El paisaje en Valparaíso es desolador, desprovisto de sus colores recalcitrantes, es aplastante ver los cerros sin sus escaleras: unas, las que subían y otras, las que bajaban, me siento yermo al observar un paisaje perfecto para la desesperación y caminar por encima de los sepulcros caídos bajo la estrella negra de un cerro que ya no mira hacia el mar.