.

A pesar de que el gobierno chino nacionalista manifestaba que el acercamiento entre Estados Unidos y la República Popular China tenía como fin último aliviar la tensión en el Estrecho de Taiwán y recuperar para los nacionalistas la plena soberanía sobre la isla, parece más preciso vincular ese hecho a la necesidad que tenía el gobierno norteamericano de sacar partido a la división del bloque comunista y el alejamiento entre Pekín y Moscú de los años 60-70 del siglo pasado, fundamentalmente debido a la “Revolución Cultural” implementada por Mao.

Fue entonces que la Resolución Nº 2758 de las Naciones Unidas, aprobada en la 26º Asamblea General de octubre de 1971, otorgó a la República Popular China todos los derechos legítimos ante la ONU y destituyó al representante de Taiwán. Por su parte el gobierno de Estados Unidos reconocía entonces la nueva situación: Taiwán era parte de la República Popular China, algo en lo actualmente Wahington no es certero.

Hay que tener presente, además, que a fin de allanar el problema de Taiwán, el gobierno de la República Popular China adoptó dos principios básicos para su solución: el de la “reunificación pacífica” y el de “un país, dos sistemas”, algo similar a lo pactado con los británicos hace 25 años para la restitución de otro enclave capitalista, Hong Kong.

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