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Adiós a León Ferrari, el artista interpelante

A los 92 años murió el argentino León Ferrari, cuyas obras generaron conmoción pública en Buenos Aires y lo consagraron en la Bienal de Venecia 2007. Algunos de sus trabajos se han expuesto en Chile, donde distintos especialistas explicaron su relevancia.

Rodrigo Alarcón L.

  Jueves 25 de julio 2013 19:23 hrs. 
León Ferrari

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“Cuando vos pretendes decir algo que sea, en cierto modo, combativo, tenés que inventar una nueva forma para que eso llegue. Si decís las viejas cosas con las viejas palabas, no llegan.  Es un lugar común que mata la idea que se está expresando”. Así hablaba de su trabajo León Ferrari y el impacto de sus obras incluso alguna vez provocó la ira del cardenal Jorge Bergoglio, hoy convertido en el Papa Francisco.

En diciembre de 2004, Bergoglio calificaba como “una blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad” la retrospectiva que el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires organizó con más de 50 obras del artista. El trabajo que generaba mayor controversia era La civilización occidental y cristiana (1965), un Cristo que lucía crucificado sobre un avión militar estadounidense elaborado en los años de la guerra de Vietnam y que en su momento ya había sido rechazado para el premio Di Tella.

Cuatro décadas más tarde, la obra nuevamente provocó escándalo. Hubo manifestaciones a favor y en contra, incidentes dentro de las salas, amenazas de bomba, la justicia cerró la exposición temporalmente y finalmente el centro cultural decidió evitar más problemas y terminó la muestra antes de lo previsto.

León Ferrari

La civilización occidental y cristiana (1965)

Ese era el nivel de repercusión que podía tener el trabajo de León Ferrari, quien este jueves murió a los 92 años luego de una destacada trayectoria que se coronó en 2007, cuando recibió el León de Oro al ser elegido como el mejor artista de la Bienal de Venecia.

Nacido el 3 de septiembre de 1920, hijo de un artista italiano radicado en Argentina, Ferrari fue uno de los autores destacados en el movimiento de arte experimental que se generó a mediados de los ’60 alrededor del Instituto Di Tella, en el que también figuraron nombres como Ernesto Deira, Rómulo Macció y Marta Minujín, entre otros.

En la segunda mitad de esa década participó con sus obras en exposiciones y proyectos colectivos, como Homenaje a Vietnam (1966), Tucumán arde (1968) y Malvenido Rockefeller (1969). El filo político de su trabajo se observa también en Nosotros no sabíamos, obra de 1976 que reunía una serie de noticias publicadas sobre la represión de la dictadura argentina.

Francisco Brugnoli, director del Museo de Arte Contemporáneo, consideró que la muerte de León Ferrari “se suma a la desaparición de una generación brillante no solo para Argentina, sino que para Latinoamérica”.

“Lo importante es su actitud muy confrontacional respecto de aquellas ideologías determinantes de conciencia pública. Hizo muchos trabajos respecto al fervor religioso argentino, un catolicismo que está lleno de íconos. Eso causó bastante conmoción, pero las obras no eran por el escándalo, sino que tenían gran valor”, dijo. “A través del collage, él hizo una ruptura, las cosas podían ser de otra manera. Es la característica de todo el arte experimental, pero en Latinoamérica eso siempre tiene un sesgo político”.

El director del MAC recordó que “la palabra que se usaba en esos años era el artista comprometido, el hombre que se compromete con su tiempo. Indudablemente, eso tenía un significado político en el sentido más amplio de la palabra. El artista era un ciudadano, un artista interpelante. Ahora eso ha ido cambiando y las hegemonías culturales determinantes son más hedonistas. El trabajo de un arte reflexivo, que explore los límites de tolerancia, pasa más desapercibido”.

Brugnoli tuvo un fugaz encuentro con Ferrari en la Bienal de Sao Paulo de 2007, luego de la cual algunos de sus trabajos se expusieron en Santiago.

Otro recinto que ha mostrado trabajos de León Ferrari en la capital es el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, que recibió obras donadas por el mismo artista: la escultura Devoción (1995), más dos heliografías y parte de las series referidas a Adán y Eva.

Claudia Zaldívar, directora del museo, explicó que la donación se dio “el año ’96 bajo la dirección de Carmen Waugh, quien tenía muchos contactos con Argentina, donde tuvo una galería de arte. Tenía un trabajo permanente con el mundo artístico argentino y ese año León Ferrari donó tres obras. La más importante es Devoción, que es un busto de mujer cubierto con imágenes de una virgen”. Aunque hoy se encuentra en los depósitos del museo, la escultura fue parte de la muestra Sculpere-Esculpir. Forma, volumen y espacio: poéticas de la materialidad (2011), en la que también había trabajos de Yoko Ono, Alexander Calder y Lygia Clark, entre otros.

León Ferrari

“Devoción” expuesta en Santiago en 2011. Foto: Museo de la Solidaridad.

Para Víctor Díaz, académico del Departamento de Teoría de las Artes de la Universidad de Chile, la importancia de Ferrari es “la puesta en práctica de una obra ácida, más acorde con un lenguaje europeo o internacional, al desvincularse poco a poco de las prácticas más tradicionales del arte, como la pintura y la escultura”.

Incluso, Díaz fue más allá y planteó que “la producción artística de mediados de los ’60 en Argentina fue determinante y comenzó a propalarse al resto de Latinoamérica. Viéndolo a la distancia, es muy interesante y particular lo que ocurrió allá. Por momentos, incluso uno tendería a pensar que Buenos Aires estaba un paso por delante de muchas capitales del mundo en materia artística, incluso Nueva York, aunque suene exagerado decirlo así. Uno nota ahí una presencia importante de esa premisa crítica y reflexiva que hasta el día de hoy ampara el trabajo artístico”.

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