Impulsando el desarrollo en la infancia: el rol fundamental de la actividad física

  • 09-04-2024

Tanto estudios como medios de comunicación han reportado en el último tiempo datos que evidencian el aumento de la inactividad física en adolescentes y personas mayores. Algo alarmante, considerando que estas conductas se asocian a un mayor riesgo de desarrollar otras comorbilidades. Sin embargo, con el alza de esta problemática han surgido nuevas herramientas que prometen “restablecer” la salud de la población, donde se incluyen fármacos, ejercicios, dietas, entre otras.

¿Pero qué es la salud realmente? La definición purista determina que es la “ausencia de enfermedad”, una definición acotada y bastante simplista para los tiempos actuales. Por lo mismo, ha surgido el concepto de “salud integral”, que considera en su definición el desarrollo humano y que la persona alcance su máximo potencial en su curso de vida.

La investigación contemporánea respalda inequívocamente que la actividad física va más allá de sus conocidos beneficios para la salud cardiovascular, el control del peso y la prevención de enfermedades no transmisibles. En los seres humanos en desarrollo, la actividad física desempeña un papel crucial en la estimulación de procesos fisiológicos y neurológicos que son fundamentales para el desarrollo cognitivo, emocional y social. Estos se desarrollan gracias a la suma de estímulos y experiencias (motoras, cognitivas, sensoriales, emocionales, entre otras) vividas a partir de la niñez.

A su vez, otros estudios demuestran que la actividad física regular mejora la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para formar y reorganizar conexiones sinápticas, especialmente en respuesta al aprendizaje o la experiencia. La mejora en la neuroplasticidad se traduce en una mayor capacidad de aprendizaje y memoria, así como también, en la optimización de habilidades cognitivas y emocionales.

Desde una perspectiva motriz, se ha determinado que la actividad física promueve el desarrollo de habilidades motoras finas y gruesas. La coordinación, el equilibrio y la agilidad son aspectos fundamentales que no solo potencian la capacidad física en la infancia, sino que también fomentan la confianza en sí mismo y la autoeficacia, pilares esenciales para su desarrollo psicosocial.

La inclusión de la actividad física en la rutina diaria de los niños, niñas y adolescentes aumenta la adopción de estilos de vida saludables desde una edad temprana, inculcando valores y hábitos que perduran a lo largo de la vida. Esto es de vital importancia en una era donde el sedentarismo y los comportamientos asociados al uso excesivo de tecnologías digitales presentan desafíos significativos para la salud y el bienestar de las jóvenes generaciones.

Por lo mismo, es importante que padres/madres, educadores y responsables políticos fomenten espacios y garanticen que la actividad física se convierta en una parte intrínseca y valorada de la vida de cada niño y niña para lograr la tan ansiada salud.

Alejandra Arriagada, directora de la Escuela de Kinesiología de la Universidad Diego Portales.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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