La proposición del gobierno de Vladimir Putin significó un respiro in extremis, a la posibilidad de una escalada mayor en el conflicto que sacude a Siria con posibilidades de extensión regional. Moscú presentó a consideración del gobierno de Bashir Al Assad la idea de disponer del arsenal de armas químicas sirias al control internacional, de tal forma de lograr su almacenamiento y posterior eliminación.
Y hablamos de jugada maestra pues Rusia y Siria aprovecharon una ventana abierta por el propio Secretario de Estado Norteamericano, John Kerry, quien sostuvo en conferencia de prensa en Londres, un día antes de la operación Moscú-Damasco que “el presidente sirio, Bashir al Assad podría evitar una eventual intervención militar de Estados unidos si entrega todas su armas químicas en el plazo de una semana a la comunidad internacional, todas y sin retraso…pero, estoy seguro que Assad no lo va a hacer”. Ante lo expresado como corolario, Kerry se equivocó medio a medio y no lo debe estar pasando muy bien en el ambiente de Halcones de la Casa Blanca, pues Rusia tomó unl balón que quedó dando botes en el área chica y lanzó una idea audaz, que obliga a Estados Unidos a pronunciarse sí o sí, so pena de confirmar con claridad, el carácter belicista de su política exterior.
La apuesta diplomática ruso-siria tomó de sorpresa a Estados Unidos y prueba de ello fueron las declaraciones de la portavoz adjunta del Departamento de Estado, Marie Harf quien aseguró que el Secretario de Estado John Kerry “hablaba de manera retórica cuando dijo que Siria podría evitar un ataque si entregaba todo su arsenal de armas químicas. Era una situación poco probable” pero, más que apoyar esta ingenua declaración de funcionarios de gobierno con experiencia y conocedores que las palabras en la arena internacional y las visiones de salidas a los conflictos generan realidades, lo claro es que la pelota de la guerra está en manos de Estados Unidos. La retórica tiene sus consecuencias y bien lo sabe Kerry.
A todas luces, la estrategia llevada a cabo por Moscú y Damasco significó la posibilidad de darle una posibilidad a la paz en el país levantino. Pero, sobre todo, dejar sin argumentos al gobierno estadounidense frente al espinoso tema de las armas químicas. El ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Walid al Mualem, sostuvo que su país había aceptado la propuesta de Rusia en el sentido de cooperar con la comunidad internacional en el control de armas químicas “celebramos una ronda de conversaciones muy fructíferas con el ministro de Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, que presentó la iniciativa referida a las Armas Químicas y ante la cual manifestamos nuestro acuerdo…de esta manera se deja sin argumentos la agresión norteamericana”.
La iniciativa ruso-siria permitió que el mandatario estadounidense, en un mensaje a la nación el pasado martes 10 de septiembre declarara que “sopesaré, absolutamente, el suspender un posible ataque militar a Siria si el régimen de Bashir al Asad acepta la propuesta rusa de que su arsenal de armas químicas quede bajo control de la comunidad internacional”.
Frente a las palabras de Obama el canciller ruso Serguei Lavrov anunció que tanto el gobierno ruso como el sirio trabajan en un “plan concreto, claro y eficaz” para poner bajo control internacional las armas químicas sirias. Presentaremos a la brevedad dicho plan al Consejo Seguridad de la ONU y a la comunidad internacional. Propuestas concretas en forma de un plan, que será presentado a todas las partes interesadas, incluido, desde luego, Estados Unidos con quien mantenemos contacto a través del secretario de Estado John Kerry” consignó el jefe de la diplomacia rusa.
Estados Unidos está en una compleja encrucijada política y diplomática. Esto, a pesar de las palabras de Obama respecto a que la propuesta de entrega de las armas químicas se dio bajo el marco de las amenazas de su administración de gobierno de atacar territorio sirio. “Es posible que logremos un avance, pero tendremos que darle seguimiento y no queremos simplemente una demora o una táctica dilatoria para quitar la presión que tenemos sobre ellos. Tengo que decir que es improbable que hubiéramos llegado a este punto donde surgen declaraciones públicas como éstas sin una amenaza militar creíble para lidiar con el uso de armas químicas dentro de Siria”, agregó el Mandatario estadounidense
En parte, lo sostenido por Obama es real, pero hay que adicionar las propias presiones de sus aliados occidentales, el veto ruso y chino frente a una posible aventura militar sin autorización del Consejo de Seguridad. Marco que refrendó el Senado norteamericano al suspender la votación del pasado 9 de septiembre y que hubiese significado autorizar un ataque unilateral de las fuerzas militares de Estados Unidos contra Siria.
El peligro de la guerra a pesar de propuestas, discusiones y alternativas posibles está latente. Obama ha admitido “las consecuencias negativas” de las invasiones a Afganistán e Irak por parte de su país que está “enfermo y cansado de la guerra y por ello n o repetiremos las pasadas tácticas bélicas. No voy a poner las botas estadounidenses sobre el terreno en Siria. No voy a perseguir una acción abierta como en Irak o Afganistán. No voy a seguir una campaña aérea prolongada como en Libia o Kosovo. En Siria será un golpe dirigido para disuadir el uso de armas químicas” consignó Obama dejando abierta las puertas de la agresión a otro país.
Estados Unidos ha entrado en el ruedo de reuniones, consultas con sus aliados y mantener encuentros con autoridades rusas y chinas de tal forma de “presentar una resolución en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”. El “Premio Nobel de La Paz” Barack Obama ha quedado en la estacada internacional, presionado por el complejo militar industrial estadounidense, por el lobby pro israelita en Washington, por los Halcones de la Casa Blanca y por su propia impericia diplomática. Pesa en esta incómoda posición norteamericana la jugada maestra de la diplomacia rusa y la decisión de Siria de ceder en sus posiciones a pesar de creer, que el fondo político y militar al poseer armas químicas ha sido para contrarrestar el poderío nuclear israelí en la zona.
El mandatario estadounidense ha manifestado que para EE.UU. “la última instancia” es destruir las armas químicas que posee Damasco en sus arsenales y agregó que de fracasar la vía diplomática sobre la propuesta rusa, tomará “junto con su aliado principal, es decir: Israel, una acción militar contra el Gobierno de Siria. Si ello sucede Medio Oriente, parado sobre un barril de millones de toneladas de pólvora, armas químicas y nucleares estallará en mil pedazos.