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Estados Unidos: Sicosis y política exterior

Los estudiosos de la mente y su compleja estructura, suelen definir los trastornos psicóticos como aquellas complicaciones mentales, consideradas graves y que suelen causar ideas y percepciones anormales de la realidad.

Pablo Jofré

  Jueves 25 de diciembre 2014 15:41 hrs. 
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Lo clínico

En general, aquellos medios que suelen dedicar sus esfuerzos a definir los trastornos mentales de una manera cercana al lego en estas materias, afirman que las personas con psicosis pierden el contacto con la realidad y que dos de sus principales síntomas son el delirio y las alucinaciones. En el caso específico del delirio, se expresa, entre otras con aquellas falsas creencias respecto a que algo o alguien están en contra de la persona que sufre la perturbación. El grado de convencimiento es tan alto de esta creencia, que ningún razonamiento, por más lógico que sea, es capaz de refutarlo. En el caso de las alucinaciones, estas son aquellas falsas percepciones como escuchar, ver, sentir o visualizar algo que es inexistente, en lo que se denomina “percepción sin objeto”.

El tratamiento depende de la causa que origina esta psicosis. Los profesionales que tratan el trastorno pueden aconsejar fármacos, de tal manera de controlar los síntomas e incluso una psicoterapia. Para aquellos casos más complejos, serios y que pueden significar un peligro para sí misma o para las demás personas, se aconseja la hospitalización. Lo descrito parece tener cierta claridad con respecto a las personas que padecen un trastorno psicótico y la manera de enfrentarlo pero… ¿qué pasa cuando esos síntomas, cuando ese trastorno es sufrido por un grupo organizado, con vasto poder político, económico y militar, que presenta esa sintomatología y que visualiza sus temores en un supuesto enemigo allende sus fronteras? ¿Qué se puede hacer contra una clase política, en el país más poderoso del planeta cuando se comporta, se conduce y realiza acciones, que claramente están en el ámbito de la conducta psicótica?

En materia de trastornos mentales, Estados Unidos – me refiero a su administración y el Complejo Militar Industrial que está conformado, lógicamente, por seres humanos – carece de la más absoluta conciencia de enfermedad. Esa irreflexión distingue entre una estructura neurótica desde el punto de vista del manejo de la política exterior; de una conducta psicótica, que es la que sostengo posee el grupo de poder que controla el gobierno norteamericano. Al no tener conciencia de enfermedad, existe una incapacidad de enjuiciar lo que se piensa, las ideas, creencias y producciones, es decir, todo tipo de conductas asociadas.

Para la psicóloga Tania Lascar “como un subtipo de psicosis, existe el trastorno delirante, por largo tiempo denominado por la psicopatología como paranoia. En esta modalidad la sicosis está referida a la idea delirante, que los otros están decididos a hacerme daño. Lo interesante de esta patología es que ese trastorno delirante suele convencer a los otros, respecto a la idea que alguien me quiere causar daño, lo que genera una ola de simpatía y entendimiento y por tanto, perfectamente se puede convencer al mundo entero de ella” Salvo, por supuesto, y en esto un guiño a nuestros lectores, a los más perspicaces. El convencer, sobre todo en materia de política internacional no necesariamente significa que se haga en virtud de la legalidad de dichas acciones, sobre todo cuando están en juego intereses económicos, políticos, geoestratégicos, militares y de poder en general.

Trasladando al plano internacional esta conexión psicología-política, para Estados Unidos esos otros son un abanico amplio de países: Irán, Venezuela, Cuba, Siria, Rusia, Corea del Norte e incluso aliados momentáneos, que al discrepar sobre la pertinencia de ver en ese otro a un enemigo potencial, terminan siendo blanco de críticas y sospechas. E incluso, aquellos grupos y movimientos que son utilizados por Estados Unidos para contrarrestar las amenazas de esos “otros” terminan, al cabo de los años, convertidos en nuevos enemigos. Tal ha sido el caso de Al Qaeda y más recientemente EIIL (Daesh por su nombre en árabe) Movimientos creados, financiados y apoyados militar y logísticamente por Washington y sus aliados y que hoy son representados como una amenaza global.

Lo político: Ley Rapa y Resolución 758

Un gobierno neurótico, que no es el caso de Washington, pues la afirmación que defiendo es que el gobierno estadounidense con respecto a su política exterior es un gobierno psicótico, con sintomatología delirante y alucinatoria políticamente hablando. Esto, pues dejó lo clínico a los especialistas remitiéndome sólo a hacer un paralelo. Si fuese un gobierno neurótico, tendría conciencia de sus obsesiones neurasténicas y haría algo por mejorar esas conductas, que en el plano internacional equivale a tener “buenas relaciones” y trabajar por el fortalecimiento de ellas. En cambio, un gobiernop sicótico como el estadounidense, sea con demócratas o republicanos, no tiene conciencia alguna de enfermedad y suele asegurar con vehemencia que sus ideas, sus percepciones, son totalmente fidedignas, y en ese contexto psíquico cabe toda la política exterior de EE. UU.

Un gobierno con esas características tiene rasgos, conductas, estilos y estructuras paranoicas. Como también megalómanas “en una combinación hiperpatológica, que surge por un lado de lo paranoico, es decir de la percepción que los otros quieren dañarme, como también la país y al mundo entero, sumado a la falsa creencia que sostiene e intenta convencer de poseer un poder ilimitado y omnipotente, que es capaz de creerse los salvadores del mundo. Un poder vasto y todopoderoso, que puede estar basado en un contexto posible, pero que desborda locura” afirma Lascar. Una administración, indistintamente republicana o demócrata, convencida que su condición de imperio le permite crear su propia realidad. Que se considera el único actor de la historia, quedando el resto de la humanidad a la vera del camino, sólo para estudiar lo que ese gobierno imperial realiza.

Amos Gunsberg, psicoterapeuta estadounidense, en su interesante texto “Más allá de la locura” señala que “para ellos, los psicópatas, lo que sea que declaren es real. Lo que Nosotros llamamos realidad no lo es para ellos. Ellos pronuncian lo que ha de considerarse real…criaturas que aparecen en nuestro planeta con forma humana, pero que no son seres humanos: amorales, sin sentimientos, sin corazón. Criaturas que carecen de los elementos que distinguen al ser humano. No exhiben ninguna conexión ni ninguna comprensión de lo que llamamos moralidad, honestidad, decencia, juego limpio, entre otras. Carecen de la facultad que denominamos empatía. Carecen de lo que denominamos introspección. La humanidad ha pasado siglos tratando de encontrarle un sentido a estas criaturas como una forma de seres humanos. Todo fue en vano, con enorme costo para nuestra civilización. Estas criaturas no son seres humanos echados a perder. Son una especie diferente que se dedica a asesinar los valores humanos como un preludio al asesinato de los seres humanos propiamente dichos. Estas criaturas no piensan como humanos. No hablan como humanos. No saben lo que es ser humano”.

Gunsberg entrega ciertas evidencias respecto a este comportamiento psicopático, que denomina como humanoide, un ser que parece humano pero no lo es “Hacen declaraciones sin justificarlas. Éstas deben ser aceptadas como una definición de la realidad, diferentes de momento a momento. Ignoran la petición de suministrar los fundamentos de sus declaraciones. Se burlan del valor que los humanos atribuyen a los hechos, la honestidad, la decencia, el juego limpio. Aplauden el uso de mentiras, engaños, entre otras. Protestan alegando ser “atacados” apenas se los cuestiona. No dan ninguna explicación de lo que es el “ataque” ni de lo que está siendo atacado. No sienten sentimientos. Ven el mundo como su holodeck privado (sacado de la película Viaje a las estrellas, es un ambiente donde son colocadas situaciones a través de una recreación computarizada en realidad virtual, en donde uno puede recrearse y vivir situaciones creadas en la mente). Se dedican a que los humanos se mantengan en su sitio. A saber, su condición insignificante.

Permítanme, en este marco, realizar una analogía, lógicamente, con todos los bemoles que tal acción implica, entre ese trastorno mental y la política exterior del gobierno estadounidense con respecto, en este artículo, a Rusia. Y nombro este país pues podría ser perfectamente asimilable a la conducta de Washington con Siria, con Irán, como lo fue con Libia o como lo es con Venezuela. Concédanme entonces realizar este maridaje de la política exterior de Estados Unidos respecto a Rusia y el gobierno de Vladimir Putin.

Hace pocos días, el jueves 4 de diciembre del 2014, la Cámara de Representantes de Estados Unidos, con el voto a favor de 411 congresistas y el voto en contra de sólo 10 de esos mismos representantes, aprobó la Resolución 758. Documento condenatorio a la política de Rusia hacia otros países del espacio postsoviético y exigiendo, en ese contexto, al Gobierno norteamericano por parte del Congreso, que se siguiera ampliando la política de sanciones contra Moscú. En específico, este singular documento señala que “Se condena la agresión política, económica y militar de la Federación Rusa contra Ucrania, Georgia y Moldavia y las violaciones de su soberanías, independencia e integridad territorial”.

Para el ex Congresista estadounidense Ron Paul, esta resolución “es simplemente un legajo de 16 páginas de pura propaganda de guerra contra Rusia, donde se pone en evidencia el carácter infundado de cada una de las acusaciones contra ese país” ya sea al imputarle una supuesta invasión a Ucrania o sostener que los habitantes del sudeste ucraniano – de las Repúblicas de Donetsk, Lugank y Járkov han realizado elecciones ilegales y fraudulentas. Como también señalar, que el avión de Malaysia Airlines, derribado en julio del año 2014, fue a causa de un misil lanzado por fuerzas separatistas apoyadas por Rusia. A lo que se suma la acusación, que Moscú dio luz verde para invadir Georgia el año 2008. Como también permitir que el presidente ultranacionalista ucraniano Pior Poroshenko reinicie sus ataques militares contra las fuerzas separatistas favorables a la independencia y ante ello, solicitar al mandatario estadounidense Barack Obama que se “proporcione al gobierno e Kiev elementos de defensa letal y no letal, así como servicios y entrenamiento necesario para defender de forma eficaz su territorio y soberanía”.

La Resolución 758 da a conocer acusaciones, pero sin haber presentado en la Cámara de Representantes estadounidense prueba alguna, más allá de especulaciones y amenazas a la seguridad nacional, la visualización de peligros inexistentes o percibir que Rusia está contra Estados Unidos, en un símil de la persona sicótica descrita en párrafos anteriores. No existen pruebas audiovisuales – con todo el poder tecnológico que Estados Unidos y sus aliados tiene en la zona del sudeste ucraniano – que demuestre una invasión de fuerzas militares rusas en la zona beligerante. Pero, lo paradojal es que la acusación contra Rusia respecto a violar la soberanía ucraniana, no tiene correspondencia alguna y menos autocrítica, respecto al papel desempeñado por Washington, en una clara intromisión en los asuntos internos ucranianos, al ayudar al derrocamiento del gobierno ucraniano del ex presidente Víctor Yanukóvich en febrero del 2014.

La política de desestabilización ha sido reconocido por la alta funcionaria estadounidense Victoria Nuland, Secretaria de Estado Adjunta Para Asuntos Europeos, quien confesó en la Conferencia del Club de la prensa en Washington el mes de diciembre del 2013, que Estados Unidos a través de agencias de inteligencia y la USAID había apoyado con 5 mil millones de dólares a la fuerzas proeuropeas ucranianas para alejar a ese país de la influencia rusa “Desde la declaración de independencia de Ucrania en 1991, señaló esta Secretaria de Estado estadounidense adjunta para asuntos europeos, Estados Unidos ha apoyado a los ucranianos en el desarrollo de instituciones democráticas, mientras promovían la participación de la sociedad civil y el buen gobierno, todo ello necesario para alcanzar sus aspiraciones europeas” ONGs, programas de asistencia, el partido de la ex primer Ministro Yulia Timoshenko, medios de prensa opositores a Viktor Yanukóvich, fueron favorecidos con esos miles de millones de dólares.

La acusación respecto a que en la zona del Dombass se realizaron “elecciones fraudulentas e ilegales” trae a colación esa vieja política estadounidense de aprobar aquellas elecciones que le son favorables a sus intereses, pero maldecir y declarar al margen de la ley y el derecho internacional, aquellas elecciones que no van en la dirección de sus deseos e intereses. Para Washington no existe la posibilidad que la gente del este ucraniano marche hacia su autodeterminación o un camino de integración con Rusia. La única dirección posible para el poder estadounidense, es que las aspiraciones de las sociedades marchen en la senda dictada por sus objetivos estratégicos, sino es así se habla de terroristas, separatistas totalitarios, destructores de la democracia, contra los a los cuales no queda más opción que aplastarlos.

Para los Congresistas estadounidenses, parte de ese grupo afectado por un trastorno psicótico en materia de política internacional, el avión de Malaysia Airlines fue derribado por un misil separatista apoyado por Moscú, aunque no hayan sido presentadas pruebas algunas y la comisión internacional no vaya a entregar su informe hasta el 2015. Para Washington y los medios de comunicación que le son afines, no puede haber más culpables que Rusia y los separatistas. Y cuando hay que hablar de Georgia, el culpable es nuevamente Moscú, a quien se le acusa de invadir ese país el año 2008 a pesar que una investigación de la Unión Europea “aliados de Washington” llegó a la conclusión que fue Tbilisi la que comenzó, con el acicate estadounidense, una guerra injustificada contra Rusia.

Se acusa, igualmente a Rusia, de imponer sanciones contra países como Georgia. Moldavia e incluso Ucrania. Por usar un término cercano, se acusa irónicamente a la Federación de Rusia de haber impuesto sanciones económicas, no sólo a los mencionados países, sino también a varios Estados miembros no identificados de la Unión Europea, utilizando para ello “el suministro de energía para ejercer presión política y económica”. Es decir no sólo el ladrón está detrás del juez o el lobo se viste con piel de oveja, sino también el agresor acusa a otros de poner en peligro la paz mundial y lo hace padecer sanciones económicas, financieras y políticas contra bancos, funcionarios públicos, empresarios y miembros del parlamento ruso. Para Alexei Puskov, Presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales del parlamento Ruso “La resolución 758 viene a ser una formalización oficial de la nueva Guerra Fría, iniciada por la Administración Obama contra Rusia. Tras la aprobación de este documento, un “reinicio” de las relaciones entre Rusia y EEUU “no tiene posibilidad alguna”, sentenció el diputado.

Por su parte, Dennis Kucinich ex congresista por el Partido Demócrata, sostiene que con la Resolución 758 las tensiones entre Rusia y EE.UU. se avivan cada día por los que podrían beneficiarse del reinicio de la Guerra Fría el Complejo Militar Industrial con el dinero que ello significa “recordemos que la Guerra fría, que se prolongó entre 1948 y 1991 costó a los contribuyentes estadounidenses 20 billones de dólares según valores actualizados. La Resolución 758 exige que el presidente y el Congreso revisen la política de seguridad y controlen si los recursos del ejército de EE.UU. y sus aliados de la OTAN son suficientes para cumplir las obligaciones de la defensa colectiva. Esto significa, lisa y llanamente, el aislamiento de Rusia y la disposición a empezar una guerra contra Rusia. Debemos exigir que EE.UU. utilice herramientas diplomáticas en vez de aumentar los gastos militares, para garantizar el orden mundial”, concluyó Kucinich.

La Resolución 758 es la lógica consecuencia del frenesí de dominio que Estados unidos ha venido desarrollando desde la caída de los socialismos reales y el fin de la Guerra Fría y a diferencia de la persona con trastorno mental denominado sicótico, que no es consciente de su enfermedad, el gobierno norteamericano, que padece de esa sintomatología, parece conducirse con una contumacia in extremis por los pasos que da, los fines que persigues y los costos que ello conlleva. Es, por tanto, un trastornado consciente y contumaz, lo que lo hace doblemente peligroso.

Previo a la resolución 758, el Congreso Estadounidense aprobó la denominada Ley de Prevención de la Agresión Rusa (Rapa por sus siglas en inglés) que ingresó al Senado mediante el número S 2277. Allí se convoca a la militarización de Europa del Este y los países bálticos, autorizando, además el estacionamiento de tropas estadounidenses y de la OTAN en las narices de Moscú, en una clara provocación al gobierno de Putin En específico RAPA dirige sus peticiones al mandatario Premio Nobel de la Paz, Barack Obama para que en uso de sus facultades “ponga en marcha un plan para aumentar el apoyo estadounidense y de la OTAN a las Fuerzas Armadas de Polonia, Estonia Lituania y Letonia y de otros Estados miembros de la OTAN. En segundo lugar señala la necesidad de basar permanentemente fuerzas de la OTAN en esos países (limítrofes con Rusia) y encarga al presidente Obama que presente un plan al Congreso para acelerar los esfuerzos de defensa de misiles de la OTAN y europeos”.

Objetivo: Doblegar a Moscú

Para el Analista de la Red Voltaire Michel Chossudovsky “si bien la resolución S 2277 fue enviado a la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado para su revisión, sus premisas esenciales ya están en proceso de ser implementadas. A mediados de julio, en Europa, el comandante de la OTAN general Philip Breedlove en consulta con el Pentágono y el Ministerio británico de Defensa, pidió: “Acumular una base en Polonia con las armas suficientes, municiones y otros suministros para apoyar un rápido despliegue de miles de soldados contra Rusia”

El medio moscovita RT consignó las declaraciones del científico Steven Starr miembro, además, de la Organización Médicos por la Responsabilidad Social respecto a esta peligros iniciativa estadounidense “La Ley RAPA, presentado al Congreso estadounidense por el Senador republicano de Tennessee, Bob Corker, conllevará una guerra nuclear contra Rusia, debido a que ninguno de los dos países estaría dispuesto a admitir su derrota, mientras miles de armas nucleares están listas para su uso inmediato. Esto, porque ambos Estados basan su doctrina militar en la probabilidad de un ataque nuclear preventivo”

Starr es de la idea que el gobierno de Angela Merkel mira con extrema cautela el posible despliegue de tropas de la OTAN y de Estados Unidos, así como del sistema de defensa antimisiles estadounidense en Ucrania, teniendo en cuenta las objeciones rusas largamente planteadas contra la ampliación de la OTAN, sobre todo hacia Ucrania y Georgia, y la preocupación rusa por el despliegue de la defensa antimisiles en Europa. Alemania, según Starr “es muy consciente de la probabilidad de que la guerra civil en Ucrania pueda desembocar en una guerra entre Ucrania y Rusia y una vez desplegadas en Ucrania, las fuerzas de EE.UU. y la OTAN, casi inevitablemente lucharán al lado de Ucrania contra Rusia”.

Para el gobierno ruso, el propósito de las sanciones estadounidenses y el cerco militar que se está estableciendo contra su territorio, está destinado a crear las condiciones para el cambio de poder en ese país. El viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Riabkov afirma que “Realmente no se oculta el hecho de EE. UU. quiere crear las condiciones económicas y sociales para la realización del cambio de poder en Rusia pero, nuestro país percibe con calma la situación respecto a las relaciones con EE. UU. No nos sentimos nerviosos en este sentido. Recordemos que el enfriamiento en las relaciones entre Moscú y Washington empezó mucho antes del inicio del conflicto en Rusia”.

Para Estados Unidos, Rusia representa una amenaza a las democracias occidentales, un centro de inestabilidad para el establecimiento de democracias representativas y sobre todo, en el centro de la situación, significa un escollo para los planes de expansión de la OTAN y los intereses occidentales en materia energética. Para el presidente de EE. UU. Barack Obama, si bien las sanciones contra Rusia afectaron negativamente a la economía europea, su país seguirá instando a la UE para que introduzca más sanciones, más profundas y que abarquen más áreas de afectación a la economía y a la política rusa. Las sanciones contra Rusia por su posición sobre Ucrania han puesto a la economía rusa al borde de una recesión, pero al mismo tiempo esta posición reafirmó el apoyo del presidente ruso dentro del país, que alcanzó en octubre el 88 %, informa la revista Business Insider.

Si bien Estados Unidos desea intensificar las presiones contra Rusia, una serie de países, entre ellos, Turquía, el régimen de Israel, Serbia, Corea del Sur y los países BRICS, dependientes, directa e indirectamente en aspectos políticos y económicos no apoyan las sanciones contra Moscú pues entienden que a mediano plazo sus propias economías se verán afectadas, al igual que la estabilidad energética, que se ha visto enceguecida por la política de Washington y su aliado saudí, que ha significado bajar el precio del barril de petróleo a cifras un 70 % menos que hace un año. Todo ello, con el claro propósito de desestabilizar y causar problemas a la economía iraní, venezolana e influir ciertamente sobre la economía rusa.

El presidente ruso, Vladimir Putin, en una interesante Conferencia dada en el Club de Discusión Internacional de Valdai – poco difundido por los medios occidentales a pesar de la trascendencia de las palabras, ideas y afirmaciones dadas a conocer por el jefe de Estado ruso sintetizan lo que ese país siente frente a las presiones y sanciones de Estados Unidos y sus aliados pero, sobre todo, entrega una visión certera sobre el actual estado de cosas en que se debate el mundo. “La guerra fría terminó, sostuvo Putin en Valdai, pero no lo hizo con una declaración de “paz” mediante acuerdos comprensibles y transparentes de observación de las normas y estándares existentes o de creación de unos nuevos. Parecía que los llamados “vencedores de la guerra fría” decidieron explotar la situación, tomar todo el mundo exclusivamente para ellos, para sus intereses”.

Muerto el perro se acaba la rabia

Consigna el mandatario ruso que si el sistema existente de relaciones internacionales y de derecho internacional, el sistema de contenciones y contrapesos les estorbaba – a Estados Unidos y sus aliados – para lograr esos objetivos, entonces lo declaraban no válido y decían que había que desmontarlo. “Así se comportan, discúlpenme, los nuevos ricos, que de repente obtienen una gran riqueza, en este caso en forma de dominación mundial, liderazgo mundial. Y en lugar de comportarse educadamente y con cuidado, incluso claro está, en su propio beneficio, considero que han hecho muchas cosas mal”.

El Presidente ruso, en esta franca conversación a la cual asistieron 108 expertos, historiadores y analistas políticos de 25 países, con la participación de 62 extranjeros. Políticos, periodistas, empresarios y líderes de opinión sostuvo que con el fin de esa Guerra fría “comenzó un periodo de diferentes interpretaciones y silencios en la política mundial. Bajo la presión del nihilismo legal, el derecho internacional ha ido retrocediendo paso a paso. La objetividad y la justicia han sido víctimas de la conveniencia política. Las normas jurídicas han sido sustituidas por interpretaciones arbitrarias y valoraciones parciales. Además, el control total de los medios de comunicación ha permitido hacer pasar lo blanco por negro y lo negro por blanco”.

El mandatario Ruso sostuvo, que en el marco de un mundo donde Estados unidos se presenta como el abanderado de la libertad ha perdido consistencia, incluso, el concepto mismo de soberanía nacional, convertido en algo relativo para la mayoría de los países. “En esencia, señaló Putin, se propuso la fórmula: cuanto mayor sea la lealtad a un solo centro de influencia en el mundo, mayor es la legitimidad de este o aquel régimen de gobierno. En las condiciones de predominio de un país y sus aliados o, por decirlo de otra manera, de sus satélites, la búsqueda de soluciones globales se ha convertido parcialmente en el intento de hacer pasar recetas propias por recetas universales. Las ambiciones de este grupo han crecido tanto que las políticas que ellos acuerdan las presentan como opinión de toda la comunidad internacional”.

Ambiciones que no han trepidado en violar los derechos humanos de millones de seres humanos en Asia, el Magreb, Medio Oriente, Latinoamérica y en cualquier lugar donde los intereses estén en juego. Hoy, a la luz de la publicación de un Informe del Senado estadounidense, que muestra con detalles la política de violación de los derechos humanos, torturas, amparado en el programa secreto de detención e interrogatorios que la administración del ex Presidente George W. Bush implementó tras los atentados del 11 de septiembre del año 2011, a manos de la CIA, la certeza de la sicosis que anima la política exterior de esta superpotencia se consolida. Esto, porque los torturadores, los ejecutores y los autores intelectuales pensaban con absoluta certidumbre que aquello que hacían era correcto y para ello sistematizaron y documentaron exhaustivamente cada uno de los interrogatorios y torturas ejecutadas.

Un gobierno psicótico como los que han administrado Estados Unidos desde el año 1981 hasta hoy, ha perdido el contacto con la realidad expresándose con dos de sus principales síntomas: delirio y alucinación. En el caso del delirio, este síntoma se concreta con la falsa creencia respecto a que algo o alguien están en contra de Washington y su forma de vida. El grado de convencimiento es tan alto de esta creencia, que ningún razonamiento, es capaz de refutarlo. Como tampoco ningún límite moral. El mundo unipolar surgido, tras la caída de los socialismos reales, se ha convertido en un medio, una herramienta para justificar la imposición de una dictadura sobre las sociedades y los países, usando para ello todos los medios que una dictadura puede usar, incluso la tortura y las violaciones a los derechos humanos. En Valdai, Putin consignó que ese mundo unipolar se convirtió en una carga demasiado incómoda, pesada, e inmanejable, incluso para su líder autoproclamado.

El informe del Senado ofrece un crudo retrato de una negra etapa de la historia moderna estadounidense. “Ninguna nación es perfecta”, sostuvo el presidente Barack Obama, tras publicarse el informe para luego agregar “Pero una de las fortalezas que hace a Estados Unidos excepcional es nuestra voluntad de afrontar abiertamente nuestro pasado, encarar nuestras imperfecciones, hacer cambios y mejorar” pero, más que agradecer estas palabras de autocrítica hay que demandar un cambio radical en una conducta contumaz que Estados unidos ha implementado en su política exterior y que hoy tiene a Rusia en el centro de su accionar.

Frente al actuar psicopático de Estados Unidos en la arena internacional, sea en Rusia, Libia, Siria o donde intervenga en lo que consideran su entendimiento de la realidad, han demostrado que su conducta está orientada a aniquilar los valores humanos, como preludio del asesinato de los seres humanos. Práctica demostrada tanto por los nazis en su momento, como por los gobiernos israelitas con el pueblo palestino. Siguiendo a Gunsberg en su razonamiento ese actuar psicopático no cambiará porque actúan según su estructura, no actuarán con remordimiento por más Informes del Senado que salgan a la luz demostrando el uso de torturas y apremios contra seres humanos. No creen estar actuando mal, sino que simplemente se han cometido “errores” o en verdad habría que otorgarles una “medalla al valor” “glorificarlos” como sostuvo el ex Vicepresidente Dick Cheney.

No podemos, frente a estos gobiernos psicopáticos, hacerlos responsables de ser lo que son, pero si debemos hacerlos responsables de los daños que causan. “Cuando un perro contrae la rabia, afirma Gunsberg, no lo hacemos responsable de ser rabioso. Lo que hacemos, como una medida de auto-protección, es sacrificarlo antes de que nos muerda, antes de que nos contagie. No hacemos responsable a la serpiente de cascabel de tener colmillos venenosos. Lo que hacemos, como una medida de auto-protección, es matarla antes de que ella nos mate”. Tal vez la comunidad internacional debe unir sus esfuerzos y eliminar de una vez a este perro rabioso, a esta cascabel asesina como protección y seguro para nuestra propia supervivencia.

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