El diagnostico al interior de la Nueva Mayoría respecto del primer año de Gobierno de Michelle Bachelet no fue bueno. Descoordinaciones, falta de claridad a la hora de promover las reformas y escasa comunicación con los partidos del oficialismo, asoman entre las principales causas de la caída en el respaldo de la Mandataria.
Pero el análisis no queda sólo en la disputa entre Gobierno y partidos, al interior de las propias colectividades se han evidenciado una serie de disensos y disputas que han impedido la consolidación de una sola voz en torno a los temas que han sido debate durante 2014.
Este fenómeno se ha visto acrecentado por la preparación de las elecciones internas en las dos colectividades más importantes, por lo menos a la hora de hablar de representación parlamentaria en la Nueva Mayoría: la Democracia Cristiana y el Partido Socialista.
Conocidos en su momento como el “eje histórico de la Concertación”, han vivido un proceso de distanciamiento durante el primer año de Gobierno, que se ha evidenciado al momento de abordar las reformas planteadas por el Ejecutivo.
Por un lado, se encuentra el Partido Socialista, más llano a la aprobación de las reformas planteadas en el programa de Gobierno de Michelle Bachelet y por el otro, una Democracia Cristiana que ha sido tildada de obstruccionista, incluso por los miembros de su propia coalición.
Las dos almas de la Democracia Cristiana
Desde que asumió el Gobierno de la Nueva Mayoría, la oposición, representada en la UDI y Renovación Nacional, se ha encargado de criticar la presencia de la Democracia Cristiana. Acusan que el partido está quebrantando sus principios al apoyar medidas reformistas y “estatistas” y lo instan a dejar la coalición.
Esta apreciación es reforzada con la conducta que han tenido sus dirigentes y representantes. Primero, con el debate de la Reforma Tributaria que terminó en la ya célebre “cocina del Senado” encabezada por Andrés Zaldívar y luego, por la férrea oposición a algunos puntos del proyecto de inclusión escolar que mostró el senador y presidente de la DC, Ignacio Walker.
Esto ha provocado que al interior de la falange se evidenciaran las diferencias y los disensos que, por ejemplo, impidieron que se concretara una lista de consenso para las próximas elecciones, debido a la confirmación de la candidatura de Ricardo Hormazábal a la presidencia de la DC.
La lista que encabeza Hormazábal es sumamente crítica de la administración que encabeza Ignacio Walker, a su juicio, ésta directiva ha traicionado los principios de la falange y sus miembros, incluso, instan a actual líder de la DC a que replantee su permanencia en la colectividad.
“El grupo que dirige hoy a la Democracia Cristiana es un grupo que pertenece, ideológicamente como actitud al grupo que apoyó el Golpe, Walker no apoyó el Golpe, era un muchacho, pero hoy día está apoyando el sistema que se impuso, por eso, yo lo invito a reflexionar no sólo sobre su papel como dirigente, sino que piense si quiere seguir siendo demócrata cristiano, eso tiene que pensar, si está dispuesto a adherir o no a los principios del partido”, afirmó Jaime Hales, integrante de la lista que encabeza Hormazábal.
Para los integrantes de otras opciones como la que encabeza el senador Jorge Pizarro, ésta dualidad que se ha visto en la DC no es tal, “La verdad, no creo para nada que la DC esté en una encrucijada. La DC ha sido históricamente, es cuestión de revisar su historia, un partido que ha estado por los cambios en el país, desde siempre”, sostiene el presidente de la Cámara de Diputados, Aldo Cornejo.
Desde el círculo más cercano a la actual directiva el rol que debe desempeñar la DC en la Nueva Mayoría es claro, por lo mismo refutan las críticas como sostiene el senador Andrés Zaldívar, “Las considero sin fundamento. Es una crítica, más bien, prejuiciada. No tiene ningún sentido. La DC tiene que cumplir su función de hacer valer cuáles son sus convicciones. Y creo que hemos hecho un aporte muy importante, y vamos a seguir haciéndolo”.
Dentro del partido no se descarta que se levante una nueva opción encabezada por el actual vicepresidente Fuad Chahin, con el apoyo de un grupo de parlamentarios. De hecho, el diputado ya habría expresado su disposición para presentarse en carrera.
En suspenso se mantiene la definición del ex parlamentario, Gutenberg Martínez. Si bien nunca abandonó la política activa, fue durante este año que resurgió mediáticamente con una serie de críticas a las reformas planteadas por el Gobierno y con su afirmación de que la Nueva Mayoría era una coalición con “fecha de vencimiento”.
Por lo mismo, si Martínez decide postular cambiará por completo el escenario al interior de la DC, ya que obligaría a la lista de Pizarro a acercarse con un actor dentro de la falange con el cual no tiene muchos puntos en común.
Recordemos que para las próximas elecciones internas de la Democracia Cristiana convocadas para el 29 de marzo, los militantes plantearon 12 propuestas programáticas.
En lo que se refiere a la relación de la DC con el gobierno, éstos expresaron que “mantendremos nuestro respaldo al actual gobierno y cooperaremos en la definición de las prioridades y las estrategias que deben aplicarse”.
Además, el grupo ratificó su adhesión a la Nueva Mayoría “entendiendo que ella debe proyectarse en el tiempo para darle la continuidad y apoyo necesario al proceso de cambios”. Al mismo tiempo que rechazaron la idea de que este acuerdo político “tiene fecha de vencimiento”, haciendo alusión a lo dicho por Gutenberg Martínez.
PS y el factor Escalona
Desde que el ex senador y presidente del Partido Socialista, Camilo Escalona, anunció su intención de postular a la directiva de la colectividad, el ambiente no fue el mismo en la casona de calle París.
De inmediato surgieron los temores sobre el rol que jugaría el partido en el Gobierno con el histórico dirigente a la cabeza, considerando el espíritu reformista que ha intentado instalar el Ejecutivo que chocaría con la figura del ex senador, que se caracterizó, durante el período de la Concertación, por perpetuar el statu quo.
De todas formas Camilo Escalona se considera un hombre de izquierda y también un revolucionario y de hecho no rehúye de todas las declaraciones que ha realizado durante el presente año. Pero al interior de su sector, la Nueva Izquierda, hay voces que no están de acuerdo con su postulación y han pasado a apoyar directamente a una de sus contendoras, la presidenta del Senado, Isabel Allende.
La parlamentaria es hoy en día una de las figuras dentro del socialismo con mayor apoyo ciudadano de acuerdo a las últimas encuestas de opinión. El rol que ha jugado a la cabeza del Senado, junto con el hecho de ser la hija del Presidente Salvador Allende, la transforman en una figura simbólica y con claras aspiraciones de postularse a la presidencia de la República en 2017.
Pero para algunos ahí radica el mayor problema de su postulación, la posibilidad de que ésta candidatura sea un trampolín para postular a la más alta magistratura en las próximas elecciones, encienden las alarmas dentro de algunos militantes socialistas, considerando el papel que debe jugar un presidente de partido.
Así lo cree el actual mandamás del PS, Osvaldo Andrade, “en general ser presidente de un partido no es la mejor plataforma, la experiencia así lo ha demostrado. Ser presidente de un partido debe ser una de las tareas más ingratas, pero de las más fascinantes que uno puede realizar”, sostuvo.
Una de las mayores preocupaciones que existen en la actual directiva del PS es que la competencia interna no se desboque y termine fracturando al partido. Más aún si se toma en cuenta la presencia de una tercera opción, encabezada por el ex presidente de la colectividad, Gonzalo Martner.
La lista que encabeza Martner es crítica de la actual dirigencia de Osvaldo Andrade. A juicio de sus integrantes, el próximo Comité Central, “debe ser un espacio relevante en la toma de decisión de la política que deben llevar a cabo las y los socialista, fortaleciendo la institucionalidad partidaria”.
Las elecciones del Partido Socialista son seguidas atentamente por el Gobierno. Si bien han descartado cualquier tipo de intervención, están conscientes que un triunfo de la opción que encabeza Camilo Escalona podría desembocar en un giro del PS respecto del apoyo a las reformas que impulsa el Ejecutivo.
La preocupación aumenta si en la Democracia Cristiana se logra consolidar la continuidad de la actual directiva que encabeza Ignacio Walker, sobre todo si se toma en cuenta que 2015 será el último año en que se puedan sacar adelante los grandes proyectos anunciados, sin caer en la vorágine electoral que comenzará con las Municipales en 2016.
En ese sentido, el desafío para los militantes de ambos partidos es grande, aunque en el oficialismo desdramaticen el asunto como sostiene el presidente del MAS, Alejandro Navarro, “creo que la Nueva Mayoría va a cambiar de rostros pero no de objetivos”, sostuvo.
Recordemos que este movimiento también renovará directiva el próximo año. De esa forma, se continuará con un proceso de renovación de rostros en la Nueva Mayoría, que serán los encargados, además, de trabajar con el Ejecutivo leyes fundamentales como la Reforma a la Educación, Laboral y una eventual nueva Constitución.