Si el nuevo gobierno de unidad nacional no logra consolidarse, Irak continuará su lento e inexorable camino a la destrucción, tras una década de intervención norteamericana y que hoy vuelve a enfrentar bombardeos de ese país contra su territorio. En este caso, las bombas no caen contra Bagdad, sino contra las posiciones ocupadas en el norte de Irak por Daesh, que a su paso masacra niños, mujeres, descuartiza soldados y arrasa aldeas generando terror.