Los reality shows vuelven a ejercer un atractivo magnético sobre los televidentes del país, consolidándose como un género televisivo que ha logrado perdurar a lo largo del tiempo.
En el marco de la crisis sanitaria por el COVID-19, las autoridades han fortalecido el llamado a quedarse en casa. La medida, no obstante, ha supuesto un reto en términos de educación a distancia, sobre todo, porque ni la televisión ni los medios digitales han logrado dar respuesta a esta demanda.
Este año el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) recibió un récord de denuncias por el contenido de los programas de televisión abierta. Según los especialistas, estas cifras son un reflejo del malestar que existe hoy en la sociedad respecto de cómo la televisión está funcionando, es decir, con contenidos de baja calidad y bajo una lógica empresarial.
El senador Alejandro Navarro envió una carta al directorio de TVN expresando su molestia ante la falta de “objetividad periodística” de una serie de reportajes sobre el proceso político y social de Venezuela. Expertas se sumaron a los cuestionamientos, haciendo hincapié en la vocación de pluralismo que debería tener un canal público.
Si bien para algunos analistas las últimas revelaciones que han involucrado a la Nueva Mayoría en irregularidades han resultado una especie de salvavidas comunicacional para la oposición, que hasta unas semanas estaba en el ojo del huracán a raíz del llamado caso Penta, otros descartan la teoría del empate y enfatizan en la necesidad de que ambos sectores políticos se hagan cargo de sus problemas, para salir de la crisis en la que están sumergidos.
Las últimas dos presentaciones del personaje “Yerko Puchento”, interpretado por Daniel Alcaíno en el programa Vértigo de Canal 13, no han estado fuera del debate sobre televisión. Expertos tienen posiciones opuestas sobre su actuación, algunos indican que fue una sucesiva de insultos, otros defienden la postura del humor político de verdad. ¿Hay algún límite?