El Gobierno de Chile debe terminar con su subordinación a los grupos empresariales que vienen orientando –por decirlo suavemente- las políticas públicas en ámbitos tan importantes como el forestal, el agrícola, la protección ambiental, tanto frente a amenazas locales como globales. En este caso, el Estado debe abandonar su calidad de servidor y subsidiario de las familias Matte y Angelini, dueñas de gran parte de las plantaciones de pinos y eucaliptos y las industrias anexas con alto impacto ambiental.